Proteger
Bailey
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Cuando terminé de cenar subí a mi habitación lista para irme a la cama dejando como había prometido la ventana sin tranca. Me puse otra camiseta vieja de policía de papá y me metí dentro de la cama a la espera de que mi visitante nocturno decida aparecer. Papá estaba en su habitación descansando por que mañana temprano debe irse a trabajar y luego ir a buscar a mamá a la estación de trenes. Por lo que si Alec venia debía ser extremadamente silencioso sino seremos atrapados y ninguno de los dos va a querer eso.
Me giro en la cama dándole la espalda a la ventana cerrando mis ojos esperando con unas ansias que no me parecen normales. Desde cuando deje que este chico calara hondo en mí ser, un cariño extraño comenzó a surgir por Alec y ahora no lo quiero lejos, sino que siempre cerca. Tiemblo cuando escucho la ventana abrirse lentamente y me incorporó en la cama deprisa viendo que solamente es Alec. El cuerpo entero se me relaja mientras observo al chico entrando a mi habitación con mucho sigilo. Tengo que contener una carcajada cuando lo veo caer al suelo por culpa de mi alfombra y uno de los juguetes de Jade.
– ¿Estas bien? – pregunto en un susurro para que mi padre no nos oiga y desde el suelo Alec alza sus pulgares señalando que está todo bien. De todas maneras, salgo de la cama caminando hacia él para sentarme en el suelo mirándolo a los ojos. El castaño se mueve e incorpora mirándome a los ojos con una sonrisa cómplice, de manera tímida me acerco a su rostro y lo beso. Todo su cuerpo esta helado, pero aun así continuo besándolo y paso mis manos por su cuello intentándolo atraerlo aún más a mí.
Las manos de Alec frías tocaron mis piernas y me estremecí ante su tacto rompiendo nuestro beso soltando un jadeo contra sus labios. Manteniendo nuestras frentes unidas abro mis ojos para verlo, su mirada es más oscura y sus manos ya no están sobre mi pierna, sino que ahora se alojan en mi cintura. Sonrió cuando comienza a acariciar mi abdomen y quiero besarlo, pero las fuertes pisadas de mi padre hacen que me aleje de golpe.
– Escóndete bajo la cama y no hagas ningún ruido – de un salto me levante del suelo metiéndome dentro de la cama. Alec se metió bajo la cama y yo me hice como la que me estaba durmiendo con los nervios recorriéndome por entero.
La puerta de mi habitación fue abierta y papá apareció por esta con su pijama de andar por casa y su bata de algodón azul oscuro. Mi padre desde que me volví mayor entra pocas veces a mi recamara y en su mayoría son para despertarme.
– Escuche un ruido ¿todo está bien princesa? – los ojos de mi padre recorrieron mi habitación y frenaron en la ventaba abierta. Su ceja derecha se alzó con notable extrañeza y se acercó a cerrar la ventana con seguro.
– Tropecé con un juguete de Jade y me caí, gracias por cerrar la ventana papi no quería salir de la cama para cerrarla – justifique para que él no se diera cuenta que tengo un chico debajo de mi cama que entro por esa misma ventana.
– Princesa ya hablamos de esto, pero por si las dudas no invites a chicos a que vengan por la noche, soy un oficial de policía armado – como si nada extraño pasara se acercó a mi besando mi frente y se fue. No salí de la cama hasta que mi padre cerró la puerta de su habitación.
– Ya puedes salir – susurro para mi cama mientras abro la ventana para que Alec se escape y mi padre no lo atrape.
– ¿Has invitado a otros chicos antes? – la pregunta del castaño me saca de lugar y como la niña del exorcista giro mi cara a verlo. Es más que obvio que jamás ningún chico que no sea mi familiar ha entrado en mi recamara más que él.
– Claro que no, ¿por quién me tomas? – susurro casi gritando porque realmente su pregunta me ofendió. – Oh no espera ya me acorde, si invite a otros chicos. ¿Fueron cinco o veinte? Que mala memoria la mía – comento tocándome la cabeza con un tono de voz irónico. Tomando uno de los almohadones que estaban cerca de mi ventana se lo arrojo a la cabeza.
– Perdón solo fue una pregunta – se cubre con ambas manos la cara cuando le arrojo otro almohadón. – ¿Soy el primero? – ahora con seguridad en sus palabras camino hacia mi desarmándome y acorralándome contra la pared. Muerdo mi labio sin despegar mis ojos de los suyos, la tensión entre ambos se podía cortar con una tijera y aun así tuve que buscar mi parte más racional para no caer en la tentación.
– Si eres el primero pero ya debes irte – bese su mejilla con un calor invadiendo todo mi cuerpo en especial mi cara, sentía como si estuviera frente a una chimenea y si no fuera por la falta de luz estaría aún más avergonzada por que se vieran mis mejillas.
– De acuerdo gatita – susurro contra mis labios y todo mi cuerpo ya parecía moverse más por instinto que bajo mis órdenes. Uniendo mis labios a los suyos pegue mi cuerpo al suyo sintiendo caricias por mi espalda. Yo no me quede atrás y mis manos acariciaron el torso sobre la camiseta de Alec.
Era momento de parar antes de que mi padre se le ocurra venir otra vez a cerciorarse de que todo está en orden. Mi padre es un oficial que no pasa por alto la más mínima cosa y siempre revisa más de una vez las escenas del crimen, no es para nada extraño que traiga esa tenaz revisión a la casa y más luego del robo que me llevo a descubrir un secreto peligroso. Pero sintiendo los labios de Alec y sus manos calientes colándose por debajo de mi pijama, hacen que todo se vuelva aún más difícil para mí.
Alec
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Bailey aparta mis manos de su piel mientras me aleja mirándome jadeante y los labios hinchados. Nos separamos el uno del otro algo que ya parece ser una tardea difícil. Como no quiero incomodarla más y tampoco puedo controlar por mucho más tiempo mi lado lobuno voy hacia la ventana. Antes de irme le doy una mirada a Bailey y creo que no debí hacerlo porque lo siguiente que veo son las hojas del árbol.
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Editado: 12.06.2021