El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO CINCO.

 

 

 

V. Lo logré

 

 

Abril Martinelli

 

 

 

Los días siguieron pasando y no volví a saber nada de Dylan. Me llamó un par de veces, pero decidí no contestarle. Y debe confesar que me he sentido en paz total por no hablarle.

 

De Alejandro tampoco volví a saber nada. Él no volvió a la cafetería, pero sus amigos sí. De hecho, he hablado un poco con ellos. No somos tan cercanos como ellos con Nala y Leandro, pero si hacemos bromas entre nosotros

 

Hoy es mi día libre, por lo que no tengo muchas que hacer. Mi familia había quedado en ir a la casa de Óscar para comer y pasar un rato en familia. Él vivía a quince minutos de mi hogar por lo que no tardamos demasiado en llegar.

 

Apenas bajamos del auto, cuando mis dos pequeños sobrinos, salieron corriendo acompañados de mí hermano, quien nos esperaba en la puerta con una pequeña sonrisa

 

— ¡Abuela! — grita Kelly, la mayor de mis sobrinos. Ella apenas tenía nueve años, pero era bastante lista

 

— ¡Abu! — grita Samuel. El hermano menor de Elly, él solamente tiene cuatro años y es demasiado tranquilo, pero a la vez curioso

 

— ¡Mis niños preciosos! — exclama mi mamá abrazándolos. Pero no duró mucho el abrazo, porque los mini Óscar, se dirigieron a mi papá quien también los recibió con los brazos abiertos

 

— Hola hermano — lo saludo con una sonrisa

 

— Hola Abril. Pasa. Dafne está en la cocina — me dice y yo le sonrío

 

— Abril, que gusto verte — me saluda Daf en cuanto me ve — ¿cómo estás?

 

— Bien. ¿Y tú cómo has estado? ¿Ya no soportastas a mi hermano? ¿Te voy buscando el abogado?

 

— No tranquila. Aún no — habla con una sonrisa en los labios

 

Dafne era de esas cuñadas que a veces sientes que quieres más que a tu propio hermano. Es una buena persona, y una excelente madre. Mi hermano y ella se conocieron a los diecinueve años en la preparatoria, pero comenzaron a salir hasta un año después. Se casaron después de seis años como pareja, pero durante ese tiempo, Kelly ya había nacido y tenía tres años. Pará después finalmente nacer el pequeño Samuel.

 

La comida pasó tranquilamente. Pusieron algo de música y todos estábamos cantando. Decidí ir a tomar un poco de agua, cuando tocaron el timbre de la casa

 

— ¡Yo voy! — grito aun que tengo la ligera sospecha que nadie me puso ni la más mínima atención

 

Me dirigí hacia la puerta y en cuanto la abrí, sentí que todo se perdía. Que todo el mundo se detuvo, me quedé en blanco, solamente ese zumbido estaba ahí, junto con su cara molesta

 

Sentí como me jaló hasta que estuviera fuera de casa. No escuchaba lo que decía, o tan siquiera razonaba lo que yo hacía

 

Solamente sentía como gritaba. Como mi garganta dolía. Y como mi mejilla también comenzó a doler cuando me dio el primer golpe...

 

— ¡Déjame! — grite con todas mis fuerzas — ¡Dylan ya basta!

 

— ¡Cállate maldita estúpida! — me grito dándome otra bofetada

 

Mi mejilla me palpitaba. El brazo lo tenía rojo y me dolía por toda la fuerza que estaba utilizando. Intenté hacer que me soltara, pero no lo conseguí

 

— ¡Mamá, papá! ¡Ayuda! — ya no me importa que se enterarán. Ya no me importa que me quede sola como él me dijo. Solamente quería que me dejará en paz — ¡Auxilio! — grite más fuerte

 

— ¡Sí no te callas en este momento te juro que te vas a arrepentir! — me amenaza

 

— ¡Suéltame por favor! — le ruego. Pero para él, yo era insignificante. No le importaba. Solamente quería que se hiciera lo que decía

 

— ¿Abril? — comienzo a escuchar la voz de Dafne

 

— ¡Dafne ayúdame! — grite con todas mis fuerzas

 

Tenía muchísimo miedo. Lo quería lejos de mí. No lo quería volver a ver

 

— ¡Suéltala! — escucho la voz de mi hermano mayor. — ¡Déjala maldito infeliz! — espetó furioso. Haciendo que finalmente me saltara

 

— ¡Tú no te metas Óscar! — grita, enfadado

 

— ¿Estás bien hija? — me pregunta mi madre preocupada — Vamos adentro — susurra alejándome de todos esos gritos que se escuchaban afuera

 

— ¿Qué pasa mamá? ¿Por qué mí papá está muy enojado? — pregunta confundida Kelly a Dafne, quién también me veía muy preocupada

 

— Nada hija. Lleva a tu hermano a tu cuarto — le pide y ella la obedece — Vamos a mí habitación — murmura con una pequeña sonrisa

 

— ¿Nos puedes traer algo de hielo para que no se le infame la mejilla? — le pide mi mamá y mi cuñada asiente para después salir de la habitación dejándonos solas — ¿Por qué reaccionó de esa forma? Jamás lo había visto así

 

— Mamá... él... — sentí como un nudo se formaba en mi garganta impidiéndome hablar. Todos los recuerdos de todo lo que él me hizo se hicieron presentes, y sin poder evitarlo comencé a llorar

 

— Tranquila mi niña — murmura acariciando mi cabello después de abrazarme — ¿Él te hacía daño? — me pregunta y yo asiento dejando salir un sollozo — ¿Por qué nunca no lo dijiste?

 

— Tenía miedo de cómo fueran a reaccionar. No quería que tuvieran más problemas, no quería que él se molestara conmigo. Es capaz de todo cuando está enojado. Tú no lo conoces como yo lo conozco — hablo separándome de ella

 

— Aquí está el hielo — dice Dafne entrando. — Él ya se fue. Mi suegro, Tomás y Óscar están abajo — informa mientras mi madre me pone el hielo en mi mejilla. Y en ese momento, se escucha como tocan la puerta, para después dejar ver a mi papá y a mis dos hermanos — Los dejo solos. Con permiso




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