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En la tina.
Con copa de Vinotinto en mano.
Las esencias florales entrando por sus fosas nasales embriagándola más que el licor ingerido, dejando su cuerpo cubierto en un manto de deseo.
Ese mismo, que después de mucho entendió, que por más maldición que fuera lo podía utilizar a su favor.
Porque cada milímetro de su piel gritaba perdición.
Adicción.
La más profunda devastación.
Esa misma que con el pasar de los años, pese a los miedos consiguió desenvolver para utilizarlo en contra de él.
Para llevarlo a su límite.
Por una simple y llana razón.
Entendiéndola cuando la sufrió en carne propia.
Porque si la Bella hace lo impensable por resguardar la integridad de la bestia así el sentir nunca sea reciproco.
Sin importar la agonía de estar alejada de lo que más ama, al ángel caído no es diferente, ya que este cruzó medio mundo para para volver a tener a su alcance lo que según él le pertenece.
Dándole la motivación suficiente para actuar en su contra, utilizando los dotes a su favor.
Esos que lo tienen preso, sin saberlo, de su mayor perdición.
Con el miedo latente de un paso en falso y volverá a perderle.
Sin entender, que no puede extraviar lo que nunca le ha pertenecido.
La bella siempre será de la bestia.
Tan sencillo como eso, pese a lo que esa simple declaración conlleva.
Así no fuese correspondida.
Así el odio calara igual que el amor que sentía por él.
Lo único importante es que respirara hasta que pudiera aniquilar a su verdugo, y después…
El presente primero, y si por fin veía un futuro pensaría en su debido momento en el.
Lo único importante era zanjar con un ser supuestamente halado, para poder intentar que la bestia le perteneciese de la misma forma que ella era de él.
…
El sonido de la puerta la sacó de sus cavilaciones, pero no la atendió.
Simplemente se empinó la copa, y escuchando la respiración entrecortada y pesada del otro lado pese a estar retirada rió quedamente.
—Volverás a ser mía —eso fue un gruñido de frustración del otro lado de la madera, que la hizo reír por lo bajo y pensar mientras se sumergía al completo en el agua de la tina:
«Nunca lo fui.
Nunca tuviste las agallas de hacerme tuya, cuando desde el inicio era imposible tener a la luna que solo puede adorar un lobo, siendo envidiado de los lejos por el ángel de los infiernos»
El alma de la bella.
AURORA
Toda belleza merece ser adorada como la bestia lo hace con la luna llena.
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Editado: 24.12.2023