El Bufón del Rey Demonio

Ciudad Capital


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Sus ojos le ardieron en cuanto trató de abrirlos, le dolía la frente y se sentía incómodo. Cuando sus ojos se lubricaron después de un par de lágrimas pudo ver su entorno.

Iba en una carroza de madera en movimiento, atado de manos y píes junto a otros seres, podía reconocer a un enano y un jefe goblin, pero de los demás no sabía ni que eran.

 

— ¿Dónde estoy? 

— ¿Ya despertaste? Sí que duermes, estamos por llegar a la capital — El enano sin mucha preocupación le contestó, con una ligera risa huraña y aire ligero, sorprendente para alguien que iba atado.

— ¿Capital? 

— Oye, el niño en serio no sabe, pensé que era broma lo de que estaba loco — El goblin al contrario de las historias que había leído, hablaba con fluidez ¿O era porque ahora también era un ser fantástico?, y además era bastante pacífico, quizás porque todos iban amarrados.

— Crio ¿De dónde has salido? Te ves más confundido que un hombre lagarto en el campo—

 

Biel tembló, ¿Se veía tan novato? Rodeado de criaturas que según su conocimiento literario eran temibles se sentía como una hormiga a punto de ser ahogada.

 

— Yo... Siempre viví en medio del bosque, perdí a mi familia hace poco así que decidí salir... — La mejor historia que se le ocurrió fue hacerse el inexperto en el mundo exterior, parecieron creerle pues le miraron con pena.

 

"Pobre chico, pasó por tantas cosas y termina aquí"

Podía leer sus mentes con solo captar toda su lástima, eso no cambia sin importar el mundo.

 

— No sé... Nada del mundo exterior ¿A dónde nos llevan? 

— Ciudad capital — Contestó sin emoción alguna desde el fondo algo parecido a una quimera, los demás nada más suspiraron.

— Los que no tienen familia de alguna forma deben contribuir con el reino, por ello son llevados al castillo del Rey Demonio, a los que los llevan les pagan, es todo.

— Nos venden como esclavos — Murmuro el rubio aterrado sintiendo un escalofrío recorrer su espalda, incluso entre su mismo "pueblo" había injusticias.

 

Por eso siempre había detestado al Rey Demonio, ¿Cómo podía permitir cosas así?

 

— Tranquilo muchacho, sí y no, contribuimos al país con trabajo, tenemos techo y comida y cuando formamos nuestra propia familia tienes permitido irte, es un buen plan social/económico girando el ángulo de la manera correcta, nadie sufre hambre, todos tienen trabajo, y el país crece en poder y dinero ¿No es eso bueno? — Desde el asiento del conductor, el hombre lagarto sacaba una ligera risa mientras se metía en la conversación. El enano pareció estar de acuerdo pues asintió con gusto mientras la quimera sacaba un resoplido.

— ¿Entonces por qué les pagan a ustedes? — Algo molesto y con su dignidad en un plato el rubio se quejó, no entendiendo cómo podían estar de acuerdo con ese tipo de cosas.

— Porque su viaje no es gratis, y los viajes largos vuelven loca a la gente por eso los atamos, ahora cállate que el mayor loco de esta vez eres tú — Poniendo fin al ajetreo el Orco alzó la voz molesto mirando mal al lagarto que les seguía la juerga, el hada río levemente mientras el viaje continuaba en silencio.

 

El ahora elfo tenía ganas de llorar, ¿Qué clase de vida "nueva" se supone él había sido otorgada? ¿Por qué mierda había terminado en el lado equivocado del mundo de sus sueños?

El Rey Demonio... Debía ser una broma, no quería servir en su casa, sus sueños siempre habían sido el servir en el lado humano, luchando contra los monstruos, ayudando al héroe a vencer al Rey Demonio.

Siempre... Había soñado eso.

 

— Este mocoso duerme demasiado, vamos ya es hora — El empujón que recibió lo sacó de su trance y junto a los demás fue bajado de la carroza hasta tocar el suelo.

 

Levantó la vista y por más que detestara su nueva vida, tuvo que levantar la vista y admitir que...

Ciudad capital era asombrosa.



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En el texto hay: comedia, amistad, boyslove

Editado: 12.11.2022

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