Su cuerpo encima del mío no me permiten mover. Una de sus manos tapa mí boca y la otra sostiene mis brazos para no dejar que me defienda.
_ Te dije que te encontraría.
El susurro soltado de sus labios me erizó la piel, mientras que el sentír como ataba mis brazos al respaldar de la cama me aceleró el corazón.
Un cuchillo filoso acarició mí mejilla de manera lenta y profunda, haciéndome ahogar sollozos debajo de su palma.
Perforó la piel de mí mejilla, luego parte de mis brazos y aunque me retorciera, no podía escapar, me tenía como presa y estaba listo para matarme, lo pude ver en sus ojos. El deseo de verme sufrir podía casi palparse. Él quería vengarse y eso me hizo entender a penas mí dolor estaba comenzando.
Tenía mis piernas y brazos sujetos a la cama, el maldito me quitó el piyama, mientras sonreía revisando que lugar seguiría lastimando.
La penumbra y la poca iluminación de la luna le daban un toque lúgubre a la situación.
Empezó a lastimar mis muslos, sin importarle mí dolor, ni mis lágrimas. Solo repetía una y otra vez.
"No debiste meterte con un Montesi"
Sentí ese frío metal recorres mí abdomen, sabiendo cual podría ser su próxima acción. Mientras, no podía dejar de pensar en mí familia. No deseaba que mamá supiera lo que sufrí a manos de este animal, pero no podía hacer nada, cerré mis ojos y me resigné a morir, tal como hace cinco años atrás. Sabía que en cualquier momento la primer puñalada llegaría, así que la esperé y cuando pasó... Desperté.
Todo fue una estúpida pesadilla. Me levanté brsucamente de la cama, sintiendo mí respiración agitada, observando hacia todos lados en busca del intruso, descubriendo que la oscuridad era mí única acompañante.
Cuando el general Santos me dió esa noticia, me apresuré a llegar al hotel. Entré a mí habitación, contemplando que daba una vista hermosa a la costa, donde se podía ver claramente a los surfistas domando esas olas enormes sin ningún temor, sentí envidia por un instante que verlos tan despreocupados, esa habría sido una imagen que me fascinaria ver todo el día, pero luego de esa información negativa, preferí encerrarme.
Era cómo una presa, cuyo cazador buscaba ansioso, pagando a otro para encontrarme.
No deseaba pensar en nada, así que tomé la decisión de dormir un rato, hasta que las pesadillas fueron mí alarma biológica, trayendome a la realidad oscura de mí vida. Ese idiota regresó a a tormentar mis Sueños.
Ahora estoy así, asustada, con los ojos llorosos y deseando tener a mamá conmigo.
Cómo pude bajé de la cama, con mis piernas temblorosas logré llegar al baño y sentí pena de mí misma al contemplar mí aspecto. Tenía que hacer algo.
Lavé mí rostro y recordé que en la mochila traje una tintura y tijeras. Corrí a buscarlas y comencé a utilizarlos. Cambié mí castaño por un rojizo que resaltó mis pecas y lo corté hasta la altura de los hombros.
Un pequeño cambio, que transformó todo. Así al menos me sentía ma segura.
"No te duermas, no te duermas"
Repetía mí cabeza una y otra vez, luchando contra el sueño. Pues la idea de verlo de nuevo torturándome me acobardó.
Busqué en mí maleta y saqué un libro para leer, eso siempre me concentra y hace que las horas pasen rápido. Además de ayudarme a no pensar en otras cosas.
"Romeo y Julieta" jamás podía faltar a mis viajes, una historia que provocó que discutiera conmigo misma mientras me preguntaba cómo podía haber gente que deseara ese tipo de amor, un romance de seis días y con muertes incluidas.
Cuando lo terminé, caí en la cuenta de que ya estaba amaneciendo. La luz entraba por mí ventana y a ver mí celular, daban las seis de la mañana.
Pero mí ceño se frunció al notar un mensaje extraño de un número desconocido y olvidé como respirar al abrirlo y leer lo que decía.
"Sono più vicino di quanto immagine, abbi cura di te"