El Chico De La Mesa 4

CAPÍTULO CINCUENTA

 

 

L. Encuentro inesperado

 

 

Abril Martinelli

 

 

Mi ceño se frunció, confundida cuando las palabras de Vanessa salieron de su boca, ¿que decía?

 

— ¿Irnos? ¿A dónde?

 

— Solo tendremos una tarde de chicas, nada del otro mundo. Mi hermano y Henry están ocupados con trabajo y se la pasan siempre afuera, podemos escaparnos un momento y pasar el rato — yo lo pensé un poco

 

— ¿Pero no crees que llamaremos demasiado la atención cuando nos vean rodeados de tantas personas de seguridad?

 

Ella suspiro cansada. Antes de que sus ojos se encontrarán con los míos de golpe, brillando con intensidad

 

— Se me ocurre algo — comienza — ¿Qué tal sí nos vamos...

 

— Oh, no — trato de detenerla rápidamente antes de que termine de hablar pero no lo logro

 

—... sin que ellos se den cuenta. Es fácil. Lo he hecho más de una vez — confieza, encogiendose de hombros

 

— No, Vanessa. Tu hermano dijo...

 

— ¡Oh, vamos! ¡Mi hermano ahora está allá afuera haciendo no se que cosas y tu y yo estamos aquí sin salir a divertirnos! — exclama intentando convencerme

 

— Tal vez tienes razón, pero es por trabajo y...

 

— Ni siquiera se darán cuenta de que nos fuimos. — me interrumpe, yo solo la miró de reojo — ¿Entonces? ¿Qué dices? — desvíe mi mirada un poco, antes de que una sonrisa empezará a bailar en mis labios

 

— Esta bien. Vamos a apresurarnos

 

Ella dio un pequeño grito de felicidad antes de abrazarme fuertemente

 

— ¡Por eso te quiero tanto! — yo reí un poco antes de separarme de ella

 

Ambas nos comenzamos a preparar para irnos, sin que nadie se diera cuenta. Salimos de la habitación y nos dirigimos hacia el ascensor, rezando para que nadie nos viera

 

— Hay que salir por la puerta del restaurante, nadie sospechara nada — me susurra bajito para que nadie escuche, aun cuando solo veniamos nosotras dos en aquella caja

 

Una vez en la parte inferior del hotel, caminamos hacia el restaurante, y sin saber muy bien cómo, logramos salir del hotel. Caminamos un poco más rápido hasta estar lo suficientemente lejos de éste, y comenzamos a reír

 

Tomamos un taxi, y nos dirigimos hacia The Strip. Tenía demasiado de que había visitado Los Ángeles, más de dos años que no ponía un pie en este lugar que había olvidado lo mágico y hermoso que era estar aquí

 

Después de varios minutos en carro, finalmente bajamos y comenzamos a caminar parando frente a varias boutique's para ver la distinta ropa que tenían. Después de unos diez minutos, finalmente nos decidimos a parar en una tienda y probar algunas cosas.

 

Yo no llevaba tanto efectivo, solamente un poco de los ahorros que había juntado a lo largo de los años en los que trabajé en aquella cafetería que tanto extrañaba.

 

— Esta tienda me trae demasiados recuerdos — dice, nostálgica, yo la mire mientras escuchaba como continuaba —. Aquí venía con mi mamá a comprar, era nuestra tienda favorita...

 

Yo le sonreí de lado, pero justo cuando estaba por hablar, una voz de escucho a nuestras espaldas

 

— ¿Vanessa? — La voz de una mujer se escucho a escasos centímetros de nosotras

 

Los ojos de Vani se aguadaron de inmediato, se dio la vuelta tan rápido que creí que se caería, antes de mirar a la mujer que la había llamado

 

Mis ojos se dirijeron a aquella persona. Alguien de no más de cuarenta y cinco años, de estatura un tanto baja, pelo castaño claro, ojos negros, y de tez blanca. La mujer miraba sorprendida y a la vez emocionada a mi acompañante, quien de inmediato abrazo a la mujer 

 

¿Y yo? Yo solamente estaba de pie a un lado de ellas, cuestionandome mi existencia, y pensando en que cenaria esa noche. Mentira. Simplemente estaba viendo como ambas parecían tan afectadas de encontrarse la una con la otra. No sabía muy bien lo que pasaba, pero por un momento, una pequeña opresión en mi pecho se hizo presente.

 

— ¿Por qué no me dijiste que vendrías? ¿Qué haces aquí? — pregunta la mujer, acariciando las mejillas de Vanessa

 

— Fue muy imprevisto, mamá — le contestó, dejándome totalmente helada.

 

Oh, oh, ella era su mamá. No puede ser... 

 

 

Ella era mi suegra

 

 

Espera, ¿qué? Dios no. Yo no dije eso. Jamás lo diría, ni pensaría. Por supuesto que no...

 

 

Ajá, lo que digas

 

 

Maldita sea mi conciencia. La mujer me miró, y Vanessa también lo hizo, pude notar como su mente trabajaba a toda velocidad para idear alguna mentira lo suficientemente creíble. Siendo sincera, no esperaba a que ella me conociera, después de todo, dudaba mucho que la noticia de supuesto romance que había entre Alejandro y yo, llegará hasta esta parte del mundo.

 

La mujer ladeo un poco su cabeza antes de que sus ojos se abrieran de par en par y retrocediera un poco

 

— E-eres tú — susurro asombrada. Yo mire alarmada a Vanessa quien trago secamente

 

— Mamá... — comenzó, pero ella negó varias veces antes de acercarse a mí

 

— Tú eres la novia de mi hijo, ¿no? — yo entre abrí los labios y mire a la otra chica algo nerviosa

 

— Es una larga historia mamá — yo le sonreí apenada a la mujer, quien nos miraba a ambas confusas —. Primero que todo, mamá, ella es Abril Martinelli, una muy buena amiga mía. Abril, ella es mi madre, Annye

 

— Mucho gusto señora — le dije, sonriendole, ella me devolvió la sonrisa

 




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