La bestia no pudo callarse por más tiempo el sentir que le despertaba su bella.
Eso que revivió su pecho, uniendo las piezas de un corazón pulverizado, que no poseía ánimos de latir por una verdadera razón.
Se convirtió en la base de un todo, en eso que lo desquiciaba tanto como le mantenía los pies sobre la tierra, y con un sentir tan arraigado a la eternidad, y por eso es por lo que por ella haría hasta lo impensable para que no colapsase aquello a lo que aún no habían podido ponerle un nombre.
Lord Sebastien Keppel, el lobo de Albemarle estaba dispuesto a darlo todo por esa mujer que lo había vuelto loco trayéndolo a la vida sin proponérselo.
Por eso se había montado a ese barco con destino a Inglaterra después de más de un año de estar en España siendo testigo de un compromiso falso, una boda no llevada a cabo con final devastador para un imbécil que nunca tuvo posibilidad, en el proceso comprobando que su encomienda estuviese a salvo, porque sin pensarlo ya tenían algo en común aparte de esa sensación descomunal.
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Soltó el humo tras la larga calada que le dio al tabaco observando los primeros tintes del amanecer, mientras recostaba los codos en la baranda del navío al estar en la proa divisando el panorama al no poder pegar el ojo por la ansiedad que lo consumía.
Advirtiendo de reojo como una figura se acercaba, no sintiéndola como amenaza, pese a que según sus peticiones se estaba convirtiendo en la peor para su país, teniendo en cuenta las intenciones que guardaba.
—Me estoy viendo obligada a hacerlo —lo tomó con la guardia baja, tocando por primera vez el tema al esquivarlo a la menor oportunidad, ya que no le incumbían sus excusas vacías.
—¿Y qué quiere que haga con ese hecho, Lady Habsburg? —soltó sin mirarle —. La palabra de un compromiso con el futuro Duque de New Castle – Upon Tyne es suya, y la chiquilla está bien, asi que… —se encogió de hombros.
—Se que no le incumbe, que nunca he sido nada más que algo que puede beneficiarle, pero entienda mi punto —soltó desesperada tomándolo de la manga del abrigo, consiguiendo que la mirara a la cara.
Portaba el rostro bañado en lágrimas, que parecían sinceras, pero no le conmovieron.
» Si quiero deshacerme de lo que me atormenta necesito hacerlo.
—Seria hipócrita de mi parte juzgarla cuando no soy un buen samaritano.
—Pero…
—Solo asegúrese que esto no sea del dominio del ángel caído, o la corona inglesa y su padre será el menor de sus problemas —recordárselo no estaba de más.
—Tras lo ocurrido, dudo que…
—Le falta un recorrido extenso para entender como obra la mente del verdadero villano —se burló entre dientes de su ingenuidad —, y el de la historia de Aurora, y el de la suya con tal de conseguir lo que desean son capaces de dejar de lado sus rencillas, porque es más importante ganar el premio que persiguen, siendo aliados.
—Pero ella posee las armas para defenderse, en cambio yo…
—Como bien dices, Berit —implementó su tono socarrón terminando con el cigarro tirándolo a mar abierto, enderezándose para volver a su camarote —. Tiene a alguien que daría la vida por ella si asi se precisa, pese a que no lo necesita, por eso te recomiendo que si no puedes tu sola con las consecuencias de tus actos busques quien pueda llevar el peso por ti, porque el trato era que llegases a Lincoln, y nunca te pondría por encima de Aurora —retrocedió mandándose la mano al pecho como si le hubiese dado un golpe directo en el corazón.
Su rostro de por si compungido por las lágrimas derramadas se distorsionó en una mueca de dolor.
—Nunca me ha considerado una opción —¿Asi que era por eso?
Estaba buscando algo que la hiciera valiosa ante sus ojos, y claro que lo era de una manera superficial por ayudarle, aunque fuese de manera interesada a proteger a Alicia, pero nada más que eso.
—Es un honor estar entre las expectativas de una princesa, pero mi respuesta con respecto a ese tema no ha cambiado.
—¿Qué tiene que no tenga yo? —rio con sequedad.
No estaba para eso.
—Mi corazón, Lady Habsburg —soltó emprendiendo rumbo al lugar que le asignaron para descansar —. Aurora Harris tiene lo que no creí volver a poseer —y no poseía porque ese órgano vital no le pertenecía —. Será mejor que descanse, porque estamos a poco de arribar al puerto de Plymouth, y su prometido no la puede ver descompuesta, teniendo ante eso otra excusa para negarse a aceptarle, pese a que el Rey sutilmente se lo estaba exigiendo.
—¿Cómo lo logró? —preguntó sorbiendo por la nariz.
—Le basta con saber, que el que posee información tiene algo de poder —con eso se introdujo en los pasillos de la embarcación, queriendo descansar pese a que era imposible.
Pronto la tendría cerca.
Y esta vez nunca la dejaría.
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Editado: 24.12.2023