Quien diría...
Alejandro Schieber
Meses después
Las juntas eran de las cosas que más odiaba en mi trabajó. Tener que sentarme a escuchar por casi dos horas lo que me pueden resumir en quince minutos es realmente molesto
— Señor — escuche que mi asistente me hablaba en un susurro después de entrar a aquella sala con demasiada discreción; yo la mire de reojo —. La señorita Abril esta aquí, le pedí que esperara en su oficina
Yo solo asentí algo confundido
— Dígale que en diez minutos estoy con ella
Mi asistente volvió a asentir para después salir de aquella sala de juntas.
Se me había bastante extraño que ella estuviera aquí, ya que desde nuestra boda, era demasiado extraño que ella pusiera un pie aquí, y la entendía, estaba muy concentrada trabajando en la organización para los niños con alguna discapacidad que hasta hace poco había fundado. El cual por cierto, le estaba yendo muy bien y estaba muy orgulloso de ella...
Finalmente despues de unos minutos, tuve que disculparme y avisar que me tenia que retirar pero que podian continuar con la junta sin mi presencia; y después de despedirme lo más cortes que pude, salí de ahí dirigiéndome hacia mi oficina.
— Que nadie nos moleste, por favor — le pedí a mi asistente antes de entrar
Ella estaba sentada en la pequeña sala escribiendo algo en su teléfono, pero cuándo escuchó la puerta cerrarse, me sonrió de la forma más hermosa que he visto.
— Alejandro — habló poniéndose de pie, antes de dejarme un corto beso en los labios
— Abrilcita — dije sabiendo que detestaba que le dijera así
— Maldito — susurro mirándome con odio. Yo reí antes de volverla a besar
— ¿Y a qué se debe esta agradable visita? — pregunté aún con mis manos en su cintura
— ¿Estas muy ocupado? — preguntó, yo hice una mueca
— Algo, pero ¿que pasa?
— Es que quería que me acompañaras a un lugar
Note un tono bastante sospechoso por lo que la mire extrañado
— ¿A quién vamos a matar?
— A nuestra vecina — yo solte una carcajada
— ¿A Lanita? ¿Porqué? Si es un encanto — hable divertido, sabiendo lo mal que se llevaba con ella
— Por coquetearle a mi esposo. Y creo que también lo mataré al él por decirle encanto — amenazó, provocando que yo volviera a reír
— No hay necesidad de cometer ningún homicidio — le asegure acariciando su espalda — Su señor esposo solo tiene ojos para usted y solo usted
— Pues más le vale, si quiere conserva sus lindos ojitos
— Que toxica, cariño — esta vez fue ella quien rió antes de volver a hablar
—¿Y entonces? ¿Me acompañas?
— Muy bien. Dame cinco minutos — ella solo asintió y yo me dirigí hacia mi escritorio para tomar y guardar lo necesario
Una vez listo, tome la mano de mi esposa y camine hacia afuera donde le avise a mi asistente que saldría y no sabía cuanto tardaría en volver
Baje con Abril hacia el estacionamiento y me sorprendí cuando camino directo hacia el lado del piloto
— ¿Manejaras tú? — pregunte sonriendo, ella asintió
— Claro, creo que olvidé decirte esto, pero es una sorpresa
Yo sonreí aún confundido
— ¿Una sorpresa? — ella asintió de nuevo, antes de mirar su reloj
— Así es, una sorpresa a la cual ya vamos tarde. Así que date prisa y sube al otro lado
Yo frunci mi ceño pero no protesté.
— Casi lo olvidaba, pero necesito vendarte los ojos
— Estoy empezando a creer que si me asesinaras
— Cállate y deja que te ponga esta cosa — dice rodando los ojos, yo reí divertido
Cuando finalmente terminó de cubrirme los ojos, sentí como la camioneta comenzó a avanzar al mismo tiempo que mi desesperación comenzó a aumentar
— ¿Ya? — pregunté ansioso
— Vamos saliendo del edificio, Alejandro. Cálmate.
