Abril Martinelli
Normalmente la vida nos da muchas lecciones. Nos enseña muchas cosas de la peor manera. Nos lastima, nos hiere, nos quiebra, nos golpea, nos derrumba y todo esto solo con la intención de aprender de nuestros errores.
Yo había cometido más errores que aciertos a lo largo de mi vida, y dudaba mucho que en algún momento tomará una decisión correcta. Había tantas personas que me impedían ver con claridad lo que realmente me merecía; pero en especial era yo la que me detenia, o el miedo mejor dicho, no sabía lo que era depender solamente de mi o tal vez si, pero lo había olvidado. Y sinceramente, no sabía que era peor dentro de esas dos cosas...
Yo ahora mismo estaba bien. Me sentía bien. Y estaría bien. Las heridas del pasado ya habían sanado. Y aunque a veces dolían un poco, eso no significaba que no se hayan curado. Porque ningún dolor duraba toda la vida, y todo tarde o temprano lograbamos sanar cada herida.
Durante todo este tiempo, aprendí lo que era un proceso, lo que era la superación y el olvido. Y cuando entiendes el significado de esas tres palabras todo tiene mucho más sentido, todo encaja un poco más fácil.
Terminé de perdonar a todos y de perdonarme a mi, que creo que sinceramente, fue lo que más me costó hacer, más no fue imposible. Y claro que tardó, porque lo hizo y demasiado, pero todo iba a su tiempo, y yo no lo podía apresurar. Y aunque no todas las personas que en algún momento me dañaron no me pidieron perdón, supe perdonarlas sin que ellas me lo pidieran...
Habían pasado tantas cosas después de ese día. Once meses desde aquella tarde y no podía creer que me encontrara ahora en este lugar, a pocos minutos de que mi vida cambiará nuevamente.
Si les soy sincera, esta vez no le tenía miedo a los cambios. Los sentía necesarios y los había aprendido a aceptar. Esa fue la última sesión que tuve con mi psicóloga, aprender a aceptar los cambios y afrontarlos sin miedo. Aún recuerdo que me dijo que después de que saliera de su consultorio, todo cambiaría de nuevo, pero que no debía tener miedo, que aún cuando deseaba que yo no la volviera a necesitar, ahí estaría siempre dispuesta a ayudarme.
Y no se equivoco cuando dijo que todo cambiaría; porque sí, muchísimas cosas habían cambiado. Mi hermano menor, Tomy, se había ido a vivir a un departamento más cerca de su universidad, queriendo aprender lo que era ser autosuficiente y preparándose cada día un poco más para la vida de adulto que le esperaba. Mientras que mis padres se habían quedado viviendo los dos solos, visitando cada semana a mi abuela. Por otro lado, Óscar estaba bastante bien, y más con la llegada de su tercer hijo, así es, yo tendría otro pequeño sobrino o sobrina, aún no lo sabía.
Aún nos seguíamos reuniendo cada domingo, era de los mejores momentos de la semana, y ni hablar de los de Alejandro, mi madre se encargaba de que no le quedara ni un poco de hambre a mi novio, desde que llegábamos hasta que nos íbamos le ofrecían comida la cual ricitos aceptaba más que feliz.
Por otro lado, con mis amigos, los cambios también se habian hecho presentes: Andrea había conocido a un chico, bastante atractivo y atento con ella, ambos se miraban bastante enamorados, pero aún no eran nada, según ellos seguían en proceso de conocerse; y a manera profesional, le encantaba trabajar en el negocio familiar que sus padres le habían dejado, y las ventas que tenía estaban por los cielos. A Diego le estaba yendo bastante bien en Estados Unidos, había hecho crecer un poco más la empresa de su familia, logrando tratos con empresas demasiado prestigiosas e importantes en todo ese país, y su padre era el más orgulloso de eso. Anali y Samantha habían entrado a una prestigiosa empresa de videojuegos, Ali como gerente de negocios internacionales, y Samantha como encargada de publicidad. Mientras que Julián y Mauricio habían decidido emprender su propia marca de lentes, a la cual en su poco tiempo de existencia le estaba yendo bastante bien, teniendo ya una sucursal en el centro de la ciudad.
Vanessa estaba en la mejor etapa de su carrera artística, teniendo un gran número de ventas con sus obras, convirtiéndose en las artistas mejor pagadas del continente. Nick se había convertido en el presidente de la empresa que era del señor Schieber, a petición de Alejandro. Por otro lado, la señora Annye, estaba bastante bien y se dedicaba a hacer lo que le gustaba, ser enfermera.
Alejandro había tenido mucho trabajo y muchos viajes durante estos últimos meses debido a la ignaguracion de nuevos departamentos en otros países, y eso era algo bastante bueno, ya que daba significado al gran crecimiento que había tenido la inmobiliaria. Sus bares tampoco se quedaban atrás, ya que había abierto tres más en la parte norte del país. Y de manera personal, nuestra relación también estaba en un momento de ensueño.
