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Los humanos domesticaban animales desde antes de su nacimiento, había animales que estaban más predispuestos que otros y aquellos que se volvían completamente dependientes del hombre es que eran llamados "mascotas"
¿Él qué era exactamente? Tenía un collar encantado que lo ataba a ese lugar, le alimentaban a sus horas y dormía en una habitación llena de lujos que no le pertenecían pero si a su amo.
Su "dueño" era un simple bufón real, un elfo más inteligente de lo que aparentaba y más relajado de lo que debería, quien su único trabajo era mantener complacido y de buen humor al terrible Rey Demonio.
— Te va a dar algo si sigues enojado Kanu.
Relajado, terriblemente relajado y simplón Biel solo se burlaba de él cuando pasaban tiempo juntos, ¿Qué opinión debía tener de ese rubio extravagante que pasaba sus días haciendo resonar sus cascabeles por doquier?
— Cualquiera estaría enfadado.
La risa del rubio fue estridente mientras se acercaba a sentarse a su lado, en medio del jardín del palacio los demás seres que pasaban por allí evitaban verles para no meterse en problemas, pero Bien parecía querer hacerlos incomodar más cuando le tomaba de las mejillas y sonreía cálidamente, aquella sonrisa que le había brindado cuando le pregunto sobre el héroe.
¿Esa sonrisa era sincera o desde el principio estaba fríamente calculada?
— Bueno, cualquier dueño quiere ver a su mascota feliz, dime cómo complacerte para mejorar tu humor — Sus dedos pasaron de acariciar sus mejillas a su barbilla, y él solamente podía apretar los labios para no dejarse llevar por su actitud.
Le empujó hasta liberarse, sentándose más lejos, cerca de las rosas, esperando que le dejara en paz. Al ver que no era posible aquello, abrió los labios para dar una respuesta, dudó un par de veces, y al final habló.
— Quiero ver a mis compañeros, ver que estén bien.
Siendo un "prisionero" enemigo, el pedido sonará loco, pero el bufón solo asintió tendiéndole la mano con calma.
— Para tu suerte ratoncito, mi Rey previo lo pedirías y me dio permiso de antemano.
Parecía tener poderes extraños ¿No? Eider siempre estaba un paso adelante y todas sus palabras llevaban verdad en ellas, Biel a veces dudaba cuando decía cosas que lo dejaban escéptico, pero hasta el hecho de que Kanu pediría ver a sus amigos lo había predicho.
Que aterrador.
— Buenos días — Su tono burlón y cínico causaba molestia en los guardias aunque no hubiera dicho nada malo, pero con respeto se inclinaban y permitían su paso hasta las celdas donde el silencio era sepulcral. Kanu se mordió el labio al recorrer los pasillos por dónde había salido de aquel agujero, para que al final de estos estuviera la fría y oscura celda igual que siempre.
Biel tintineo sus cascabeles con más fuerza, llamando la atención hasta sentir de nuevo el gran impacto de ser jalado hasta las rejas, el humano de cabellos claros no perdía su temperamento.
— ¡Dreng! — Kanu inmediatamente le hizo soltar al elfo, tratando de que le reconociera aún en esa oscuridad, el hombre reaccionó a su voz y se relajó mientras los otros dos se acercaban.
— ¡Kanu! ¿Estás bien?
Bien se sintió un poco fuera de lugar, se apartó un par de pasos y dejo que conversaran sin descuidar su trabajo, él debía estar atento a que no tratarán de hacer algo extraño, aunque no hizo falta, Kanu ni siquiera habló sobre su situación, solo se aseguró que estuvieran bien.
— ¡Deberías quedarte con nosotros, ver la forma de salir de aquí! — El más joven de los humanos fue el que soltó la lengua de más, el rubio tuvo que intervenir entonces abrazando por la espalda al otro sonriendo inocente.
— Que conversación más interesante llevan aquí, lamento decir que no hay manera de que deje ir a mi mascota.
Los humanos retrocedieron ante su retorno, cautelosos mientras esperaban alguna señal del que era su líder, la cual no llegó, para mantener el buen humor del elfo Kanu nada más había optado por el silencio.
El más rudo del grupo apretó los dientes conteniendo sé mientras la mujer le miraba con furia y con miedo.
Ante el cambio de ambiente los guardias se alertaron y entraron a vigilarlos, lo que a Biel le decía se había acabado el tiempo.
— Es hora de irnos Kanu.
— ¡Espera! — La mujer alzó la voz sacando los brazos por entre los barrotes tratando de alcanzar a su compañero, tratando de detener sus pasos.
— Kanu no es un animal, no es una mascota ¿No tienes orgullo como humano Kanu? —
Aquello lo hizo parar en seco, bastante molesto por su comentario, Biel regreso sus pasos hasta soltar un buen golpe al chico, no podía decirlo en voz alta, tenía cierta imagen que mantener ante los soldados, pero entendía al menos, todo el orgullo que se había tragado Kanu ese día con tal de ver a sus amigos, ni ellos ni él estaban en posición de exigir nada, eran meros prisioneros y al menos los más grandes entendían su posición.
¿Por qué el más joven no lo entendía? Esperaba que ese golpe lo trajera a la realidad, pero fue todo lo contrario, pues sin esperarlo fue arañado en el cuello con lo que parecía un pedazo de roca, no fue grave, en realidad quizás ni le quedaría cicatriz...
Pero si los soldados lo notaban, o si Eider se enteraba, quizás mataría a ese humano, y Kanu lo sabía pues fue él quien le soltó el segundo golpe al menor y se acercó apresurado a ver la lesión.
Biel solo se quedó estático, procesando el daño recibido ocultándolo entre sus manos de inmediato rogando que nadie se enterará.
Editado: 12.11.2022