El cuadro. Una gran sorpresa. Rebi se entromete, y está a punto de saber la verdad.
El cuadro. Una gran sorpresa. Rebi se entromete, y está a punto de saber la verdad.
Las pinturas guardan secretos ocultos. Los cuales pueden ser peligrosos
Han pasado dos días del hecho. El negocio estuvo aburrido como de costumbre. Una casa de anticuario localizada en la calle Allende, lindando con la avenida Jonte. Allí se dice que existía una vieja librería, justo al lado del negocio. Hoy en día es solo una persiana baja que cubre la fachada. El dueño, no dejó herederos ¿Me pregunto, si aún mantiene sus libros allí? Aprovechando el tiempo libre, verifiqué el nuevo encargo. Según el informe de Alonso, la familia Gimenez-Petersen poseía un cuadro muy particular que fue derivado a otra familia. Tan siniestro como el que se encuentra en el domicilio de Rebi Rumiko. Ese bosque del Japón me da escalofríos. No tuve oportunidad de comunicarme con la familia. Solo decidí, hacer la visita. El mensaje fue el siguiente: el cuadro del niño que llora. Llora lágrimas de fuego.
Había oído una leyenda al respecto…se dice que un pintor famoso…de la familia de los Amadio. Como el tal Bruno, el pintor de los niños tristes.
Cerré el negocio temprano, y fui a tomar el ómnibus del otro lado de la calle Calderón de la Barca. Debía ir al barrio céntrico de Devoto. Nueva York, y no recuerdo la altura, así que dejé que mi localizador de móvil, me guie. Tenía los datos en el mensaje de texto. ¿No sé por qué? Percibí algo inusual.
- ¿Así que estás ahí? – Se preguntó Rebi. Había ido a realizar unas compras, y vió salir del negocio a William. Estaba pasando la llave por la puerta – fue acercarse a él, pero en un descuido lo perdió de vista – Éste tipo camina muy rápido – Se dijo. ¿Dónde se habrá metido? – Ella estaba interesada en Le. Fue directo por la calle entrante y lo avistó justo en calderón – Te voy a descubrir William – la curiosidad sobre aquel fue tal que prefirió hacer un trabajo detectivesco. Ella venia investigando luego de su trabajo. Su papel en la vida no solo era su profesión. Tenía preguntas, y algunas debían ser contestadas por Le. William, espero el ómnibus, llegar. Estaba primero en la fila de ingreso. Detrás de todo Rebi. –¡Veamos!.. – Pensó ella – ¿No debería hacer esto?, ¿O sí? – Su rostro se dividió en dos personalidades. La dulce Rebi sonriente, y la terrorífica Rebi, también sonriente. Ambas se pusieron de acuerdo en perseguir sus movimientos. Aunque no era solo ese capricho. Había algo más que la atraía a ella. Lo oculto. De alguna manera, le gustaba el miedo y la excitación de lo prohibido, perteneciente al mundo de lo oscuro. Y William, es quien puede mostrárselo aparentemente. – iré por ti, William.
Tome el ómnibus y ella siguió detrás. El carro estaba completo y no me percaté de que ella estuviere allí, persiguiéndome. Solo fueron cinco minutos de viaje hasta llegar a destino. Avenida Lastra cruzando las vías del tren de la estación Devoto. Caminé algunas cuadras, sintiendo las presencias. Pero una especial que era inconfundible. Resté atención a ello. Cuando comencé a mirar la numeración, ya estaba en la casona de los dueños del cuadro. Los Giménez -Petersen que lo adquirieron de los Petersen originales emparentados con los Amadio. Era una ensalada de apellidos modestos. -
Sentí el escalofrió en mi espalda frente a la puerta de entrada blanca - ¡¡Qué rayos!!! – era como si un dedo frio delimitara la línea de mi espina. Eso me llenó de terror. ¿Es la casa? Temblando di la vuelta y el susto me consumió -¡¡¡Ahh!!
