Allyson no era una de esas jóvenes que dejaban volar su imaginación ni sus ilusiones con cualquier cosa. En todo caso, despreciaba a las personas que fueran así: ella era más racional en ese aspecto. Jamás la verían saltar de emoción como una idiota (Bueno, al menos no en público)
¿Podría ser verdad lo del admirador? se preguntaba y luego, volvía a un estado de felicidad casi infantil, saltando y sonriendo bobamente en su habitación. Sólo recobraba la cordura cuando su madre o su hermana deseaban entrar en su cuarto (No había manera en que nadie se diera cuenta de su actuar tan efusivo).
—Calma Allye, si todavía no hemos empezado a fumar —escuchó Allyson a Jake hablar a su espalda.
Al voltear, vio que él y Sarah se encontraban en su cama.
—¿Cómo entraron aquí? —Ella preguntó asustada.
—Recuerda que tu madre ya no nos deja entrar a esta casa.
En cierto modo, Colleen no estaba equivocada en sus suposiciones y desdén a los amigos de su hija. Después de todo, cualquiera que sea capaz de entrar por una ventana a una casa con la rapidez de un ladrón levantaba muchas sospechas.
—Ya en serio Allye, ¿qué es esa actitud tuya? —Sarah cuestionó.
Allyson bajó su mirada al piso y se sonrojó. No era muy difícil deducir lo que estaba pensando.
—Es por esa carta, ¿verdad?
Allyson quiso refutar la pregunta de Sarah, pero ella misma sabía que estaría mintiendo.
— ¿Y qué tal si es así? —Allyson dijo desafiante.
—En mi caso, nada—Jake alzó los hombros—. Honestamente me importa un carajo, pero a la pequeña Miss Demencia aquí presente parece interesarle más—señaló a Sarah.
—¿En serio? —Allyson preguntó
—Bueno, no te emociones. Solo es curiosidad —respondió su amiga.
Sin duda, había cierto misterio, sobre todo por el hecho que la nota en cuestión no estaba firmada, así que podía ser de cualquiera. Aunque en su mente, Allyson solo podía pensar en una persona.
—Allye... ¡Allye! —Jake le gritó mientras chasqueaba sus pulgares frente a Allyson—. Sarah, la perdimos de nuevo: ya sabes qué hacer.
—Como digas, pero por el bien de su moreteado rostro, debemos hallar otro modo de hacerle volver en sí ¡Toma!
Un nuevo golpe sacó a Allyson de sus sueños despiertos, solo para volver a quejarse de esos métodos tan rudos de resucitación:
—¡¿Tienes que ser tan brusca?!—Allyson le reclamó—. ¿De dónde aprendiste que para sacar a alguien de trance un golpe ayuda?
—De la escuela de Medicina...
—¿Qué clase de escuela enseña eso?
—La prestigiosa Escuela de Medicina de Aguja, en Nigeria ¡También sé cómo dar anestesia sin anestesia!
—No bromea... —Jake murmuró tras aquel comentario de Sarah.
—Sí, mejor yo paso sin ver —Allyson le dijo a su amiga antes que empezara a traer las prestigiosas técnicas sanatorias del África Occidental.
—De todos modos, creo que sé a quién tienes en mente—Jake dijo—. Es Ryan, ¿no es así?
—Es una posibilidad...
—Sí, pero ese es el detalle: no sabemos quién podría ser. Puede tratarse de él o hasta del maestro de educación física.
—Siempre y cuando no sea cómo nuestro profesor de educación física en la escuela anterior—murmuró Allyson.
—¿El profesor que huyó cuando "Protección al Menor" empezó a rondar por la zona? —Sarah preguntó.
No podía negar los hechos, pero Allyson tampoco quería dejar ir esa ilusión a pesar de lo tonta que ella misma sabía que era y claro, siempre existía la posibilidad de acabar con todo rápido.
—¿Qué acaso ese sujeto no vive a dos calles de aquí? —Jake le preguntó a Allyson.
—Sí, ¿qué tiene eso qué ver?
—Siempre está la loca y descabellada posibilidad de ir a preguntarle... ¿no?
—Pues sí, tienes razón Jake, pero tú lo has dicho: es una idea loca y descabellada.
Al día siguiente, la escuela presentó una mayor presión: el día de las presentaciones había terminado y ahora era cuestión de hacer algo de trabajo verdadero. Claro está, eso no es algo que le agradara del todo a nuestros chicos, así que reaccionaron de la misma manera en que lo hacían siempre:
—¿Alguien quiere acido? —Jake le ofreció a sus amigas mientras ambos estaban ocultos en un rincón
—¿Ácido?, ¿estás loco?—contestó indignada Allyson—. Eso es cosa de junkies y pandilleros.
—¿Cuál es tu punto?
— ¡Que no quiero! Eso es terrible para la salud.
—Comprendo—admitió Jake—. Entonces, ¿quieres porro?
— ¡Si, gracias!—Allyson contestó.