El chico de la otra realidad

Capítulo V

 

ㅡDisculpe la interrupción, señor Sanders ㅡdijo una enfermera morena y menuda con la peor cara de angustia que había visto en mi vida, sin embargo, mantenía completamente su firmeza y un delicado tono de vozㅡ, tenemos un problema en el primer piso y es una emergencia.

Uno de los primeros días de mi estadía en el hospital había escuchado que en el primer piso ocurrían cosas extrañas con los pacientes, incluso algunos estaban encerrados como en un manicomio, totalmente aislados. Me parecía intrínsecamente absurdo tener a personas que quizás estuviesen pasando por el peor momento de sus vidas encerradas en un mismo edificio, y yo estaba incluida.

La verdad es que estábamos "detenidos" por el último recurso usado por la ley, porque no éramos capaces de tomar decisiones por nosotros mismos y eso suponía un riesgo para nosotros y para quienes nos rodeaban ¡Vaya mierda!

ㅡPerdóneme, señorita Williams ㅡme dijo el psiquiatra mientras se levantaba de su silla y recogía sus cosasㅡ. Llamaré a una enfermera para que la acompañe a su habitación de nuevo. Dejaremos nuestra conversación para otro momento.

No me dejó tiempo para responderle. Salió de inmediato del consultorio. Quise seguirlos, pero algo me detuvo ¡Los estúpidos cables! Tenía que ir como una tortuga hasta la puerta para ver lo que ocurría. Todo estaba normal, excepto varias personas que corrían al final del pasillo para tomar el ascensor, entre ellos pude ver al psiquiatra, a Robin y a otros doctores.

Me pregunté qué habría pasado. Quizás uno de los pacientes había fallecido por autoflagelación o algo parecido, aunque no lo creía posible, la seguridad en ese lugar era de las mejores, según mis padres. Pensaba que quizás finalmente iba a estar segura, muy lejos del hombre que me secuestró, sin embargo, no creía que la seguridad fuera suficiente, seguía pensando en que me perseguía. Algunas veces escuchaba su voz justo detrás de mí.

Cuando la policía me llevó al psiquiátrico por primera vez pensé que era imposible que mi familia pudiera pagar mi estadía en un sitio como ese, así que fui inoportuna y pregunté a Robin cómo las personas pagaban por los cuidados que nos daban y me explicó que, en mi caso, había existido una fundación que coordinó y recaudó una recompensa de miles de dólares para alguna persona que pudiera suministrar cualquier información que tuviesen sobre mí. Por lo cual, cuando reaparecí, se decidió que ese dinero se utilizaría para mis cuidados.

Allí, parada en medio del pasillo, contemplando a esas personas apresuradas por bajar las escaleras hacia el primer piso, sentí un fuerte dolor en un costado que tuve que presionar suavemente con mis manos. El dolor se hizo más fuerte y me detuve en medio del pánico y la desorientación.

Una enfermera que se acercaba me sostuvo justo a tiempo antes de caer y golpear mi cabeza contra el suelo, el dolor se hacía más y más insoportable.

ㅡ ¡UNA CAMILLA, POR FAVOR! ㅡfue el último grito que escuché antes de caer en mi inconsciente.

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22 de Febrero de 2019, 4:06 am

Una semana y cuatro días en libertad

Mi conciencia me había llevado hasta el borde, estaba reviviendo imágenes, olores y sensaciones que me erizaban la piel. Miento, no sólo me erizaban la piel, me hacían retorcerme de mil y un formas, no podía soportar ver que había vuelto a aquel horrible lugar, pero tampoco me sentía capaz de tener la fuerza para salir de allí. Escuchaba su voz en todas partes, las paredes gritaban su nombre y yo no tenía control de nada. No podía moverme coordinadamente, ni siquiera para taparme los oídos e intentar parar los gritos, pero de repente logré abrir los ojos y observaba todo dentro de una delgada línea.

Era de noche y me encontraba en mi habitación del psiquiátrico sin saber cómo había llegado a allí. Al fin pude moverme un poco y gemí por el incómodo dolor que volvió a mi costado.

ㅡHola ㅡse escuchó en una esquina de la habitación. A pesar de la oscuridad, giré mi cabeza en su dirección con un nudo en la garganta. Quise gritar, pero una mano me tapó la boca con firmezaㅡ. Sssshhhh, tranquila, soy yo.

La voz masculina me sobresaltó y al quitar su mano de mis labios comencé a jadear, recuperando el aire que me había quitado un segundo antes. Odiaba tanto escuchar la voz de aquel hombre, quería que saliera de mi cabeza de una vez por todas.

ㅡ ¿Qui...quién eres? ㅡpregunté agitada una vez que confirmé que la voz no era de quien pensaba. Escuchaba los latidos de mi corazón en mis oídos.

ㅡ ¿No sabes quién soy? ㅡse produjo un silencio entre ambos. Por supuesto que no sabía quien era, la oscuridad era demasiado densa para reconocerloㅡ. Soy Lorent.

ㅡ ¿Lorent? ㅡpregunté exaltada. Me encontraba somnolienta y desorientada todavía.

Nunca pensé que podría interesarme tanto escuchar su nombre y su propia voz segura, suave y varonil a la vez, que había reemplazado la desagradable voz que se estaba esfumando poco a poco de mis oídos al despertar de esa terrible pesadilla.

ㅡSí, soy yo.

ㅡNo... no sé quien eres... quiero decir, no te conozco ¿Qué quieres?

Cuando la visión de mis ojos se acostumbró a la penumbra, pude ver un cuerpo alto y delgado. El pálido rostro del chico y su nombre, por fin, me resultaron conocidos.

ㅡ ¡Oh! ¡El chico de la reverencia! ㅡrecordé en voz alta.

ㅡ ¿Sabes quién soy? ㅡpreguntó. 

Sonó increíblemente entusiasmado.

ㅡSí, ¿qué demonios haces en mi habitación a estas horas?

ㅡNo lo sé ㅡrespondió y pude ver que levantaba sus hombros.

Me pareció tan gracioso que solté una risita divertida.

ㅡ ¿Cómo haces para salir tan fácilmente de tu habitación? ㅡpregunté con curiosidad.

A mí me costaba una eternidad sentarme, levantarme sobre mis pies y arrastrar el ruidoso montón de litros de los medicamentos que me acompañaban a todas partes.




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