Eran los chicos favoritos del sistema, y de los más detestados por los alumnos...después de Allyson y compañía, por supuesto: eran los jugadores principales del equipo de fútbol de Hopewell High.
OK, tal vez exageré con eso de ser "los mas detestados", pues si eras bella o rica (o mejor aún, ambas) pasabas su prueba de calidad, pero para el resto eran unos pesados que vivían de burlándose en las narices de todos (al menos el trío de Allye, Jake y Sarah tenía la decencia de burlarse lejos de las miradas de cualquiera)
La situación era especialmente difícil si eras un inadaptado, y no debo recalcar el nivel de inadaptación de nuestros protagonistas; usualmente, no había problemas, pero burlas ocasionales por la moda tan peculiar de Sarah o cuestionar la sexualidad de Jake por juntarse con "sus comadres" (según sus palabras exactas) eran bastante irritantes.
—¡Hey! ¡Miren, allá van las nenas! —exclamó uno de ese cuarteto de jóvenes atletas, mientras Allyson, Jake y Sarah caminaban por los pasillos del colegio.
La mirada de Jake se notaba molesta, y era capaz de hacer toda clase de tonterías en ese estado, pero Allyson le pedía que se tranquilizara un poco.
—Calma Jake, no pasa nada...
—Sólo digo que un pequeño cóctel Molotov...
—¡Nada de cócteles Molotov!
Allyson podía comprender el punto de su amigo, pero deseaba al menos pasar dos malditas semanas sin problemas o vandalismo; no renunciar por completo a este, pero al menos hacer actividades tranquilas, como una especie de vacaciones: ir a la escuela, ver películas, drogarse...lo usual.
Pero el karma es una perra desgraciada como dicen algunos, y lo que envías se te regresa (al menos según libros de remate de filosofía oriental).
Todo comenzó un horrible día, con un único fenómeno natural (en cierto modo) que atraía a seres de formas bizarras y apariencias perturbadoras: la Vigésimo Cuarta Convención de Juegos de Mesa y Cómics de Toronto.
No es que Allyson o Jake fueran o no grandes fans de ese tipo de actividades (Jake leía comics y Allyson lo hacía en menor medida también), pero en todo caso (y según el joven Zabrocki) los asistentes son el tipo de chicos a los cuales él les quita el dinero del almuerzo.
Pero se vieron arrastrados una vez más ante el enorme riesgo que conllevaba dejar suelta sin vigilancia entrenada a Sarah.
—Dime Sarah, ¿qué tal tu...asunto con aquel chico?— Allye le preguntó al caminar junto a ella y Jake hacia el edificio de la convención, retomando el tema de una anécdota de su amiga sobre una maravillosa noche extraña, romántica...y hormonal.
—Pues...me gusta mucho, pero no podre verlo hasta que lo de los crímenes no se olvide un poco.
—¿Sigues comunicándote con él? ¿Sabes donde esta?—
— Lo último que oí fue que cruzó Manitoba y se escondió en una comuna hippie-cristiana— Sarah suspiró un poco—. Pero al menos, siempre tendremos nuestras charlas maníacas por Internet en las madrugadas...
Tras esa pequeña reflexión, Sarah halló algo de consuelo al entregarse por completo a la locura de un evento de esta naturaleza.
—¡Dios mío! ¿No es increíble?—mencionó Sarah casi tan exaltada como con los ácidos cuando finalmente ingresaron al sitio, viendo a todas partes y a todos los puestos de libros de historietas, memorabilia de filmes e imágenes eróticas de adorables personajes de dibujos animados infantiles.
—Creo que tu contestaste tu propia pregunta— dijo Allyson, tratando de a medias fuerzas disimular si fastidio por el ruido de música japonesa a todo volumen con ese estilo dulzón que a cualquiera con algo de gusto le causaría diabetes.
— ¡Vamos chicos!— Sarah contestó tomando a sus dos amigos de las manos y tratando de hacerlos caminar con más entusiasmo— ¡Anime...ense! ¿Entendieron? ¿Anime...?
— Si, entendimos— Jake le respondió forzando una risa de compromiso.
Les parecía incomprensible los ánimos de Sarah, al menos hasta que se percataron de lo que representaba en el contexto general: Tal inusual medio de inadaptados sociales era perfecto para ella, pues de algún modo era una representación del mundo según su visión...o algo así.
Después de comprar más de doscientos dólares en juguetes y obtener autógrafos del autor de "José Frontera" y la de "El Secreto de Charleen", Sarah estaba tan contenta como niña con juguete de Navidad nuevo (o en su caso, de Hannukah) mientras que Allyson y Jake contaban los minutos para el momento de partir de ese lugar.
Mientras Sarah hacía una pequeña escala en los sanitarios de señoritas, sus dos acompañantes vieron con burla a los asistentes con disfraces; si, quizás fue un tanto mezquino hacerlo, pero al menos les hacia la estadía más llevadera.
— Algunos no tienen pena— Jake murmuró.
— ¿Te refieres a la chica con sobrepeso vestida de Sailor Scout o al enanito disfrazado de Darth Maul?— Allye le cuestionó.