Las empleadas domésticas de la mansión Angstrom estaban atareadas, repentinamente las señoras fueron llegando en el transcurso de la tarde, como tal, hubo que preparar todas las habitaciones. La habitación al final del pasillo no había sido abierta en mucho tiempo, pertenecía al miembro más joven de la familia, solo Matilda la aseaba, aunque, algunas sirvientas decían que en las noches se había visto al intercesor Oliver Cold entrando allí y saliendo a la madrugada.
Aquella noche, la aspiradora fue pasada por todas las alfombras del pasillo.
—¿Es verdad que el joven señor regresa? —Una de las empleadas más jóvenes tenía interés en el desconocido brujo.
—Sí, ha llegado hace poco.
—¿De verdad? Siempre he querido conocerlo, he oído de algunas que es muy amable.
La mujer que llevaba diez años trabajando en la mansión no evitó asentir.
—Es alguien bueno, travieso, pero bueno.
—¿Por qué se fue? Oí del jardinero que se peleó con sus hermanas.
La mujer miró a través del ventanal al pulido jardín, cortaría un par de rosas como reprimenda por la lengua ligera del varón que las cuidaba.
—Si te lo digo es para que lo uses en tu favor, no para que lo esparzas como el agua jabón en el suelo sucio. —La advertencia fue suficiente para saber que no era una broma.
—Lo prometo, señora.
—El joven maestro es como la señora Priscila; fueron los únicos de la familia que heredaron un talento parecido al de la difunta señora. —La mujer apagó la aspiradora—. La señora Priscila puede ver partes de posibles futuros, pero el joven señor… —la mujer tragó aire—, es capaz de crear ilusiones.
—¿Ilusiones?
—Sí, podía crear ilusiones sencillas —admitió, recordándolo cariñosamente—, de niño se encantaba creando ilusiones de animales, siempre hacía un conejito blanco que corría por todos los lados, asustada a las nuevas empleadas con él…
—Oh.
—Después de la muerte del señor y la señora, el poder del joven señor explotó en una soberbia maduración —recordó fácilmente aquel sombrío día—, las ilusiones que creó siempre fueron nacidas de sus ideas, pero aquel día sus poderes crecieron y aprendió a mirar dentro de las personas, no estoy segura de cómo, pero una conocida me dijo que había un don capaz de empatizar contigo, entonces… cuando alguien conecta con tus sentimientos y emociones, es capaz de ver todo de ti.
La chica se tornó seria, se intimidó ante la mera idea de que alguien pudiese saber todo de ella.
—El joven señor en su dolor fue capaz de conectar con las mentes de sus hermanas, las ilusiones bonitas que siempre creó cambiaron y fueron capaz de mostrarle su peor miedo al objetivo escogido.
Un gemido salió de la muchacha.
—No lo sentí, pero vi a las señoras —dijo trémula—, madame Priscila temblaba y no pudo usar sus poderes; madame Johanna se desmayó, madame Elena comenzó a llorar despavoridamente, madame Grace vomitó continuamente y madame Lorah activó sus poderes para defenderse, dañando todo a su alrededor, incluidas sus hermanas.
La muchacha se cubrió la boca con las manos.
—¿Existe un poder tan aterrador?
La otra encogió un hombro.
—La magia es un misterio, seguramente existen poderes más aterradores, pero… el poder del joven señor es capaz de hacerte ver tu mayor temor y manipularte con él. —La mujer espiró dolida—. No tengo que decirlo, ¿verdad? Si te encuentras cara a cara con tu mayor miedo, ¿serías capaz de afrontarlo?
La joven tragó duro, la mera pregunta la dejó perpleja, porque estaba segura no podría mover ni una pestaña.
¿Quién en su sano juicio podría?
—Ten cuidado con molestar al joven señor, él es bueno, pero también puede carecer de piedad cuando quiere. Ese fue el motivo de su partida, por alguna razón su relación se quebró después de ese día y nunca más volvió, ni siquiera por el intercesor Oliver.
—¿El intercesor?
—¿Te has preguntado por qué el intercesor nunca sale con nadie? Aun cuando tiene muchos pretendientes, es mejor, ¿sabes por qué no se ha mudado a pesar de que no tiene deberes con el aquelarre?
Era cierto, todas las sirvientas incluida ella encontraba al intercesor muy apuesto, esa frialdad suya era su mayor atractivo.
—No lo sé.
—El intercesor ha amado al joven maestro Danner desde que eran jóvenes, no me lo ha dicho, pero creo que todos sabemos lo ha estado esperando.
La joven arrugó su frente, sus ojos se pusieron llorosos.
—Eso es muy triste, el intercesor…
—Para ya, acabemos con esto y bajemos a la cocina, debemos ayudar a la mesa.
Una sonora explosión proveniente de la sala suprima hizo a las dos observar asustadas.
La puerta del salón había sido abierta estruendosamente por la magia de Danner, quien empujó la puerta con una corriente telequinética. Las mujeres dentro se alarmaron, mientras los guardias empuñaron armas.
Editado: 12.08.2023