El club de los raros

Capitulo VII — Mientes

 

 

Estamos en semana de exámenes y todo es muy tedioso. Tener que estudiar y cumplir con todo, acaso los maestros no saben que somos humanos y no ciborgs súper dotados o al menos no soy un ciborg. Cuando llega el final de la jornada y me dirijo a la "Guarida" del club. Organizo un circulo con las sillas en torno a una mesa y en la misma pongo una vasija con dulces muy especiales.

 

—Bueno chicos, hoy vamos a hacer un juego... Es un tanto extraño... Consiste en que cada uno dirá un color y todos, excepto el que dice el color, dirá una palabra referente a ello. Les advierto... No se puede repetir color, ni tampoco palabra... A medida que avancemos será más rápido... El que tarde en responder, tendrá un premio... Una golosina. —Señalo el tarro con algo de malicia.

 

—Es muy patético igual que tú... —El tono antipático de Julián me irrita.

 

—Es por diversión... —Tomo asiento muy felizmente.

 

—Déjame ver si entendí, ¿el que pierda se gana un dulce? —Lauren pregunta extrañada.

 

—Exactamente así, empecemos... El color es... —Hago una pausa dramática. —Rojo.

 

—Sangre. —Dice Manuel. Que sádico.

 

—Amor. —No me sorprende de Lauren.

 

—Rosas. —Espeta Felipe.

 

—No participaré en está estupidez... —Julián insulta mi creación.

 

—Tú premio... —Le doy un dulce. Él lo toma, le quita el envoltorio con paciencia y lo arroja en su boca.

 

—No lo puedes escupir... —Me apresuro a decir al ver su cara de asco.

 

—Pica, arde. —Julián añade exaltado.

 

—¿Quieres? —Pongo frente a sus ojos una botella de agua. Asiente. —¿Cuál es la palabra mágica?

 

—Por favor. —Me la arrebata y toma con desesperación.

 

—Era abracadabra, pero la aceptaré. —Río. —Son dulces especiales, los más ácidos y picantes del mercado, quema más papilas gustativas que un chile, créanme que no se quieren equivocar... ¿Cierto Julián?

 

—Lo peor del mundo... Sigamos jugando. —Habla con más entusiasmo. ¿Por qué quiere más?

 

—Azul. —Manuel selecciona el color.

 

—Cielo. —Digo rápidamente.

 

—Mar. —Felipe le da más emoción al asunto.

 

—Caracolas. —Habla Julián.

 

—Mar. —Espeta Lauren.

 

—Te toca... —Le ofrezco a la señorita que se acaba de equivocar, un dulce y agua. —Repetiste la palabra y reglas son reglas.

 

Seguimos. No recordaba la horrible sensación que se tiene al comerse uno. De risas a tomar agua pasamos en cuestión de segundos y cuando se acaba el agua, fue más difícil. Se les salen las lágrimas y terminamos diciendo cualquier estupidez con tal de no tener que meternos en la boca ese trozo de inferno.

 

Quedan más o menos diez caramelos, ya casi se da por terminado. —¿Qué hacen jóvenes? —Interrumpe la directora.

 

—Un ejercicio de agilidad mental. —De cierta forma es cierto, solo que conlleva un castigo.

 

—Está bien... Fue una visita de rutina... —Se acerca y toma un caramelo.

 

—¡No! —Digo cuando empieza a destaparlo. —Es mejor que...

 

—Debo verificar que sean caramelos. —Que consté que intenté advertirle. Al entrar en contacto con su boca, sale desesperadamente y nosotros detallamos en risas.

 

—¿Deberíamos irnos? —Afirman prácticamente fuera del salón.

 

—Puedo hablar contigo... —Me detiene Felipe.

 

—Claro... —Termino de guardar mis cosas.

 

—A solas. —Hecha a Lauren que me está esperando.

 

—En un momento salgo... —Da largas zancadas fuera del salón, como si la hubieran regañado.

 

—Mientes. —Que calma tan escalofriante lo que transmite.

 

—Yo no miento, sólo distorsiono un poco la realidad... Nada fuera de lo común. —Cierro mi mochila y lo miro directamente.

 

—Sabes de lo que hablo... —Está demasiado serio.

 

—Realmente no entiendo... —Retrocedo un poco ante él.

 

—¿Te suena familiar... "La chica super dotada"? —Quedo estática. —Perfecta ejecución en lo que hace, perfeccionista... Aprendizaje cinco veces más rápido que una persona normal... ¿Ahora sí? —Cuestiona irónicamente.

 

—¿Cómo lo descubriste? —Me concentro en la nada, esperaba que nadie lo descubriera o al menos tan pronto.

 

—Te investigué... —Eso podría considerarse como acoso…

 

—¿Investigas a cada persona que conoces? —Lo miro con molestia.

 

—Es posible... —Eso lo confirma. —¿Es cierto?

 

—No le digas a nadie... —Me dirijo a la salida.

 

—¿Cómo lo haces? —Frena mi andar esperando una respuesta.

 

—No es nada del otro mundo, cualquiera lo puede hacer con las técnicas necesarias. Y con un poco de suerte o tal vez desgracia... Una cosa más, no me vuelvas a llamar así... —Aprieto mi mandíbula.

 

—Tranquila, no diré nada... Me impresionas... Podrías estar en cualquier lugar del mundo, aprendiendo cualquier cosa que desees, sin necesidad de privarte. ¿Por qué estás en este lugar? —Pregunta extrañado.

 

—Entre más sabes, más te das cuenta que vivir en la ignorancia es más agradable, que saber que el conocimiento es infinito y no poder alcanzarlo... No puedo evitar aprender, mi cerebro me lo exige; además, me sale naturalmente... Y si estamos aquí, en este club, es por algo. Hazme un favor. ¡Deja de investigarme!

 

Me voy del salón molesta y confundida. —Julián nos acompañara. —Me informa Lauren de la decisión tan imprevista.

 

—Sí. —Me limito a decir. Sólo camino, porque ellos así lo hacen.

 

¿Y si lo descubre?...

Ya lo descubrió o al menos una parte... Debo tener mucho cuidado con él...

¿Y si descubre lo que paso?...

Nadie lo puede saber, debo dejar el pasado atrás…

No puedes permitirlo... Por fin somos una...



#7339 en Joven Adulto
#20349 en Otros
#3045 en Humor

En el texto hay: diversion, locuras, raros

Editado: 21.06.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.