— Es que no puedo respirar con esta cosa en los ojos
— No sabía que necesitabas mirar para poder respirar — dijo sarcástica
— Claro. Así te puedo ver, recuerda amor mío, tu eres el oxígeno de mi vida
— ¿A caso buscas robarle el puesto a romeo? ¿O porqué tan poético? — contesto indiferente, yo suspiré cansado
— Ni se te ocurra quejarte el día que deje de llenarte de poemas, no sabes apreciarlos
— Ese día tu conocerás mi lado más poético cariño
— Ufff, muero porque llegue ese día — escuche como reía — ¿Ya casi llegamos? — pregunte aún ansioso
— ¡Por Dios! ¡Qué impaciente eres, Schieber! — exclama
— ¡Tú estarías igual si estuvieras en mi lugar! — protesté. Casi pude ver como rodaba los ojos antes de subirle a la música
Pasaron varios minutos antes de sentir cómo el auto se detenía por completo. ¡Gracias a Dios! ¡Al fin me va a quitar esta asquerosidad de los ojos!
— ¿Por fin llegamos? — pregunté pero nadie me respondió — ¿Abril? — volví a hablar, pero esta vez escuche como la puerta de mi lado se abría
— Muy bien, ricitos. Es hora de bajar — ella me ayudo a bajar de aquel auto y después de unos segundos comenzamos a caminar por un camino algo recto
— ¿Hacia dónde me llevas?
— En unos momentos lo sabrás, tranquilo.
Yo no insisti, con la esperanza de que la espera fuera menor
Finalmente sentí como enterábamos a otro lugar, antes de que el olor a café impregnara mis fosas nasales. ¿Estábamos en la cafetería?
— Tome asiento señor, Schieber — me dijo antes de que yo pudiera sentir el respaldo de la silla
— ¿Ya me quitaras esto de los ojos? — pregunté aún más ansioso
— Si, ya voy, señor paciencia — sentí como me quitaba esa espantosa venda y parpadee un par de veces seguidas, intentando acostumbrarme a la luz de aquel lugar
Y tal como lo sospeche, era la cafetería en donde ella llegó a trabajar, frunci un poco mi ceño al ver que esta estaba totalmente sola; sin los gritos de Rafa hacia Leandro. Solamente éramos mi Abril y yo... en la mesa cuatro.
— ¿Y esta sorpresa? — pregunte al ver todo lo que yacía en la mesa
— Los dos hemos estado bastante ocupados últimamente, y quería organizar algo para relajarnos. Recordar viejos tiempos...
— ¿Hablas de aquellos tiempos cuándo éramos unos mocosos enamorados? — bromeo divertido, provocando una sonrisa por parte de mi esposa
— Si, cuando éramos unos mocosos de veinticuatro años — yo reí esta vez, mire de nuevo a Abril quien no tardo en volver a hablar — ¿Quieres comenzar a comer?
— Esta bien. Sorprendeme — le dije. Y esta vez fue la aparición de Leandro y Nala, yo reí al verlos a ambos de trajes blancos y pequeños moños negros — ¿En qué momento cambiaron el uniforme de la cafetería a un disfraz de pingüino?
Nala me miró rodando los ojos
— Dale las gracias a tu querido amigo Leandro — murmuro de mala gana
— ¡Esta genial este uniforme! ¡Parecemos de esos meseros que salen en las películas!
— Leandro — lo llamó Abril divertida por la conversación — ¿Cuando has visto que en las cafeterías de las películas estén vestidos así? — él abrió un momento la boca antes de volverla a cerrar
— Escuchenme muy bien ustedes tres: me han herido muchísimo mis sentimientos, así que comprense un bosque y pierdanse en el — dicho esto se retiro muy ofendido, yo reí antes de mirar a Nala
— ¿Y cuál es la especialidad de hoy? — pregunte, ella sonrió de nuevo
— Hacer llorar a la gente — Abril rio divertida, antes de hablar
— Podrías traerme un pastel de café frío por favor, y una taza de café también
— ¡Dios mujer! ¡Te matarás con tanta cafeína! — mi novia sonrió negando un poco. Nala me miró a mí esperando lo que yo le pediría
— Lo mismo de siempre
— Tartaletas de fresa con una limonada que no esté hecha por Abril — yo asentí feliz —. Muy bien, en cuanto encontente a don sensible les traigo su comida
Y sin más se dio la vuelta y se fue, dejándome de nuevo solo con mi Abril
— No puedo creer que pidas lo mismo siempre que estemos aquí — dijo después de unos segundos —. Hay demasiadas cosas por probar para que siempre pidas lo mismo
— Tiene toda una historia detrás y tu mejor que nadie la sabes. — ella me sonrió un poco antes de suspirar
— ¿Puedes creer que ya llevamos casi siete meses casados? — preguntó sonriendo
— Sinceramente, no. Y los nervios que pasé ese día parece que los experimente ayer
— No entiendo porque estuviste tan nervioso, ni que me fuera a arrepentir o que fuera a salir corriendo — comentó divertida
— ¿Y quien me aseguraba eso? Tal vez salías corriendo como la rompe corazones que eres
— Claro, y que mi estrés no haya valido para nada. Además, ¿cómo planeabas que escapara si ese lugar estaba mejor cuidado que la casa blanca?