Y económicamente a mi también me estaba yendo bastante bien. Había abierto una fundación para niños con alguna discapacidad que se mantenía de las donaciones de empresas y del dinero que resivia de la empresa del señor Schieber. No podía decir que era una millonaria, pero si tenía el dinero suficiente como para poder mantenerme sin problemas o preocupaciones económicas.
Pero no todo era color rosa, por supuesto que no lo fue. En uno de los viajes de Alex, Dylan había vuelto a aparecer, no sabía cómo lo había hecho, pero había dado con la dirección del departamento en el que mi novio y yo vivíamos
Solo había vuelto para obligarme a darle dinero, cosa que por supuesto no consiguió, cuando le conté a Alejandro, él se puso furioso, quería volver a la ciudad en ese mismo instante, y sinceramente, ni siquiera supe cómo lo logré controlar para que no lo hiciera. Después de eso, no me sorprendió cuando note guardias rodeando el edificio, y mucho menos acompañándome a donde sea que fuera mientras Alex no estaba en la ciudad.
Una vez volvió mi novio, no supe como lo hizo, pero había hecho que obligarán a Dylan a irse del país si no quería tener problemas legales bastantes fuertes. Aún recuerdo la gran sonrisa que Alejandro tenía ese día cuándo me dio la noticia. Él estaba más feliz que yo. Se que hubo una parte que no me quiso contar, pero que de todos modos me enteré, y fue que Alejandro había ido a darle la noticia a Dylan de una manera no tan amistosa. No dudo que esa fuera la verdadera razón por la que estaba tan feliz.
Fuera de ese momento amargo, todo estaba bien, todos estábamos bien. Finalmente existía esa tranquilidad que tanto había esperado, y no por día estar más feliz por ello.
Sonreí mirando el cielo a través de la ventana, dándome cuenta de lo mucho que todo había cambiado, y de como había logrado salir adelante pese a todo.
Me transporte un momento a cuándo tenía veinte años, me recordé llorando todas esas noches, como rogaba por no despertar o que el dolor terminaba. Había caído tan bajo que seguía sin creer que ahora estaba donde estaba. Esos recuerdos ya no dolían, esa herida ya estaba totalmente curada y seca.
A veces me pregunto si esa parte de mi historia tendría que contársela a mis futuros hijos, y llegue a la conclusión de contarselas cuando yo esté segura de que realmente lo necesiten lo cual espero jamás lo hagan...
— Pasé — dije cuando escuché como tocaban la puerta
— ¿Estas lista, hija? — me pregunto mi mamá, yo la mire apretando un poco los labios
— Lo estoy, mamá — ella tomó mis manos entre las suyas antes de acariciar mi mejilla
— Estoy tan orgullosa de ti
Sentí mis ojos llenarse de lágrimas cuando ella me abrazo
— Has logrado tantas cosas, mi niña. No tienes idea del orgullo que me das
Cerré mis ojos disfrutando su abrazo, sintiendo como mi niña interior estaba tan feliz por las palabras de su madre
Y es que a pesar de todo, ella jamás fue mala madre. Siempre trato de tomar las decisiones correctas para su familia, y aunque se equivocó muchas veces, yo se que nunca fue su intención lastimarnos. Tampoco fue su culpa que yo tuviera problemas. Yo sabía fingir bastante bien, y como alguna vez alguien me dijo "no puedes ayudar a alguien que no esta dispuesto a que lo ayuden"
Ella tomó de nuevo mi mano, y me guió hasta la planta baja de las escaleras, donde se encontraban mis dos hermanos, mi padre y mi mejor amigo
Los cuatro me miraron bajar y pude ver como mi papá se aguantaba las ganas de llorar, al igual que mi mejor amigo.
Los primeros en acercarse fueron mis hermanos, quienes me abrazaron muy fuerte. Fue uno de esos abrazos que me hizo sentir en casa, y que me hicieron recordar porque seguía aquí. No fueron necesarias las palabras, los tres nos decíamos todo con ese abrazo de hermanos...
Después siguió Diego, quien cuando me abrazo, me dijo las cosas más lindas y que jamás olvidaría en mi vida. Me hizo reír como siempre lo hacía, al mismo tiempo que me recordaba lo mucho que me quería.
— Sabes que sí te arrepientes de esta decisión, podemos huir a Estados Unidos — yo reí de nuevo separándome de él
— Créeme, estoy demasiado segura de esta decisión
— La propuesta seguirá siempre de pie — reiteró, guiñandome el ojo, provocando que riera de nuevo
Y cuando al fin le tocó a mi papá, se permitió llorar un poco, mirándome como si fuera la última vez que estaríamos juntos
— Mi pequeña niña..., te amo tanto — susurro antes de darme un beso en la frente —. Siempre serás mi pequeña princesa — me dijo al oído —. Estoy tan feliz que hayas encontrado a tu príncipe azul — dijo separándose de mi
Yo le sonreí antes de hablar:
— Te equivocas papá, tu siempre serás mi primer y único príncipe azul — el me volvió a abrazar esta vez un poco más fuerte que antes —. Te amo tanto papá
— Y yo a ti mi niña...
