En muchas películas cuando alguno de los protagonistas está pasando por un momento triste, la magia de la ficción obra a favor de sus estados de ánimos y milagrosamente llueve aportándole más dramatismo al la escena. Quisiera decirles que aquel día era así y que caminaba entre las sombras del cementerio con mi paraguas negro, pero no era esa la situación sino todo lo contrario, el sol resplandeciente calentaba mis mejillas y odié que lo hiciera y que fuera un día tan lindo.
Si, lo se, se que últimamente mi vida era como uno de esos dramas turcos en los que la protagonista no hace más que sufrir y llorar pero, ¿cómo me iba a sentir si no?
Bueno, para que vallan entendiendo como comenzó este día y qué hago sola en el cementerio les aré un breve recuento.
Todo comenzó por la espléndida idea de mi madre de que viéramos una película juntos, o sea, Juan, Piter, mi madre y yo. Obviamente eligieron ver una comedia y no un drama o nada que tuviera algo que ver con cosas tristes ( Para que yo no sufriera ni pensara en lo que había sucedido ) La película terminó siendo una historia monótona que consistía en una sucesión de peripecias tontas y sin sentido, al final nos terminamos aburriendo. Hubo un punto en el que Piter comenzó a intercambiar chats con alguien, mi madre y su "novio" empezaron a darse pequeños besitos creyendo que Piter y yo no nos dábamos cuenta y fue cuando no pude más, me empezó a faltar el aire y me sentí ahogada por lo que tomé las llaves de mi auto y sin decir nada me fui.
Estuve por mucho tiempo conduciendo por las calles de Cielo Estrellado hasta que una de ellas me condujo al cementerio, por eso estaba allí, no fue algo que planeé, sólo lo hice. De un segundo a otro quice ver su lápida una vez más, quice saber si sentía lo mismo, si ese "algo" en mi interior me hablaba y me daba alguna señal sobre lo que debía hacer para continuar con mi vida.
Estando allí, en frente de aquella loza de mármol con su nombre impreso me sentí peor, era como si estuviera metida en un sueño irreal, como si todo fuera parte de un libro escrito por un loco empecinado en hacerme sufrir y era absurdo porque sabía que esa era mi realidad pero no la quería aceptar, solo quería de vuelta eso que me habían arrebatado sin previo aviso.
Lentamente me agache y palpé la losa. Se sintió demasiado fría, no tenía un ápice de vida y eso aumentó mi dolor.
—¿Miseria? —Una voz conocida me devolvió a la realidad y me puse de pie de inmediato.
Al darme la vuelta la vi, era Rita, en sus manos llevaba un ramo de flores.
—¿Rita?
Las dos fuimos absorbidas por el silencio del lugar, y fue raro pero en ese momento sentí que las dos entendíamos nuestro dolor y percibí en su mirada tristeza, a lo mejor en el fondo si que Alex había sido importante para ella.
—Vine a traer esto, ni siquiera se si de algo sirve pero lo quice hacer.
Me hice a un lado sin decir nada y colocó las flores a un lado de unas ya marchitas. Entonces dijo —Esto es una mierda.
—Lo se.
—Sabes..
—No me lo digas. —La interrumpí y se dio la vuelta para observarme con el ceño fruncido —Se que me dijiste que iba a sufrir pero...—Un nudo se formó en mi garganta.
—No te iba a decir eso, te iba a decir que estaba equivocada. Todo el tiempo creí que Alex me había hecho daño y fue todo lo contrario, fui yo la que insistí aún sabiendo que desde el principio estaba enamorado de ti. Con Alex todo fue demasiado obvio y aún así por un momento creí que se podría enamorar de mí, fui una estúpida por creer que algo así me podía suceder.
—A todos nos puede suceder, todos podemos amar y ser amados.
—Si, pero no como el amor tuyo y de Alex. Lo de ustedes fue especial. Él te amaba demasiado Miseria.
—Lo se —Los ojos se me empezaron a llenar de lágrimas y me quedé observando fijamente la lejanía. Miles de personas descansaban en aquel lugar, personas con sueños, con esperanza, personas que amaban y eran amados. Al final todos iríamos a parar allí, solos, como Alex, un chico de 18 años que solo soñaba con ser libre.
—¿Me perdonas? —Las palabras de Rita me sacaron de mis pensamientos. —Fui una estúpida el otro día cuando fuiste a mi casa, no debí tratarte así.
—No pasa nada. Todos nos equivocamos en algún momento, lo importante es reconocer nuestro error y tú lo acabas de hacer.
Asintió —¿Aún podemos ser amigas?
—No lo se, el tiempo se encargará de responder eso.
—Bueno, me voy, afuera está Charley esperándome. ¿Quiéres que te llevemos a tu casa?
Negué con la cabeza y se marchó. Después de eso no supe que hacía en aquel lugar, definitivamente allí no estaba lo que estaba buscando, ni siquiera sentía que Alex estaba allí por lo que me fui.
Camino a mi edificio pasé por la casa de Ethan y el corazón se me oprimió. Por un momento creí que si apretaba el claxon aparecería él pero eso no iba a suceder. Sólo me quedé ahí, desde el auto observando su casa y decidí llamarlo por teléfono.
—¡Mise!
—Hola.
—¿Cómo estás? ¿Qué están haciendo para sobrevivir sin mí?
—Me siento sola...
Un silencio se hizo presente desde el otro lado de la línea.
—¿Por qué Lía no está contigo? —Preguntó e imaginé que estaba un poco enfadado con mi amiga por no estar conmigo.
—Porque no le dije que iba a ir al cementerio, no le dije a nadie. —De ese modo empecé a llorar. —Ahora pasé por tu casa y quise entrar pero supe que no podía porque ya no estás ahí. Sentí la necesidad de hablar contigo por eso te llamé.
—Hiciste bien, recuerda lo que siempre te he dicho, se que ahora no puedo ir en mi auto a buscarte cuando estás triste pero sí puedo hablar contigo. Dime, ¿todo esto es por él verdad?
Asentí y me di cuenta que él no podía ver mi gesto por lo que contesté —Si.
—Es normal que te sientas sola en estos días pero te aseguro que te vas a adaptar, eso es lo bueno de nosotros los seres humanos, que nos adaptamos casi a todo. Lo importante es que trates de seguir con tu vida y de hacer las cosas que te gustan. Sólo piensa en los momentos lindos que has vivido y desecha los tristes, esos no hacen falta por ahora. Se que lo vas a lograr y pronto dejarás de sentirte sola.