‒Justo la persona que esperábamos‒ dijo la voz juvenil de alguien en alguna parte del desván.
Sebastian fue el último en atravesar el portal dejando atrás a un gran amigo, un padre, un maestro; deseándole la mejor de las suertes en su batalla por salvar el alma de su hija.
Géminis mantenía una posición de ataque con la espada materializada en su cadera, atento a cualquier movimiento por parte de quienes los habían capturado, había cruzado primero el portal con la intensión de asegurarse de que nadie los estuviese esperándolos en el otro lado, una vez llegado al desván empuño su espada casi al instante ante aquellos que los rodeaban.
Cerca de una docena de personas con máscaras lisas los rodeaban, sus prendas variaban entre jeans, pantalones de tela, camisas y camisetas podían pasar perfectamente por jóvenes en una fiesta de máscaras de muy mal gusto.
Al poco tiempo siguió Raquel y Sara a quienes coloco detrás de él con su brazo imponiéndose en su camino.
‒Bienvenido amigo de la lanza‒ dijo un joven en la cabecera del grupo dirigiéndose a Sebastian quien cruzaba al final.
El portal volvió a la normalidad, ya que el reflejo de todos se proyectaba en él poco después de un instante sin aviso alguno se escuchó un crujir en la piel de cristal esta pequeña grieta se esparció en un millar de ramificaciones idénticas a las raíces de un gran árbol, al poco tiempo el portal se convirtió en simple polvo desperdigado sobre el piso.
‒Ese es un gran truco‒ dijo el jefe de aquel grupo de enmascarados ‒seguir tu rastro fue un poco difícil debo de admitirlo, pero ¿En verdad tenías que escribir el lugar exacto?‒ apunto a una señalética de tránsito partido por la mitad apoyado a un lado de la pared.
‒¿No me digas que estuvieron todos estos días aquí esperándonos hasta que nosotros cruzásemos el portal? Creo que fue bueno haberles hecho un favor, pensé que necesitarías un poco de ayuda‒ contesto Sebastian caminando hacia el frente para ponerse frente a frente al jefe.
Sara sintió un atisbo de molestia con esas palabras, sintiendo el menos precio en su hablar.
‒Las runas usadas en ese portal jamás las había visto, intentar abrirlo ha sido lo más tedioso que hemos hecho, ninguno de nuestros escritores lograba replicarlas‒ añadió el joven enmascarado con la mirada fija en Sebastian, aunque no se pudiesen ver sus ojos en aquellas dos perforaciones negras en la máscara.
‒Esas runas no estaban hechas para abrir una puerta, sino más bien para cerrarla‒ sonrió Sebastian como si le causara gracia.
Sara logró ver la fina cortina de energía que los rodeaba, con el espejo en medio del desván rodeados de enmascarados parados equidistantes todos ellos cargaban un arma diferente entre espadas, lanzas, arcos y flechas, y otros. Sara no sintió la intención de atacarlo, en cambio, sentía tranquilidad y serenidad a pesar de que no pudiera ver sus rostros podía percibir los sentimientos de cada uno de ellos, algo que la sorprendió al instante, su intuición se había refinado producto del entrenamiento y el dominio de su alma, ahora podía estar segura de que ninguno de ellos atacaría.
Notó las runas dibujadas sobre el piso de madera, creadas como surcos que abrían una herida en la madera, no entendía del todo cada una de ellas, pero si podía tener una idea del concepto en ellas ‘fuerza’ musito en una runa cuya curva se entrelazaba en si misma, ‘energía’ pensó no tan segura en la siguiente cuyas líneas se alejaban de un círculo, ‘sangre’ musito en la runa combinada con un sigilo.
‒Cazadores‒ susurró ‒Ustedes tienen a mis padres ‒exclamó Sara.
‒Tus padres están en el templo‒ dijo el joven dejando a un lado lucha contra Sebastian ‒ahí serán juzgados por sus actos‒ concluyó.
‒¿Qué podrían haber hecho para que los retuvieran en contra de su voluntad? Si ellos son cazadores como ustedes ¿De qué se les podría acusar? Mi madre es enfermera ella jamás dañaría a alguien y mi padre es el mejor hombre que he conocido nunca‒ las palabras de reclamo en Sara provocaban nulo efecto en ellos.
‒Si quieres conocer los detalles, acompáñanos al templo, Kaus podrá darte los detalles de los cargos del por qué se juzga a tus padres‒ dijo la voz de una mujer interrumpiendo la impertinencia.
Raquel permanecía a un lado de Sara mirando a todos a su alrededor atenta a los detalles y a algún movimiento en falso, apenas habían llegado y ya estaban bajo ataque de los cazadores, mantenía su postura mientras se preparaba para desenvainar la cuchilla atada a su pierna.
‒Está bien‒ dijo Sebastian aligerando el cuerpo y levantando los brazos ‒Nos rendimos‒ acompaño con un suspiro.
‒¡Que haces! ‒ dijo Raquel tirando de su camisa.
‒Sea como sea ellos nos tienen acorralados, aun si logramos escapar de forma milagrosa‒ se detuvo mirando a su alrededor como esperando un deus ex machina, lo que duro apenas unos segundo y quedo en la nada ‒Bueno, esperaba algo nos salvara milagrosamente, pero como no es así, es mejor rendirnos, Géminis apenas podría luchar con unos cuantos cazadores mientras ustedes escapan, en lo que yo distraigo al resto, pero hemos corrido y escapado mucho, si queremos saber de los padres de Sara ellos lo tienen en el refugio‒
‒TEMPLO‒ corto tajante uno de los enmascarados.
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Editado: 05.12.2021