Los jóvenes ahora afrontaban la dura realidad: por orden de la escuela, ellos no deberían volver a ser vistos juntos; "mata la cabeza y el cuerpo morirá", le llaman los militares y los pretenciosos entusiastas a los juegos de mesa, y al pensar en cómo lidiar de la mejor manera posible con este detalle, los tres, en la privacidad de sus cabezas, seguían recordando él como esta amistad se dio a lugar.
La primera impresión que Sarah dejó en el alumnado y profesorado de su escuela fue "¿Desde cuándo transformaron esto en manicomio?"; los propios Allyson y Jake tenían que admitir que, inclusive para sus estándares, esta chica de Vancouver llevaba las cosas demasiado lejos.
Era cuestión de lógica que todos dejaran por su cuenta a la pobre niña del oeste; era difícil repartir asignaciones en equipo porque nadie en su sano juicio quería pasarla con una alumna que no lo estaba, y para ser justos, los maestros entendían muy bien esa poca disposición, así que eventualmente todos se cansaron de fingir interés y compasión por Sarah y al final, pasar tiempo con ella para un proyecto se volvió un castigo común.
No es que Sarah fuera una mala persona o una mala alumna; pero cuando tu idea de diversión es el "bungee sorpresa" (donde inesperadamente buscaba a alguien a quien amarrar y aventar desde edificios altos sin que la pobre alma en cuestión se diera cuenta) y tienes ocasionales tics nerviosos dignos de alguien que pudo o no haber pasado algún tiempo bajo terapia de electro-choques, es natural que algunos pongan algo resistencia a pasar tiempo contigo.
Con el tiempo, los alumnos llegaron a un acuerdo: para evitar más ataques de piojos y explosiones innecesarias, limitaron los "voluntarios" para los trabajos en equipo con Sarah a los dos alumnos menos populares y queridos de toda la escuela...
—…y finalmente, el último equipo constara de Allyson Martin, Jake Zabrocki y Sarah Greenberg—dijo el maestro de historia casi al final de la clase.
—¿¡Qué! —Allye y Jake respondieron al unisonó al escuchar la noticia.
Antes de hacer nada, Sarah se infiltró en medio de ambos jóvenes abrazándolos afectuosa pero atemorizantemente.
—Maestro…escuché, si pudiera cuestionar su decisión por un momento nada mas…—Allyson mencionó nerviosa ante el "cariño" hacia su persona y hacia su amigo.
—No, no puede: mi decisión está tomada
—¿Puedo al menos preguntar como eligió los equipos?
—Le aseguró señorita Martin que fue completamente al azar…— le contestó el profesor omitiendo muy convenientemente la parte donde el resto del aula votó a favor de dejarles a cargo de Sarah el resto del año.
Para el final de clases, Allyson y Jake habían asimilado un poco la verdad, y como dice el viejo refrán, "al mal paso darle prisa"; si podían terminar rápido, podían continuar con sus vidas…
…pero la realidad fue otra: durante los días siguientes, se dedicaron a evadir la cuestión, buscando excusas ridículos hasta de debajo de las piedras para evitar trabajar con Sarah, pero como dice otro viejo refrán, "no hay plazo que no se cumpla", y como buenos alumnos, se dieron cuenta que ahora tendrían que hacer todo a última hora.
Habían acordado reunirse en la casa de Allyson, dado que era la opción más sensata: la de Jake es un asco y ninguno de los dos quería quedarse donde Sarah.
—¡Allye, una amiga pregunta por ti! —gritó Jessica, dando a entender que el huracán había tocado tierra
Sarah subió hacia el cuarto de Allyson, con Jake y la propia hija menor del hogar Martin a la expectativa de su comportamiento con el número de emergencias listo para ser marcado.
—¡Hola muchachos! —saludó efusivamente Sarah con una gran sonrisa que para el ajeno casi luciría encantadora y adorable
—Em…hola…—Allyson así respondió el saludo
— ¿Puedo sentarme?
—Claro, claro… —la joven pelirroja dijo, temerosa, con reservas a lo que esa chica extraña pudiera hacer.
Sarah tomó asiento junto a Jake, en la cama mientras que Allyson estaba frente a su ordenador en el escritorio
—Así que, ¿qué haremos muchachos? ¿Cena, baile, noche de amor libre? —Sarah preguntó, guiñando su ojo derecho de un modo que una muchacha de su edad no debería
Creo que jamás llegaron a pensarlo en ninguna otra ocasión o circunstancia anteriormente, pero en ese momento, Allyson y Jake tuvieron la misma idea en la mente: "Siento que somos muy jóvenes para conocer el significado de esas palabras"
—¡Ja, se la creyeron! —Sarah exclamó riendo fuertemente, confundiendo aun más a sus dos compañeros de grupo.
—Espera ¿Qué quisiste decir? —Allyson preguntó
—¡Fue solo una broma inocente!
—No tan inocente, si me preguntan a mi…—Jake agregó
—Tranquilos niños, no muerdo…a menos que este sonámbula y soñando que soy un perro
—Eres…"única", Sarah…—comentó Allyson