1
Cuando comenzaron los disturbios frente a la casa de Gina, los Collins decidieron que era hora de marcharse y a pesar de la insistencia de Bunny en permanecer al frente de la protesta sus padres la obligaron a subir al auto junto a su hermano menor y dejaron el lugar en manos de Manzana envenenada y Helado de fresa.
Dos horas después de eso el inspector Smith y el comisionado Myers estaban en la casa donde se hospedaban los Collins, en busca de Raven y Thunder.
—Por favor intenten comunicarse otra vez con su hijo— pidió amablemente el comisionado.
—Por supuesto, oficial— dijo Pumpkin y volvió a marcar a su hijo en el móvil—. El teléfono sigue apagado— dijo afligida.
—Bien, vamos a ordenar esto. ¿Dónde fue el último lugar en que vieron a su hijo y a Margaret Dickinson? — preguntó Myers.
—Como le dije, oficial, la última vez que los vi directamente frente a mí, fue en el puente Westminster luego de que Margaret habló.
—También fue la última vez que los vi,— dijo Pumpkin mientras le servía café al comisionado— pero mi hija dice que los vio en la marcha.
—Por supuesto que los vi, mamá, estuvieron junto a mí mientras caminábamos. Ustedes nos acompañaban en el auto y no hubiera estado allí sola.
—¿Hasta qué hora estuvieron acompañándola? —preguntó Smith, algo molesto.
—Cuando empezaron a ponerse violentos, mis padres me pidieron que suba al auto. Maggie y Brian se fueron del lugar, irían por el auto que habían alquilado. Estaba estacionado cerca del Big Ben. Luego de eso ya no supe nada más.
Desde luego Bunny estaba mintiendo, ella no había visto al par de pelirrojos desde el puente, sabía que era imposible que probaran que ellos no habían estado en la marcha, había demasiada gente cubierta y afortunadamente algún que otro tipo alto como Thunder. Así que decidió continuar mintiendo para cubrir a los chicos y también decidió desligarse de la organización en los disturbios.
—¿Recuerdan la marca y modelo del auto? — preguntó Myers.
—Sí, un Peugeot luminus, modelo 2025. Negro—dijo el señor Collins.
—¿Número de placa? — preguntó Smith.
—No la recuerdo, pero deben estar aquí los papeles del alquiler, los buscaremos.
—Sería de gran ayuda— dijo Myers— la agencia está cerrada y sería mucho más rápido si ustedes nos brindaran la información.
—Por supuesto— dijo Pumpkin nerviosa— colaboraremos en todo lo que sea necesario, estoy segura de que mi hijo y Margaret no tienen nada que ver con la desaparición de esa muchacha.
—Puede ser que no, pero alguien tiene que responder por los disturbios— dijo Smith muy serio.
—El ir a la casa de Gina Morgan se decidió en el momento, muchos estuvieron corriendo la voz, no fue algo que mi hermano o Raven hayan estado organizando— dijo Bunny enojada.
—¿Quién es Raven? — pregunto Myers.
—Es el apodo de Maggie— respondió Bunny—. Todos tenemos uno en el club.
—Está bien, sea Margaret o Raven, necesitamos hablar con ellos de todas formas— dijo Myers—. Sigan por favor intentando con las llamadas. Si me disculpan iré a hablar por teléfono— dijo y se puso de pie, Smith se paró tras él y ambos fueron a la habitación contigua. Adentro de la casa podía verse la luz de las patrullas ingresar por las ventanas.
—¿Qué piensas, Tom? — preguntó Smith.
—Que este tema no se resolverá en un par de horas. Tenemos que localizar a Jake Williams, llamaré a la oficina para saber que averiguaron acerca de su paradero.
—Llamaré a Wilson para que revise los alrededores del Big Ben, quizás el auto siga ahí.
2
Las primeras horas del año habían sido una locura en la hermosa ciudad de Londres; algunos vídeos capturados por vecinos estaban circulando por internet. Muchas personas se tomaban con humor el hecho de haber sido visitados por los miembros del club, y se sacaban fotos con las naranjas enojadas para compartir en sus redes, otros más cercanos a la casa de Gina estaban indignados con todo el escándalo que se había armado gracias a los vándalos pelirrojos que andaban como demonios furiosos causando destrozos sin control.
Mientras la policía trataba de dar con el paradero de Gina, Thunder y Raven aun la tenían cautiva en un sitio apartado de la ciudad.
—Bien querida Gina es hora de salir al aire—dijo Thunder apuntándola con el teléfono.
—Antes voy a proponerte un reto— dijo Raven maliciosamente— ¿Ves todas estas naranjas de aquí? Bien, ¿sabes qué? Te daremos el tiempo que dure tu pedido de disculpas para que comas la mayor cantidad que puedas...
—No haré eso, soy alérgica— interrumpió Gina.
—¡Guarda silencio!... Si eres realmente alérgica tendrás que probarlo, ya sabes, no eres una persona confiable, no te creo— dijo y comenzó a cortar una naranja en trozos—. Y tendrás que comer mucho, porque toda las que no te comas te las arrojaré con mucha fuerza y luego te las exprimiré en el cuerpo. No será agradable, los cítricos pueden dañar mucho la piel tan blanca y delicada como la tuya, y hace un poco de frío para estar mojada.
—¡¡Ya déjenme en paz!! ¡¡quiero irme de aquí!! ¡¿qué es lo que quieren?! — gritó la rubia entre llantos.
—¡Queremos que revivas a Katy! ¿Puedes hacerlo? — dijo enojado Thunder.
—Yo no puedo hacer eso—dijo Gina ahogada por el llanto.
—¡Entonces ponte a comer las malditas naranjas! — ordenó Thunder.
Así que él la apuntaba con el arma y con la otra mano sostenía el móvil para grabarla, Raven se paró tras ella también frente a la cámara, le sostuvo el cabello por la zona de la nuca, le soltó una de las manos a la rubia para que pudiera llevarse las naranjas a la boca. Y dieron comienzo al video.
—Feliz año nuevo para todos—ironizó Raven frente a la cámara—. Esta linda muchacha de aquí es la señorita Regina Morgan, aunque les cueste reconocerla por su cambio de look. Gina tiene algo para decirles, tiene que dar muchas explicaciones y contarnos la historia de cómo fue que se le ocurrió decir tantas patrañas en su video del 20 de noviembre pasado, cuéntanos sobre Jake y como sus estúpidas infidelidades te atrofiaron las escasas conexiones neuronales que tenías. Vamos, Te escuchamos, Gina— dijo Raven tirándole del cabello hacia atrás. Gina permaneció en silencio —¡habla, desgraciada! — dijo y le jalo más fuerte el cabello— y trágate las malditas naranjas—Gina comenzó a comer naranjas de manera muy rápida, ahogándose entre la fruta y el llanto—¡habla de una vez! — le gritó furiosa.
—¡Yo... lo siento! ¡estoy tan arrepentida de lo que dije! jamás quise que esa niña muriera, no fue mi culpa— estalló en llanto.