Ashly Pov.
Volví a ir al parque, pero ahora con intenciones de jugar o hacer algo productivo con mi vida, tengo mi ropa adecuada para cualquier cosa que es unos shorts y una blusa un tanto holgada junto con tenis, estando frente a las canchas me percato de que solo hay chicos jugando y todas las chicas están sentadas apoyando a sus novios. Se de experiencia propia que este tipo de escenarios solo dan para dos cosas: que me dejen jugar o que salgan con sus comentarios machistas con intenciones de humillarme.
—Hola —saluda Paolo llegando a mi lado con un balón en las manos— ¿Qué haces?
—Planeaba jugar —señaló a los chicos— Pero no estoy segura.
—Vamos —toma mi mano y cruzamos la línea de división— Toma el balón para que te vean.
— ¿Quieres que muera en el intento o qué?
—Los conozco y no va a pasar nada.
—Toma el balón tú, yo no tengo intentos de suicidio —señalo a las estatuas que están corriendo de un lado al otro.
Él nada más se empieza a reír para después jalar a unos de los chicos del brazo y por momento pensé que iba a lanzarle un golpe por cómo lo miro, pero no, lo saludo con el tipo saludo de los hombres.
— ¿Quién es esta belleza? —pregunta otro chico acercándose a nosotros.
—Una amiga de la escuela, viene de intercambio.
—Belleza extranjera —me guiña el ojo.
—Hola —saludo ignorando el comentario del chico.
—Bueno a lo que venimos, queremos jugar —menciona mientras se pone frente a mí.
Los chicos se miran entre ellos para que un moreno de un paso al frente.
—La chica es de chocolate y son con ustedes —señala al chico que primero detuvimos.
Me indigne.
Los chicos de mi equipo se presentan brevemente para que el partido retome su camino, estaba cubriendo a varios chicos, pero era en vano nunca me pasaban el balón y me estaba hartando de cómo están siendo esta bola de gorilas, Paolo se acerca a donde estoy.
—Quítales el balón, total del suelo no pasas y yo no voy a dejar que te pase algo —me anima dándome una sonrisa mostrando sus dientes.
Para mi suerte vienen a nuestra canasta por lo que me pongo en una de las esquinas del cuadro imaginario de la canasta, el chico se prepara para lanzar el balón al mismo tiempo que brinco y cubro tal tiro tomando el control y empezando a correr cancha arriba con todos siguiéndome, en un costado está Paolo por lo que le pasó el balón sintiendo los pasos de alguien sobre mí.
Justo cuidando la canasta estaba el moreno que me insulto iniciando todo, Paolo me devuelve el balón y hago la tontería de lanzar el balón donde se marcan los tres puntos o el inicio del semicírculo que hay, no lo pienso y corro debajo de la canasta pues el balón empieza a girar sobre esta y cae que de pura suerte alcanzo a tomar pasándose a alguien de mi equipo y así encestar. La cara del moreno no se supera por nada pues se molestó e indignó al mismo tiempo, seguimos jugando y esta vez sí me pasaban el balón al final quedamos 23 - 25 ganando ellos, pero nadie me quita la felicidad de demostrarle al moreno que no solo soy de chocolate, sino que también le puedo quitar el balón.
—Sentí que en algún punto iba a saludar a las hormigas —mencionó.
Estamos sentados en una de las tantas bancas mientras él come un helado y yo una paleta de galletas, ambos estamos cansados y estoy segura de que mañana me van a doler las piernas pues hace mucho no jugaba.
—Pensé lo mismo, pero no pasó.
Nos quedamos mirando unos segundos, sus ojos son color café oscuro que contrastan con su piel blanca además de que en su mirada transmite calma, ni decir de cuando sonríe pues la sonrisa le llega hasta los ojos haciendo que casi ni se vean.
—Vamos a tu casa antes de que te de hambre.
— ¿Me estas corriendo?
—No pero ya va a ser hora de comer y no creo que quieras que te lleve a algún lugar en estas condiciones
Soy consciente de que acabo de sudar, pero tampoco es como que me deba de atormentar por algo que es muy normal en todas las personas y que en cualquier momento puede suceder.
—Vamos a un McDonald 's.
—Está bien.
(...)
Paolo me mandó a sentar mientras él hacía el pedido, había muchas personas por lo que era seguro que pudiéramos no alcanzar mesa, me fui al área de juegos.
Mi área favorita.
Y me senté en una de las mesas junto al ventanal, saqué mi celular para empezar a jugar plantas vs zombies, me estaba molestando pues no puedo pasar de nivel cuando escucho una risa que hace que levante la mirada.
—No me quiero imaginar que estás haciendo para que veas así tu celular —se sienta mientras yo guardo mi celular— Tu cajita feliz —me la extiende con una sonrisa.
—Gracias —devuelvo la sonrisa.
No me juzguen, pero me encanta demasiado la cajita feliz, podre tener 50 años y seguiré pidiendo la cajita feliz, empiezo a sacar todo la hamburguesa, las papas, la fruta que ahora dan y lo más importante el juguete, es una moto la cual me apresuro a abrir y revisar si las llantas sirven y así empezar a pasearla en la orilla de la moto.