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"Dios, si me ibas a dar una nueva vida como está mejor no me hubieras dado nada"
Sus pensamientos negativos le daban entre ganas de llorar y de reírse por su situación, nuevamente estaba atado, pero no de forma suave con cuerdas, sino con cadenas y grilletes que le causaban ardor en la piel, le habían aventado dentro de un calabozo frío y tétrico de donde no se había levantado.
— Muchacho levántate de allí te vas a enfermar.
— La piedra es mi amiga, es mi hogar — Lloriqueando cuál niño se aferró a quedarse acostado en el piso dejando al guardia pensando que efectivamente, estaba loco como todos decían.
No tardó en venir otro guardia, un hombre lagarto alto y fornido quien le miró extrañado y bufo.
— Me lo llevo, el Rey quiere verle.
A Biel no le atemorizó el ser levantado bruscamente y empujado a caminar hacia su "juicio", tampoco las miles de miradas prejuiciosas de bestias y criaturas bien vestidas al recorrer los pasillos, no, lo que le atemorizó era el hecho de que el mismísimo Rey Demonio le juzgaría ¡Lo que menos quería era encontrarse con él!
Quizás sería un monstruo enorme con cuernos y color negro que apenas cabria en el salón, o un ser mítico y tenebroso que con sus ojos de fuego le quemaría hasta el alma.
El guardia le empujó y cayó sobre sus rodillas, pero se quedó en el suelo, con la cabeza pegada al piso sin querer verle.
— Levanta la cabeza — Todo lo contrario a lo que se imaginaba, la voz del Rey Demonio era masculina, pero no tenebrosa, era elegante, flemática y fría.
Al tener ese contraste la curiosidad le ganó y levantó la mirada hasta ver al Rey, quien tampoco era lo que imaginaba.
De hecho era un humanoide bastante atractivo, de cabellos largos ondulados atados en una coleta alta de un intenso color carmín, tenía una cicatriz en el abdomen pero no penetrante, sino suave de un color rosado leve.
Lo inusual eran un par de cuernos en llamas azules sobre su cabeza, y las marcas negras en sus brazos parecidas a tatuajes, pero de que fuera atemorizante pues no, a Biel le infundía respeto con su porte noble y estoico, pero no miedo.
— Me han dicho que eres nuevo en palacio, y en nuestro reino en general, aun así, es sentido común no ofender a quien no conoces ¿Me equivoco Elfo? — Frío y aburrido el Rey le miró con sus ojos azules con desdén, esperando una respuesta. A su lado, el detestable hombre sapo al que el rubio había "ofendido" se mostraba orgulloso y triunfante parándose rectamente sin notar que eso solo le hacía verse más gordo y patético.
— También es sentido común disculparse si fuiste tú el del error, no criticar a los demás — Desvío la mirada molesto, a este paso prefería morir que seguir en esa detestable vida.
A ver si esta vez si renacía en donde quería.
El Rey levantó una ceja sorprendido por el atrevimiento, miró al sapo buscando explicaciones, a lo cual el ser únicamente sudo frío evitando la mirada de su rey.
— Bueno, tal parece que nada más se una parte del asunto, habla Elfo ¿Qué sucedió?
— El sapo feo tiró la cubeta de mi compañero y todavía le dijo inútil ¡El que causó todo fue él! — No era alguien muy inteligente y la censura no estaba en sus capacidades, ser honesto era una de sus cualidades, pero el que llamara "sapo feo" al duque sorprendió a más de uno.
— ¡¿Cómo me has llamado mocoso?! ¿Cómo se te ocurre llamar así al gran Duque Frightening? — El sapo se exaltó y empezó a manotear molesto exigiendo al Rey que le cortara la cabeza.
La cabeza de Biel estaba en otro momento, seguro de haber escuchado ese "nombre" antes.
— ¿Quiere que le diga mentiras? ¡Usted está horrible! Y tiene razón, no es un sapo feo ¡Es el conde sapo espantoso! *
— ¡Majestad! ¿Va a permitir este insulto a la nobleza?
— Rey Demonio — El elfo interrumpió, con molestia ante el sapo — La verdad es que es feo, vea lo bien, no miento.
El Rey se quedó pasmado ante la discusión ajena mientras veía como el elfo seguía renegando e insistiendo que estaba bien, e incluso lo había metido a él.
Entonces sonrió levemente, lo que pasó a ser una risa suave y finalmente terminó en una gran carcajada sorprendiendo a todos en la sala.
— Elfo ¿Cómo te llamas? — Cuando su humor estuvo mejor, miro al rubio mientras indicaba que el sapo volviera a su puesto.
— Biel.
— Bien, ¡libéralo! — Pese a que el sapo quiso reclamar, el rey le miró para que se callara y los guardias inmediatamente le quitaron las cadenas y grilletes al menor. El rey, con paso lento y elegante, se acercó al muchacho y se agachó para tomarle el rostro. — Felicidades, desde hoy serás mi bufón real.
— ¿Eh?
*Frightening= "Espantoso"
Editado: 12.11.2022