Yo reí, y es que realmente tenía razón. Había invertido demasiado en la seguridad de ese día, había varios filtros para poder pasar por completo al área donde todos los invitados se encontraban. Y ni hablar del servicio de meseros, investigue lo suficiente a cada uno de ellos para saber que eran seguros.
Y los invitamos tampoco se quedaban atrás, a pesar de que había sido una fiesta bastante íntima, no me salve de tener que invitar a uno que otro empresario importante, los cuales tuve que investigar un poco más de lo necesario. No quería que nada nos pusiera en riesgo ese día
— Estaba intentando cuidarnos, que es diferente
— Ese lugar estaba a media hora de la ciudad Alex
— Peligro hay por cualquier lado Abrilcita
Ella sonrió sin volver a decir nada más. Nala y Leandro volvieron pero a comparación de la última vez, solo dejaron la comida y se volvieron a ir. No le tome demasiada importancia, y el momento comenzó a pasar bastante rápido para ser sinceros. Pero me había acostumbrado que con Abril siempre fuera así, disfrutaba tanto los momentos con ella que el tiempo volaba como consecuencia
— Hacia demasiado que no pasábamos tanto tiempo hablando sin prisas...
— Muchas cosas han cambiado, ¿eh? — dijo dándole el último trago a su bebida
— Lo necesario. Pero era algo que tarde o temprano pasaría...
— Y pronto todo cambiará por completo de nuevo — la escuche susurrar; de nuevo, no le volví a dar importancia y suspiré
— Me alegro que hayas ido a sacarme de la oficina, estar contigo es mil veces mejor que estar encerrado en ese lugar — ella me sonrió de una manera distinta a las demás sonrisas que me regalaba
— Era muy necesario... — y antes de que yo pudiera decir algo más, Nala apareció con una bandeja cubierta, yo frunci me ceño algo confundido
— Ya no te pedí nada, Nala — dije aún confuso, ella sonrió de lado, antes de susurrar algo que no comprendí muy bien, pero era algo de la especialidad del día o no sé — ¿Sabes que es esto? — pregunté aún muy extrañado, ella de nuevo me sonrió
— Es hora de que lo abras, Schieber...
Yo solo la miré, antes de tomar la pequeña tapa y quitarla por completo de la bandeja
"— ¿Y cuál es la especialidad de hoy? — pregunte, ella sonrió de nuevo
— Hacer llorar a la gente"
Sentí como me quedaba totalmente sin aire. ¿Cómo era posible que solo unas cuantas palabras te dejaran completamente en blanco?. ¿Cómo era posible que tu corazón explotará en tan poco tiempo?
Mire a mi esposa, quien sonreía demasiado al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas
— Jurame que esto no es una broma — susurré como pude, ella negó dejando caer un par de lágrimas
"Espero sacar tus rizos, papá. Nos vemos en unos meses"
Me puse de pie y me dirigí hacia Abril antes de abrazarla y hundir mi rostro en su hombro
— Vamos a ser papás, ricitos — me susurro, yo cerré mis ojos sintiendo como las lágrimas caían
Eran tantas emociones en un tiempo relativamente corto. No había palabras para explicar todo lo que sentía. Serían papá con el amor de mi vida. Tendría un hijo o una hija; tendría un pedacito de mi en este mundo...
No podía creer lo que estaba pasando. Me parecía tan irreal todo que llegue a creer que era todo un maldito sueño.
— Voy a ser papá — dije aún llorando, Abril asintió sin dejar de abrazarme
Me aleje de ella tomando su cara entre mis manos, dejándole besos por todos lados. Ella solo reía antes de que yo la mirara a los ojos
— Te amo tanto, Martinelli
— Y yo a ti, ricitos
Quien diría que todo comenzó en esa cafetería...
Quien diría que conocería al amor de mi vida en ese lugar...