El capricho de Morfeo

009 I Ricitos de oro

Nicoletta sintió una opresión sobre su pecho que le entrecortó la respiración. De golpe abrió sus ojos y se sentó, las gotas de sudor estaban resbalando por su frente e inmediatamente colocó una mano sobre corazón, para sentir la velocidad en la que estaba palpitando.

Su cuerpo seguía tenso, esas asquerosas imágenes se repetían una y otra vez sobre su mente, sintiendo una profunda tristeza por no ayudar al infante que con gritos desgarradores pedía un auxilio.

—¿Qué fue lo que pasó? —interrogó con frustración, girando la cabeza de un lado a otro, observando que se encontraba en la habitación de Morfeo, sobre un sofá.

—Te desmayaste —respondió Nala, brincando hacia ella, sobre su regazo para tomar el trapo húmedo que antes había puesto sobre su frente—. En el libro sobre los humanos dicen que utilizan esto, ¿te sientes un poco mejor?

Nicoletta pasó saliva, negando con la cabeza, realmente no había escuchado más de dos palabras.

—¿Ah? —gesticuló la pelirroja, torciendo sus labios.

La troll posó sus dos manos sobre la cara de la humana, para revisarla o al menos eso era lo que decía el libro anterior respecto a esos seres.

—Dale un poco más de espacio —sugirió la oveja blanca con su característico sonido ronco—. Está un poco cansada.

—Incapaz de soportar los fetiches feos de los humanos —mofó Morfeo, sentado sobre su cama con un semblante inexpresivo y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Yo, yo... —titubeó Nicoletta con nerviosismo— Si las personas son tan malas...

—Y ni siquiera has visto lo peor, si con lo más leve te andas muriendo, no quiero saber ni...

—¡No, no me digas! —irrumpió, alzando la mano en el aire, extendiendo la palma de su mano en su dirección— ¿Por qué no se deshacen de las personas malas?

—Porque empezaría contigo. —Esbozó una sonrisa irónica, relajando sus hombros, caminando en su dirección e inclinándose hacia ella—O dime Nicoletta Russo, ¿nunca has hecho nada malo?

Nicoletta arrugó el entrecejo con confusión, encorvando su espalda al sentir su aliento chocar contra su rostro que no la inmutó. Era una persona imperfecta, sin duda se ha equivocado un par de veces, pero no se consideraba una nefasta persona.

—No, no soy una excelente persona, pero no soy deplorable. Yo sería incapaz de, de... Eso. —Apretó los ojos con fuerza, empuñando su mano llena de frustración.

—¿Te repugna tanto el hecho lo que hace ustedes que no pueden llamarlo siquiera por su nombre? —Retuvo el aire contenido en sus pulmones, el sarcasmo salía por cada uno de sus poros— ¿Te da asco decir que estaban torturando a un niño mientras tenían el canibalismo?

Nicoletta parpadeó para regresar a su realidad, dándose cuenta de que sus ojos se conectaban. A ella le intrigaba el hecho que Morfeo tuviese un ojo azul cielo mientras que el otro era blanco. Su quejada rectangular estaba tensada, así que la humana se echó hacia atrás.

—Humana inmunda. —Golpeó sus rodillas, ya que estaba recargada en ellas para hacerse hacia a atrás—. No quieres pretender que no eres consciente de estos temas.

—Sí, pero son algo que no está en mi contexto...

Morfeo le dio la espalda para caminar hacia su cama, las ovejas lo siguieron con la mirada y aunque Nala se encontraba hipnotizada por su dios, estaba al pendiente de la chica, que todavía estaba perturbada.

—Eres egoísta, ¿verdad? —continuó Morfeo, frotando sus manos.

Todavía no procesaba la información.

—¿Perdón?

—Sí, eres una egoísta, porque eres consciente de lo que puede suceder, pero prefieres reprimirlo, porque en tu contexto esas cosas no pasan. Intentas cubrirlo al estudiar medicina, para salvar vidas de enfermedades, que es algo de la vida, natural. Que otro humano interfiera en el ciclo de la vida de otro, eso sí es una aberración. —Sus labios estaban en línea recto.

Había dejado sin palabras a la humana, pues la había dejado pensar.

—El que calla otorga —sintetizó con seguridad, dibujando en sus labios una media sonrisa llena de victoria.

¿Era realmente Nicoletta una egoísta? Ella solo quería esforzarse para ayudar a los demás por sus propios medios ¿Seguir sus sueños y anhelaciones la convertía en una persona con poca consideración?

—¡No! —exclamó a todo pulmón, saliendo de sus pensamientos, contestando la pregunta que se había formado dentro de su mente.

Morfeo arrugó el entrecejo con confusión, exaltando un poco.

—¿No? —replicó Morfeo, sin saber a lo que se estaba refiriendo— No, ¿qué?

—No soy una egoísta, soy una persona que le gusta ayudar a los demás.

—¿Eso es verdad o lo único que realmente te importa es tener premios y reconocimiento sobre tu labor? Porque, déjame recordarte que en tu mayor sueño yo no te vi laborando arduamente, estabas en tu casa puliendo los reconocimientos que habías adquirido. Entonces, ¿qué te importa?

—Lograr hacer que los pacientes estén saludables y mejorarles su calidad de vida. Lo del sueño es... Otro asunto. Pero, no me vas a hacer tambalear. —Se levantó de golpe, golpeando con fuerza el cemento del piso—. Yo planeo ayudar a los demás, en especial a los niños. Yo desde temprana edad he estado muy involucrada en la pediatría, fui en mi pueblo como voluntario al hospital a animar a los niños...

—... ¿Y eso te hace un ángel? ¿Ir a ayudar a los que lo necesitan? —irrumpió con hostilidad, interrumpiéndola—. Eso quiere decir que es un sacrificio...

—... Que no es un sacrificio para mí —resopló Nicoletta, atando su cabello en una cola de caballo bajo—. Es un acercamiento a lo que es mi vocación.

La pelirroja entrecerró los ojos, fastidiada de estar escuchando los insultos de un dios que no le tenía ni una pizca de respeto. Morfeo dio finalizada la conversación, siendo él el vencedor.

—Estuve leyendo sobre la mitología griega o al menos lo que se está escrito... —inició la mujer, cruzando sus piernas y colocando sus manos sobre las rodillas.



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En el texto hay: castigo, dioses, medicina

Editado: 08.10.2023

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