XXXIV. El punto final
Abril Martinelli
— Puedes quedarte aquí unos días si quieres. Yo puedo dormir en la sala o con Carlos, para que tú estés más cómoda — me dice mi amigo cuando estámos en su departamento. Yo negué un par de veces
— No te preocupes. Regresaré a mi casa. Tarde o temprano tendré que volver. No puedo ocultarles la verdad todo el tiempo...
— Esta bien, no insistiré. ¿Cuándo te irás?
— Hoy. Llamaré a un taxi que me pueda llevar
— Yo te puedo llevar, Abril. Por mi no hay problema
— Ya es suficiente con todo lo que has hecho por mí. Y gracias por todo, Diego — el me sonrió un poco
— No es nada comparado a todo lo que tú has hecho por mi. Anda, yo te llevo.
Le sonreí antes de acceder. Subimos todas mis cosas a su auto, y comenzo a manejar hacia mi casa
— ¿Les dirás la verdad? — me pregunta. Yo tense, antes de asentir
— No se los puedo ocultar... — murmuro, visualizando a lo lejos mi casa, antes de que Diego se estacionara frente a esta
— Es tu decisión... — murmura, dándome una sonrisa reconfortante —. No dudes en llamarme si pasa algo. No importa la hora, llamame. Estaré atento al teléfono por cualquier cosa. Yo no te dejaré sola... — Yo le dedique una débil sonrisa, antes de abrazarlo
— Muchas gracias por todo Diego. Y dale las gracias a Carlos por permitirme quedar a dormir en su departamento. — murmuro, tomando mis cosas, antes de salir y mirarlo —. Nos vemos después
Cerre la puerta del auto, y camine hacia mí casa. Abrí con ayuda de mis llaves, y mi madre salió de la cocina, frunciendo su ceño al verme
— ¿Abril? ¿Qué haces aquí? ¿No estarías con Alejandro hasta el fin de semana? — pregunta. Deje en el suelo mis cosas, apreté mis labios en una línea, tomé aire por la nariz, intentando controlar el tiempo suficiente mis sentimientos, y no llorar frente a mi mamá — ¿Hija? ¿Paso Algo?
Yo asentí, antes de hablar
— ¿Está mi papá?
— Salió con tú hermano, pero no deben tardar mucho en volver. Pero ¿qué paso, hija?
Yo me acerque a mi madre y me aferre a ella. Inhale su aroma, intentando controlarme. Intentando que todo desapareciera. Quería encontrar un poco de paz. Quería sentir un amor de verdad. Un amor que no tenía mentiras. Senti como los sollozos salían de mi, y mi madre solamente me abrazo más fuerte. Acariciando mi espalda. Dejándome llorar en su hombro.
— ¿Terminase con él? — susurra, yo solo asentí — ¿Qué pasó?
— Me mintió sobre él. No era quien decía ser. Es un maldito mentiroso... — ni siquiera pude terminar de hablar porque mis sollozos se hicieron más fuertes
Parecía que si yo lo decía en voz alta, me lo volvía a recordar, como si mis oídos no soportarán escuchar eso. Como si mi voz no fuera capaz de decirlo. Como si aún no me resignaba a todo lo que había pasado.
Escuche la puerta abrirse, y no dude ni un segundo en saber que era mi padre y mi hermano.
— ¿Abril? — preguntó mi padre, su voz llena de preocupación. Antes de sentir como acariciaba mi cabeza. Gire mi cabeza hacia donde él estaba, y cuando él miró mis ojos, pude ver el dolor que él sentía. Como si también sintiera todo lo que yo estaba experimentado en ese momento
Estire mi brazo para que él se uniera al abrazo de mi mamá, y lo hizo. Al poco tiempo sentí como Tomás también lo hacía.
Cerré mis ojos, y fue como si detrás de tanta nubosidad pudiera escuchar mi corazón. Pudiera ver como seguía latiendo aún estando lastimado. Pude sentir, por primera vez en tantas horas, que este dejaba de doler, que este estaba en un poco de calma. Mis sollozos acabaron, las lágrimas dejaron de salir. Dejé de escuchar. Todo desapareció. Sentí como el sueño comenzaba a llegar a mí, y no supe en qué momento, solo abrazaba a mi padre, y mucho menos supe en que momento había llegando en mi cama.
Solo sentía como mi mamá acariciaba mi cabello, como cuando era una niña pequeña. Mi padre también estaba ahí, solo que sentado hacia donde yo tenía mis pies. Mis párpados comenzaron a sentirse pesados, y simplemente me deje vencer. No hice ni el menor intento en no dormirme. Solo dejé que todo se terminará en convertir en tranquilidad....
(*****)
— ¡Abril! — escuche un grito muy fuerte de la planta baja de mi casa, y me desperté de inmediato, note a mi madre mirarme nerviosa y con miedo en su mirada
— ¿Mamá? ¿Qué pasa? — preguntó, aún algo dormida. Ella sólo negó, antes de hablar
— Nada, todo está bien. Tranquila, vuelve a dor...
— ¡Abril! — volví a escuchar de nuevo ese grito desesperado — ¡Por favor escuchame!
Entonces, como si todo en mi terminará de conectar, me puse de pie, y retrocedí hasta que sentí mi espalda recargarse en la pared. Él estaba aquí. Me gritaba desesperado. Cubrí mis oídos con ambas manos, deseando que se fuera, que me dejara en paz
— Hija, tranquilizate. Ven conmigo a la cama —. Negué, mi madre intentó que volviera con ella pero yo me resistí, y justo en ese momento la puerta se abrió, dejando ver a mi hermano
— Mamá, por favor baja, necesitamos tu ayuda... — él me dedico una mirada rápida, antes que mi mamá me mirara
— Ahora vuelvo, todo estará bien mi niña —me dio un beso en la frente, y salió rápido de ahí junto con mi hermano.