«Esa chica Hannah… no sé porque no entiende que no te interesa, ¿sabes? Deseo nunca pasar hasta tales limites rogando el amor de alguien, es… sería una falta de respeto a mí misma.
Creo que ese suéter azul con franjas blancas, hace que tus ojos azules se vean más intensos. ¡Sin duda alguna los días de lluvia se han ganado una estrella de mi parte!
JB»
¡Vamos Julia tu puedes, tu puedes!, me animaba mientras estaba apoyada en una de las columnas del gran instituto Grimford. Los pasillos estaban vacíos. Yo había pedido permiso al baño, pero solamente me había usado eso como algún pretexto para colocar esta carta sin que nadie me viera. ¿Loco? Sí, mucho, bastante. En estos momentos estaba cuestionando mi cordura y llegue a la conclusión de que Dustan había acabado con toda ella.
Suspire y apreté mis ojos y rápidamente me dispuse a caminar los metros que me faltaban para llegar al casillero de Dustan. Mire hacia ambos lados, ¡joder Julia muévete!, maldije en voz baja, sacando la pequeña y delicada hoja y estirándola en mis manos y entrándola por las pequeñas rejas que tenía cada casillero en este instituto.
Lo hice. No hay vuelta atrás julia. Lo sabes, ahora… atente a tus consecuencias. Cruce mis dedos y me dirigí hacia la clase aburrida de la profesora Jones de trigonometría.
¿Qué diría de la carta? ¿La leería? Y sino la lee…
No sé porque eso me frustraba más que si la leyera y me acusara por acosadora. Realmente necesito un psiquiatra.
Y quizás… esta idea de las cartas las debí comenzar hacía mucho tiempo, si era para ver alzar tu comisura derecha y mirar hacia ambos lados como si buscaras algo o… alguien.
Y este fue el inicio de la operación Cartas a Dustan.