- ¡¡¡Sorpresaaa!!! ¡¡¡Soy yo!!! – Dijo alegre
- ¿¿¿..Rebi…??
- Siii..tu adorable vecina -¡Ja! ¡Ja! – Se ríe ella.
- ¿Pero qué haces aquí? – Pregunté en el asombro de ella. ¿Sera que esa energía que experimenté pudiera ser de Rebi?
- Estaba caminando por aquí… - Titubeo al decirme – y te vi…suelo..¿Estem?..venir por aquí – al decirlo observaba en todas direcciones. Coloque un rostro frunciendo el ceño.
- ¿Conoces por la zona? – el ceño fruncido no regresaba
- ¡Eh!.. ¡claro! – respondió y la mire como cuando se mira fijamente un objeto extraño.
- Evidentemente no es buena para mentir. En fin debo despedirla
- ¿Y qué hacías? – Preguntó intrigada con sus manos detrás tomadas.
- Ahora me toca mentir a mí – Me dije nuevamente
- Vengo a ver a un familiar – sonreí - ¡Je! ¡Je! – temas personales – respondí – Bien hecho William y con esto le dices adiós – ¡¡Buenoo…!!
- Se nota a leguas que es de terror mintiendo – pensó ella – ¿Es la casa de un familiar?– miro la fachada y devolvió el gesto de la sonrisa
- Claro…es mi… ¡Coff!!..¡¡Coff ¡!..mmm..tío Alberto– Respondí - ¡¡¡Diablos!!! ¿Por qué dije tío Alberto? Lo debo haber escuchado en alguna canción.
- Bueno..entonces..¿Te dejo?
Asentí, librándome del asunto hasta que la puerta se abrió.
- Señor William Parker ¿? ¡Qué gusto verlo!
- ¡¡Je!! ¡¡Je!!..hola tío..digo ¡Demonios! – me dije – Señor Giménez -Pintos
- Bienvenido.
- ¿Gimenez? – Me observó de reojo con desconfianza.
- Por favor debe ver este asunto del cuadro. No soy el señor Giménez, Soy Lorenzo Octavio.
- Ahh.. si lo veré de inmediato..Eh…..tio..
- ¿Tío..?..- me miró con extrañeza y asintió. Mientras me encontraba transpirando por el hecho. – la señorita es su prometida
- ¿¿Ehhh??.. claro que no
Ella se sonrojó.
- De hecho soy su vecina – Se rio.
- Puede venir. No quiero ser descortés.
- Ella ya se iba..- la observé a ella y no dijo nada, aceptando la invitación de Giménez - Petersen. Con mi mentira tampoco podía armar una cuartada admirable ¿Pero qué hago con ella? Tal vez podría llevarme el cuadro y listo. Soy un anticuario al final de cuentas. – Bien..será rápido. Me llevaré el cuadro y luego llamaré
- No hay apuro, por ello.
- ¡¡Wow!! – Ella observó desde afuera parte del living de la fachada – ¿es antiguo? ¡¡Me fascina!! – Se alegró.
- Entonces le mostraré parte de la casa –dijo el hombre.
- ¡¡Oh noo!! Yo que quería irme temprano – Me dije.
- Nos invito al recinto. Un lugar bastante antiguo. Rebi tuvo buen ojo desde que lo vio en la puerta de calle. Los del tío Alberto quedó en la nada. Se dio cuenta de antemano que fue una mentira piadosa. El señor Lorenzo, no comprendió lo que le expresé. En su recato y buenas costumbres lo asimiló como una familiaridad. A él solo le importaba darle solución a la figura de una mujer maldita de un cuadro que cada vez que lloraba se producía una tragedia. Lo había cubierto con una lona de un lienzo muy costoso traído desde la vieja ruta de la seda. Allí en el bajo nivel en un rio cercano a Turqueminstan, una nación de la ex -URSS.
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