Capítulo 1: ¿Un chico escribiendo novelas zodiacales? ¡Es una locura!

Estoy bajo el árbol más grande del patio. Veo mi teléfono aprovechando el recreo. Por poco llegaba tarde a clases, pero, ¿a quién le interesa?

Reviso mis notificaciones, son apenas unas dos; ambas de mi novela: La efusión de un astro, que obviamente es fantasía de subgénero mitológico y urbano. Según yo, es lo mejor que tengo. Su ortografía es decente, los signos no caen en sus jodidos estereotipos ni en el de los dioses griegos.

La publiqué hace un mes y medio. Apenas tiene 120 vistos, nada mal a comparación de mi otra novela que tardo dos meses en llegar a ese punto.

—Oye marica, ¿sigues escribiendo tus historias de signos para niñas? —me molesta Kevin Brayan, el "badboy" de mi curso.

—Para tu información, el zodiaco no es sólo para niñas; los hombres también podemos disfrutarlo —respondo frunciendo el ceño y colocando mis puños detrás de mi espalda.

—Lo que tú digas, niñita —me empuja con toda su fuerza. Caigo al suelo, reviso mi teléfono, está bien, todo gracias al protector que tiene.

Lo tomo, después me levanto yo. Abro por última vez mi Wattpad, tengo una notificación con un mensaje que dice: wow, un chico escritor de novelas zodiacales, es la primera vez que encuentro uno.

«Bueno, por lo menos su ortografía no está tan mala. Luego le contestaré».

Es la segunda vez que recibo un comentario así, el primero me fue dado por un amigo que sabe de mis andanzas por Wattpad.

Sí, admito que son pocos los chicos que escriben sobre el zodiaco, cuyas historias no son fanfics de Caballeros del Zodiaco.

En fin, yo lo hago porque desde pequeño pasaba horas y horas leyendo los horóscopos que mi tío —fan incondicional de Walter Mercado— traía a mi casa.

Con el tiempo le tomé más y más interés, al punto que me compraba mis propias revistas sobre horóscopos y astrología; recuerdo que las leía sin parar hasta acabarlas.

También buscaba en internet información sobre el zodiaco. Admito que coincido con algunas características de mi signo... aun así, no creo en su totalidad lo que se halla puesto, en especial eso de las compatibilidades; pronto conocerán mis razones.

De repente el timbre suena, ya es hora de volver al infierno llamado salón de clases.