Yo mire a mis padres, quienes me tendían la mano esperando a que decidiera entrar en aquel lugar.
Volví a cerrar los ojos, tomando un poco de aire, al mismo tiempo que miraba mi vida pasar. Recordando cada pequeño momento que me marcó para siempre, y preparandome para el que se aproximaba.
Cada paso que daba por aquel pasillo significaba un nuevo comienzo, una nueva etapa en la que todo cambiaría, y en la que yo cambiaría. No tenía miedo, estaba segura de que todo estaría bien, y si no salía así, el mundo no se acabaría.
Mi padre miró a Alejandro, quien solo le presto atención unos segundos antes de volver a mirarme a mi, y sonreirme de la forma en la que solo a mi me sonreía. Nuestros ojos decían todo lo que nuestras bocas no podían.
Siempre han dicho que una mirada dice más que mil palabras, y la frase siempre estaría en lo correcto, porque el sentimiento que experimentaba con Alejandro no se podía describir en palabras, pero yo sabía que él lo sentía con mi mirada, al igual que yo lo sentía con la suya.
— ¿Estas lista para este nuevo comienzo? — me pregunto en un susurro, yo le sonreí tomando de su mano
— Lo estoy...
(***)
Ver lo atardeceres era de las cosas que más amaba en la vida, me daba tanta paz y tranquilidad que nunca me cansaría de hacerlo. Era de esos momentos en los que tu mente se despejaba por completo. En donde podías recordar lo que ya no seria y lo que fue. Era de esos pequeños momentos donde te dabas cuenta que habías logrado vivir un día más, donde habías sentido un poco más...
Sonreí sintiéndome viva, en paz. Sintiendo como la vida pasaba un poco más lento. Deteniéndose un momento para poder disfrutar un poco más.
— Lo logramos, Alex — le susurre a mi esposo, recargando mi cabeza en su hombro
— Lo logramos, cariño. Y aún faltan muchas cosas por recorrer
— Pero, estaremos juntos, ¿verdad? — pregunte, despegando la vista del mar y del atardecer para poderlo ver. Solo me sonrió dejándome un pequeño beso en los labios
— Siempre lo hemos estado...
— Por primera vez no tengo miedo — confesé, él me miró atento —. Sea lo que sea que vaya a pasar, no le temo porque se que tu estarás junto a mí...
— Te amo como no tienes ni la menor idea, Abril. Y te prometo hacerlo por el resto de mi vida y después de ella. — susurro tomando mi mano —. Nunca te fallare, ni te lastimare. Prefiero morir a causarte algún daño. Haberte conocido fue el mejor momento de mi vida y lo será siempre.
《 Contigo aprendí demasiadas cosas, me enseñaste lo que significaba amar a alguien más que a tu propia vida, me enseñaste lo que era preocuparse realmente por alguien. Me hiciste aprender lo que era verdaderamente el amor, y te lo agradezco tanto, porque si ahora soy el hombre que soy es por ti y solo por ti. Porque cambie para ser alguien que realmente te mereciera, porque lo que era antes y lo que soy ahora no se comparan en lo más mínimo y jamás lo harán
《 Si me dieran la oportunidad de cambiar algo no lo haría, porque todo lo que pasamos nos llevó a donde ahora estamos. Y aunque tuvimos nuestros momentos bajos, supimos ponermos de pie y seguir juntos.
《 Y tal vez nada sea perfecto, y muy probablemente lleguemos a tener problemas, pero te juro que dare todo de mi e incluso más pera que esto funcione y no termine. Porque si de algo estoy seguro, es que tu eres el amor de mi vida, y no te perderé por nada de este mundo...
— Yo también te amo muchísimo Alejandro. Nunca lo dejare de hacer, te mentiría si te digo que me enamore de ti a primera vista, porque es mentira, porque te aborrecía por odioso. — bromeo —. Pero no te miento cuando te digo que te ame como nunca creí que amaría a alguien. Estoy segura que eres y serás siempre el amor de mi y para mi vida.
《 Y aunque no todo comenzó bien, logramos afrontarlo y lo seguiremos haciendo cada dia de nuestras vidas. Porque lo prometimos en el altar, prometimos estar juntos hasta que la muerte nos separa e incluso hasta después...
— Te amo, Bril...
— Yo también te amo ricitos...
Y si, lo que comenzó con una mentira, terminó con el te amo más real y sincero que pudiera existir en esta vida...