Las hojas que caen por la temporada de otoño casi parecía un espectáculo mágico donde los tonos naranjas, amarillos y rojos daban al temible bosque un aspecto único. Es una lástima que su belleza no fuera del todo apreciada por los "crédulos" (así es como decidir llamar a la gente del pueblo) por su miedo irracional que le tienen a este lugar (aunque sé que razones no les faltan).
Pero, debo admitir para mí desgracia que entendía su miedo y pavor. El bosque estaba maldito, pero no maldito como en las películas; este bosque en cada noche se le puede escuchar los gritos de varias personas, personas muertas para ser más específicos aunque yo pienso aun que es un fenómeno natural. Retomando la historia, muchos quisieron talar los árboles y así librar al pueblo de los siniestros gritos. Pero gracias al poder de mi familia quien es una de las más influyentes del pueblo, impuso que el bosque fuera una zona protegida. Por ende, cualquier tala o incendio provocado será castigado con una multa o, incluso la cárcel.
Lo cual me parece bien. Solo porque algo te asusta no quiere decir que tengas el derecho de destruirlo. El bosque es vida y para bien o para mal dependemos de ella para el oxígeno y la biodiversidad.
Sí, soy una nerd ambientalista. Pero ¿cómo no serlo habiendo tantas maravillas en el mundo? Es una lástima que el ser humano sea tan ciego y tan destructivo.
El crujido de unas ramas llama mi atención, giro, en dirección del ruido. Es una familia de ardillas, se ven tan tiernas con esas mejillas regordetas.
Me acerco lentamente con mi cámara instantánea en mano, busco primero el ángulo perfecto antes de tomar la foto. Cuando tomo la foto veo como una sombra se acerca, asustando a las ardillas y provocando que estás salgan corriendo.
De repente, siento a alguien a mi lado por lo que pegue un grito mientras salto de miedo ante la persona o cosa desconocida.
Una risa divertida y burlona rompe la tranquilidad del bosque, se de quien es, ¿cómo se atreve a asustarme así? Debería ponerle un cascabel en su cuello.
– ¡¿Estás loca?! ¡Casi me da un infarto! –Exclame furiosa. Mi prima, Cristal me mira sin inmutarse –. ¿Qué haces aquí? ¿No ves que estoy tomando fotos? Asustaste a las ardillas con tu mera presencia.
–Ellas no fueron las únicas que se asustaron –su voz suena como el ronroneo de un gato.
Cruzo los brazos.
–Responde a la pregunta, ¿qué haces aquí?
–Oh, nada. Solo vine a buscarte ya que la tía Camile me pidió el favor –contesta, mientras miraba sus uñas pintadas de negro –. Toda la familia está reunida, alguien debía buscarte. Y, como la buena prima que soy, te vine a buscar.
–Claro, que voluntariosa. ¿Porque toda la familia está reunida? –muy rara vez nos reunimos, aunque básicamente vivimos juntos, nuestros hogares son muy cercanos el uno del otro –. Debe ser importante, ¿no? ¿Qué podría ser?
Cristal sigue mirando sus uñas.
A veces me exaspera su falta de interés en las conversaciones a menos que sean sobre algo que si le interese.
–Acertaste, ¿no es emocionante? No me digas que lo has olvidado –dice, sin dedicarme una mirada. Sonríe –. Oh, sí lo has olvidado. Bueno, no importa. De todas formas lo verás cuando volvamos.
– ¿Ver a quién?
Cristal frunce la mirada, mira a nuestro alrededor como si temiera que alguien nos estuviera vigilando.
–Mejor vamos a casa, ya casi anochece y no quiero oír más que tus pasos siguiéndome obedientemente.
Le doy una sonrisa de autosuficiencia.
– ¿Qué pasa, prima? ¿Asustada?
Me mira mal antes de caminar de regreso a casa.
Suelto una risa.
Isabel: 1. Cristal: 0.
Tomo mi cámara, la cual se me había caído; la guardo en mi bolso junto con mis dibujos antes de seguirla para volver a casa a al reunión familiar.