Prologo
Un pasado....
A la una de madrugada de un sábado como cualquiera las campanas del Centro Histórico de Quito se manifestaron ocultando el llanto interminable de Paula.
Tras huir de un destino prácticamente irreparable la joven llegó a refugiarse a la ciudad a la cual tenía tanta nostalgia.
El centro histórico con su estilo colonial y tradicional había robado el corazón de esta mujer desde que era tan solo una niña. Ahora será su salvación para reencontrar esa paz que le fue arrebatada.
Un simple viaje que añoró desde que era una niña fue causante de su entrada a un mundo que jamás hubiera querido conocer.
Un paseo entre amigas, Un plan perfectamente ejecutado ¿Qué podría salir mal?
Y es que Argentina parecía ser un paraíso exótico, Las Grutas eran un cielo en la tierra y la gente trataba bien a los turistas mostrando lo más bello de su país.
Pero él, aquel tipo desde un principio desprendía un alo de hermetismo.
La desconfianza que le tuvo a aquel falso guía de turistas estuvo todo este tiempo justificada.
Persuadió a sus amigas diciéndoles que tenía buenas intenciones con ella.
Por más pinta de galán que se apuntaba Francisco Guzmán para Paula simplemente no pasaba de un mujeriego, infiel y un completo imbécil.
Y tenía razón este tipo la llevó al mismísimo infierno.
15 de Abril del 2019
—¿Pensaste que realmente te iba a dejar ir? —preguntó Francisco sarcásticamente mientras apretaba con fuerza la cintura de Paula.
—F.. Francisco ¡Por Dios! ¡Déjame en paz! —suplicó ella casi al borde de la ira.
—Deja de hacerte la digna Paulita —rio mientras intentaba manosearla —Intentas ser un reto, pero al final no eres alguien tan difícil.
—¡Basta Francisco! —exclamó la muchacha ¡Entiende de una maldita vez! ¡No tengo ni la mínima intención de meterme en tu cama!
—Eso no me dirás después —bufó Francisco para finalmente de su bolsillo sacar un pañuelo con cloroformo y adormecer a la mujer que tenía ahora en su poder.
Al abrir los ojos lo único que lograba ver Paula era un foco fosforescente alumbrándola por completo.
El silencio que ahí emanaba era letal porque sabía perfectamente que no había nadie en su alrededor. Aun así no podía quedarse callada.
—¡Auxilio!
Los gritos se manifestaron casi que enseguida. Sintió como sus manos y pies estaban atados. Su cuerpo estaba muy tieso.
—Siento tanto que nadie te pueda escuchar ¡Muñeca! —musitó Francisco mientras lentamente bajaba unas escaleras que parecían estar cerca de ella.
—T.... Tu ¿Por qué me haces esto? —reclamó Paula dándose cuenta de quién era su captor
—¡Tú me obligaste a esto Paula! —proclamó él a la vez que caminaba en círculos alrededor de ella.
—¡Sácame de aquí! —dijo la chica casi en un suplico —Andrea y Úrsula me deben estar esperando en el aeropuerto ¡Hoy regreso a Quito!
—¡Ja! —Francisco comenzó a reír a carcajadas —Ellas no regresaran ni a Ecuador ni a Quito —Sacó un pequeño fajo de billetes —Ellas gastarán muy bien el dinero de tu venta.
Paula miró a Francisco con desconcierto. ¿De qué venta habla?
—Creo que no te has dado cuenta —bufó de la inocencia de su víctima —¡Úrsula y Andrea te dejaron aquí! ¡Te vendieron por veinticinco mil miserables dólares! Y yo fui el afortunado ganador —susurró mientras se acercaba lentamente a Paula.
Lágrimas empezaron a caer del rostro suave y liso de Paula quien no podía creer que sus amigas de tantos años la hayan vendido a un tipo capaz de cosas tan bajas y peor aún en un país en gran parte desconocido para ella.
—¿Te dejé callada? —Francisco insistía en molestarla — Ahora solo me tienes a mí —susurró de nuevo.
—¡Eres un maldito demente! —la chica gritó tan fuerte que casi rompe los tímpanos de su captor.
—Ni tanto —él sonrió levemente —Después te darás cuenta de que venir acá y conocerme es lo mejor que te ha pasado.
Finalmente, el muchacho salió del lugar dejando todo en completa oscuridad y con los gritos de Paula de fondo.
A partir de ese día el infierno bajó a la tierra para aquella muchacha. Días enteros sin comida ni agua, noches donde aquel hombre intentaba tomarla a la fuerza sin resultado alguno pero la voluntad de una mujer la mayoría de veces es inquebrantable.
Entre golpes, insultos, lamentos y diversas torturas psicológicas el tiempo pasaba lentamente sin ponerle un fin a este martirio.
Hasta que...
4 de Noviembre del 2019
Francisco Guzmán en un fuerte estado etílico estaba harto y cansado de que la mujer extranjera que tenía es su garaje no hiciera nada más que rechazarlo e insultarlo viéndolo como la peor escoria parida de esta tierra. Por más mercancía que se haya convertido no cedía a sus deseos y perversiones más bajas.
Con desesperación y rabia agarró de su closet un martillo junto con una bufanda y bajó al garaje hasta donde se encontraba Paula. El precio a pagar por tantas "humillaciones" sería la MUERTE.
La chica estaba sucia, llegando a un punto de desnutrición crónica. Su necesidad de luchar realmente la había consumido por completo.
—¡Paula! ¡Dulce Paula! —pronunció con fuerza Francisco —Esta noche serás libre —sonrió falsamente y con dificultad encendió aquel antiguo foco fosforescente.
—¿Q...Qué? —respondió Paula débilmente.
—¡Esta noche por fin comprenderás por qué no debiste rechazarme! —exclamó el hombre antes de querer levantar a la chica con fuerza.
—¡Por favor ya no más! —susurró la chica con dificultad al respirar.
—Nos vemos en el infierno.... ¡Perra!
Francisco elevó el martillo hasta arriba e intentó dar un golpe certero en el cráneo de la muchacha.
Paula sintió un cosquilleo muy fuerte. Algo dentro de ella le obligó a sacar un valor que ella ya creía muerto.
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Editado: 08.07.2020