Dicen los ancianos que los Eiven antes de dejar nuestro mundo ofrecieron un regalo a sus hijos, una esfera de tenue luz blanca que iluminaba las frías y oscuras noches en Zirdas.
Esta esfera fue tejida con una sintonía muy particular. Pues aunque cambiaba como las nuestras, siempre se producía una repetición después de Ruran cuando las hojas de los árboles se tornaban de color caoba amarillento y en preciosos movimientos acariciaban la tierra con su caída.
Nuestros maestros estudiaron la esfera durante mil ciclos intentando comprender su significado pero pese a sus innumerables intentos jamás lo consiguieron.
En el ciclo 1501 una fría y dura noche de Revin a las puertas de Palendur bastión donde los Eiven abandonaron Zirdas, dos miembros de la guardia que debían vigilar el portón retozaban descuidando su labor bajo la fragante luz de Mel.
Los amantes fueron descubiertos por uno de los soldados mientras este hacía su recorrido habitual; sorprendido corrió a los aposentos del Rey.
La desesperación se cernió sobre las mentes de aquellos jóvenes y huyeron al este, tan lejos como pudieron. Las huestes del Rey les seguían. Se hospedaron entre la gente más humilde, pero al poco tiempo debían huir de nuevo pues no tardaban en delatarles por unas monedas.
Fueron capturados en Almarwill cuando intentaban conseguir un pasaje hacia las oscuras islas de Rim
Cuando la guerra a Armalwill llega,
la desolación a todos atormenta.
Fueron llevados ante Zimrur el Rey sobre toda Zirdas, este con gran odio ordenó la muerte de Kyla y la prisión para Zirolyr su único descendiente.
Zirolyr encerrado en una triste mazmorra y habiendo perdido su compañera enloqueció de ira. Llamó a las montañas, la tormenta y el fuego volcando todo su poder sobre Palendur pero Zimrur nacido de Zimru y Misdrir acalló sus voces. Durante mil ciclos Zirolyr lloraba al viento esperando que este llevara su mensaje a los antiguos y que estos le concedieran el poder para completar su venganza.
Una madrugada cuando el sol acababa de asomar por las montañas un fuego abrasador destruyó Palandur y en la cima del monte Crisdul padre e hijo se enfrentaron en combate directo.
La guardia de los Eiven había intentado detener a Zirolyr, más su poder era algo jamás visto, susurraba al viento y al instante se convertían en polvo y huesos. Ante el muchos murieron y los que vivieron huyeron, grandes y antiguas familias fueron destruidas aquel día.
Zirolyr ahora Zyrolyr pues su sintonía había cambiado. Gritó al viento y Zimrur aterrado por primera vez, vio como su bello y esbelto cuerpo se tornaba negro y áspero como las rocas que habían a sus pies.
La batalla empezó, Zimrur como un rayo intento atravesar el pecho de su hijo con la espada, mas este con un suave y rápido movimiento lo esquivó y clavó la mano en su espalda mientras se quebraba como una pequeña rama seca.
Zimrur intentó escapar de su cuerpo pero no pudo, alzó su escudo dorado y lo golpeó contra el monte, haciendo que este se derrumbara.
Zyrolyr se sorprendió e inmediatamente corrió hacia Palandur, levantó sus manos y susurró de nuevo al viento haciendo que toda aquella avalancha de rocas, vegetación y tierra saliera disparada en dirección opuesta, por poco se destruye todo Palendur. Este acto le deja exhausto e indefenso. Zimrur habiendo recobrado su poder y conociendo de donde procede el antiguo conocimiento de Zyrolyr, sabiendo que ahora jamás podrá destruirle o encerrarle le envía lejos al Este donde fue capturado. Almarwill, ciudad de los menores. Ciudad de los Eivendrir.