XLII. La explicación
Abril Martinelli
Sus ojos no se despegaron de mi en ningún momento, yo apreté mis labios en una dura línea, antes de hablar
— Yo..., ehh...
— ¿De nosotros? — pregunta, como si intentará estar completamente seguro de lo que había escuchado
— Sí. Yo...
— ¿Aún existe un "nosotros"?
Auch, eso sí que dolió...
— No, mejor dicho ¿aún quieres que exista un "nosotros"? — yo trague saliva, el se puso de pie y camino hasta detener sus pasos frente a mí —. ¿Qué no dijiste que te arrepentías de todo lo que vivimos? ¿Qué no dijiste que desearías que nunca hubiera pasado?
— Yo no quería decir eso — susurro, bajando la mirada
— Pero lo hiciste, y no tienes ni la menor idea de cuánto dolió, Martinelli.
Tome aire, antes de intentar hablar, cosa que él me impidió
— ¿Qué son tú y Bruce? — pregunta directamente, yo tomé aire
— Ya te lo dije
— Necesito que lo repitas
— ¿Por qué insistes tanto con ese tema?
Solamente quería que lo dijera. Que lo admitiera. Que todo lo que las demás personas decían de él hacia mí, salieran de su propia boca...
— Ambos sabemos porqué
— Quiero escucharlo...
Él sonrió de lado, negando
— No lo escucharas — habla, seguro — ¿Qué es lo que buscas Abril? — susurra
— Que me vuelvas a amar como algún día lo hiciste..., que vivamos nuestro felices para siempre
Él tomó mi mentón con su mano, haciendo que lo viera
— Yo también desearía que fuera así, pero no podemos... — sentí mi pecho doler —, tú no me has perdonado. Tú lo dijiste. No podemos dejar todo eso atrás así como así, porque tarde o temprano todo eso regresará, y yo no estoy dispuesto a que ambos volvamos a sufrir
— Solamente deja que ocurra — le susurre.
Sus ojos y los míos conectaron. Volvimos al tiempo en donde hablábamos sin decir nada. Cuando una mirada era suficiente para demostrarnos todo lo que nos amabamos, todo lo que sentíamos
— Necesito una maldita respuesta, Abril. ¿De verdad te arrepientes de lo que algún día pasamos?
Mire la desesperación en sus ojos, la angustia, el miedo. Pero también vi la esperanza en su mirada. Yo ni si quiera tenia que pensar la respuesta dos veces
— No sería capaz de hacerlo nunca. Así como tampoco fui capaz de odiarte y olvidarte
Él suspiro aliviado, pero antes de que pudiera pasar algo más, antes de que dijéramos otra cosa, me arme de valor y lo besé.
Presione sus labios con los míos poniéndome de puntitas para poder alcanzarlo. Sentí sus hombros tensarse y por un momento creí que se alejaría, que me apartaria, pero no lo hizo. Puso sus manos en mi cintura atrayendome hacia él, antes de que yo colocará mis manos alrededor de su cuello para terminar hasta el último espacio que hubiera entre nosotros
Nuestros labios se movían al compás. Hacia tanto que no lo besaba que este beso no tenía una palabra que lo describiera la suficientemente bien
Ambos nos separamos cuando escuchamos la puerta sonar
— ¡¿Quién?! — exclama, molesto
— Señor, tiene una llamada de su padre por la línea dos
Sus hombros se volvieron a tensar, cerró los ojos, yo revisé la hora y note que faltaban solo treinta minutos para que mi clase iniciará y aún tenía que ir a la residencia por una carpeta que había olvidado
— Yo eh..., me tengo que ir — él me miró inmediatamente, frunciendo su ceño
— ¿Qué? No, no, no. No es necesario que te vayas.
— Estas ocupado, Alejandro. Yo fui la que llegó sin avisar, y bueno, no te puedo pedir que dejes todo a un lado para que ambos hablemos. Además tengo que ir a clases...
— No te vayas, por favor...
Senti mi pecho doler cuando entendí el significado más profundo de esas palabras. Me acerque a él antes de darle un beso en la mejilla que duró más de lo normal
— Está vez no pasará. — le aseguro —. Podemos hablar mañana, con más calma..., aquí o en otro lugar..., no importa
— Bien... ¿Tienes clases mañana? — me pregunta, yo asentí sin saber muy bien que planeaba
— Si, solamente las tres primeras, estoy en la etapa final del año. Con algunos maestros ya terminé..., ¿por qué preguntas?
— Mañana pasaré a recogerte.
Yo no dije nada, solamente le sonreí. Y por primera vez en mucho tiempo, logré sentir paz, tranquilidad. Porque él era y sería siempre mi lugar seguro...
Al día siguiente
— ¿Es decir que tendrás una cita con el millonario ese?
— Primera, no es una cita. Simplemente hablaremos. Y segunda, no lo llames así
— Primera — comienza Sam — se suponía que ayer irías solamente a "hablar" con él y se terminaron besando — mis mejillas se encendieron cuando dijo eso —. Y segunda, eso es lo que es. Dudo mucho que sea alguien con sueldo mínimo siendo el presidente de una compañía
Yo mordí mi labio inferior, sin saber que decir
— Todo saldrá bien Abril, ya lo veras — me animo Anali. Yo le sonreí un poco, antes de escuchar mi teléfono vibrar
— Es él, ya está afuera. Me tengo que ir. Nos vemos luego
— ¡Nos avisas que paso! —grita Sam
— ¡Y queremos detalles de todo! — grito esta vez Julián. Yo reí un poco antes de salir de la universidad