El camino hacia ti. (bl)

Capítulo 1. Personalidad compleja.

—Goldenleonard, ¿qué hace perdiendo el tiempo? Vaya al gimnasio para la ceremonia de cierre. 

Marcus sale de su escondite y al instante es azotado por la mirada colérica de su mejor amigo. 

Tal vez y solo tal vez, estuvo mal esconderse mientras su amigo era el único reprendido.  

—¿Sabes? —el pelinegro se acerca con paso parsimonioso al chico—. A esto se le llama traición. 

Lexis sale de la habitación que comparte con Bane y sin mirar atrás, se dirige al lugar que le indicaron. Por el rabillo del ojo percibe que un chico con una larga cabellera castaña le sigue. 

—Lexis —llama con voz dulce. 

—¿Necesita algo, mi señor? —responde con fingida amabilidad. Sabe que ese trato no le agrada al chico de esbelta figura, él odia que sus amigos lo traten como si fuese su amo y señor, cosa que para Lexis era, pues su condición como Jinete le obligaba a buscar un amo al cual servir. 

—Perdón —toma su mano, con la clara intención de hacer que se detenga. 

—Oh, no sé si pueda hacerlo, has lastimado mi corazón —lleva su mano libre hasta su pecho, actuando patéticamente. 

Siendo el muchacho inocente que es, Marcus se cree toda esa mala actuación y al instante una mueca de tristeza se hace presente en su rostro de facciones delicadas. 

—Oye, era una broma —aclara. El chico le mira sorprendido antes de lanzarle un fuerte golpe, había caído de nuevo. 

Le disgustaba ser un blanco fácil para esas bromas de mal gusto que le encantaba hacer a Lexis. Gracias a su inexperiencia en relaciones afectivas, nunca sabía si lo que decía era en serio o no, por eso optaba por tomárselo todo tan seriamente como le era posible. 

—¿Vas a regresar a tu casa? —cambia de tema al ver que posiblemente iba a ser reprendido otra vez por su amo. 

—Lo haré, no es necesario que me acompañes —aclara al deducir las intenciones de su acompañante. Era obvio que en algún punto le iba a exteriorizar sus ganas de ir con él.

Con la tarea designada de no abandonarle y su constante necesidad de permanecer cerca, incluyendo los peligros de no estarlo, resulta fácil adivinar sus intenciones. 

—¿Estás seguro? —pregunta para cerciorarse de que esa decisión es la correcta. Al más mínimo indicio de vacilación, iba a mandarlo todo a la mierda e iría sin importar su opinión. 

Conocía la historia y definitivamente no iba a permitir que se repita. Él lo iba a proteger. 

—Se mudaron —murmura. 

—¿Y si vuelven? —alza una ceja, iniciando a caminar a paso rápido. 

El castaño lo sigue de cerca, pensando en una respuesta que zanje todas las preocupaciones del jinete. 

—Ven conmigo —se rinde al no hallar una. 

—Lo sabía —sonríe victorioso. 

Llegan al lugar, la vista que obtienen es limitada, ya que todos los alumnos están reunidos dentro. Apresurados, buscan el sitio que le corresponde a los de su curso, 3A. 

—Cerca del director —indica el más alto. 

—Bendita altura tuya —corren al lugar, siendo el grupo más cercano a donde estará el director dando su discurso. 

—Son muchos, ¿no? —comenta el encargado del salón al verlos instalarse en sus respectivos lugares. 

—Al parecer admitieron a más este año —guiña un ojo el más alto, consiguiendo como respuesta el sonrojo del jefe de grupo. 

—Y pensar que nos vamos este año —suspira Lexis, desviando la atención a él. 

La tensión entre ellos era palpable. Marcus no tenía experiencia en relaciones afectivas, pero sí que aprovechaba las oportunidades muy bien y lo estaba demostrando con el siempre correcto estudiante estrella de la clase. 

—¿Se van? —los ojos del muchacho pelirrojo se abren desmesuradamente. 

—Sí, él ahora irá a estudiar a su cuidad de origen —responde totalmente divertido con su reacción. 

—¿Podem... —es interrumpido por la voz del director. 

—Muy bien, daremos inicio a la ceremonia de cierre —anuncia. 

 

 

 

•••°°°••• 

 

—Ahh, eso fue tedioso —estira sus brazos, expresando la pereza que lo embarga. 

—Lo fue —asiente, de acuerdo con lo que dijo. 

—¿Ahora qué debo hacer? —ladea la cabeza, esperando su informe de actividades. 

—Eres todo un señorito —entrecierra sus ojos—. Debes empacar, pediste irte justo el día de cierre —alza una ceja al notar la confusión en su amo. 

—No puedes estar hablando en serio —niega con la cabeza, retrocediendo lentamente. 




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