(Bella POV)
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—Bella —Alice se acercó lentamente a mí— Tengo entendido que Charlie está en su casa —me dijo sugestivamente.
En mi cabeza resonaron las palabras de Rafael; entre más aliados tuviéramos era mejor. Di un vistazo hacia mi madre y me asintió animándome a que me fuera.
—Yo te acompaño —Jazz me dio un suave empujón.
Sin decir nada, di la vuelta y lo seguí al garaje. Había cuatro lonas cubriendo los autos. Por los tamaños deduje que eran la moto de Jazz, el Jeep de Emmet, el Mercedes de Carlisle y el que parecía ser el Volvo de Edward.
Tomé un profundo suspiro mientras veía a Jazz descubrir su motocicleta. Nos subimos y arrancamos rumbo al pueblo. Las calles no habían cambiado. Se mantenían húmedas por la constate lluvia que caía sobre ellas. Los habitantes seguían con sus rutinas, los pequeños negocios tenían los pocos clientes que usualmente tenían.
Rumbo a nuestro destino pase delante de la casa de unos de mis amigos. La nostalgia me invadió y provocó que exhalara dramáticamente, Jasper al sentir mis emociones no dijo nada, solamente aceleró. Minutos después frenó delante del monstruo que solía ser mi camioneta roja. La patrulla de Charlie estaba en su lugar usual.
Respiré varias veces para asegurarme que tenía el valor suficiente y me bajé. Jasper apagó el motor y después me imitó. Mientras caminaba a la puerta, miré a través de la ventana a Charlie frente al televisor.
Me detuve frente a la puerta. Mi cuerpo dejó de obedecer a mi mente y no me podía mover. Estaba muy nerviosa, casi podía jurar que en cuanto Charlie notará mi presencia, va a salir frente a mí con su pistola.
Jasper pareció notar mi indecisión, y con un gruñido se adelantó a mí y dio unos suaves golpes en la puerta mientras me miraba de reojo.
—Charlie —susurré al ver la figura que abrió la puerta. Sus ojos castaños nos miraron con sorpresa, pero sin decir ni una palabra se giró y regresó a la pequeña sala. Lo tomé cómo una invitación para entrar.
Terminamos de subir las escaleras del pórtico, me sacudí la poca nieve que se había pegado a mi ropa que ya había vuelto a la normalidad y entré a la casa. Escuché a Jasper cerrar la puerta de la entrada e imitar mis movimientos.
—Eres más ordenado —mencioné con sorpresa al ver que la casa estaba limpia. Charlie usualmente era más desordenado, cuando llegue a Forks tarde tres días en arreglar la casa completa.
—A veces viene Sue a ayudarme —me respondió su voz cómo quien no quiere la cosa.
¿Ahora tiene amoríos con Sue?
Me acerqué con tranquilidad y me senté en el sillón frente a él. Jasper se acomodó en el otro sofá, quedando frente a nosotros.
La atención de Charlie seguía fija en el juego que se proyectaba en la televisión, de vez en cuando le daba pequeños sorbos a la cerveza que tenía en la mano.
Por unos momentos recordé lo que era vivir con él. Ambos nos acoplamos y nos molestábamos lo menos posible, y funciono para ambos.
—Yo te la traigo —lo interrumpí cuando vi su intención de levantarse por otra cerveza. Me dirigí a la cocina y de la nevera saqué otra lata para llevársela.
Se la tendí y volvimos a poner atención al juego. Faltaba poco para que terminara y decidí esperar para poder hablar. Su figura se veía más delgada, sus ojos se veían cansados, su frente estaba arrugada y su bigote tenía ligeros reflejos blancos. Después de un rato, finalmente se acabó, apagó la televisión y se giró en mi dirección.
—¿Qué haces aquí, Bella? —movió su bigote cómo lo hacía cuando estaba molesto. Sonreí para mis adentros, lo extrañaba.
—¿La verdad? —le dije con voz culpable. Asintió no muy feliz con mi pregunta.
—Rafael nos trajo —dije enfurruñada.— Dice que debemos aclarar las cosas aquí.
—¿”Nos”? —me miro extrañado. —¿Aclarar? — sacudí mi cabeza afirmativamente.
—Estamos todos en la casa Cullen —le dijo cauteloso Jazz. Me mordí nerviosa el labio. Charlie se levantó rápidamente, dio unos pasos de un lado a otro y me miró. Su rostro se pintó rojo por el coraje que estaba segura debía estar sintiendo.
—Bella —se peinó su bigote— tu no les debes explicaciones.
—No les puedo pedir que me ayuden a proteger a Tony —mi voz salió en un susurro— si no conocen a lo que se enfrentan.
—Ya te abandonaron antes —me gritó molesto— ¿por qué esta vez va a ser diferente?
Agaché mi cabeza ocultando las lágrimas que amenazaban salir de mis ojos. Me forcé a silenciar los sollozos que sentía en mi garganta, no quería que Charlie me viera llorar.
—Sin ofender, muchacho —se disculpó con el vampiro. Irónicamente, a Jazz era al que menos rencor le tenía.
—No te preocupes Charlie, a mí también me llega tu reclamo— la voz seria de Jazz le respondió. —He sido un idiota por abandonar a mi mejor amiga, lo he hecho demasiadas veces —sollozando miré a Jasper.
—Yo también los abandoné —hablé al aire— Son tan culpables cómo yo.
—No —Charlie se cruzó de brazos.— Intercambiaste tu vida por la de ellos. Su existencia fue tranquila pero la tuya… —su rostro me miraba serio— Eso te destruyó, dejaste de ser tú. Te escondías detrás la vanidad, la ambición, el poder.
Bajé mi mirada, avergonzada.
—Sé que Rafael te educó diferente a lo que tu padre quería, —su voz sonaba incomoda— pero tus valores eran dignos de un ángel. —gruñó con molestia, los ojos cafés de Charlie eran un mar de sentimientos— Todo estaba bien, hasta que empezaste a protegerlos.
—Charlie tiene razón —Jasper me miró con dureza— Nosotros seguimos con nuestra vida, quizás no de la misma manera, pero seguimos. —sus ojos dorados se volvieron tristes— Pero tú, te perdiste.