Edward (POV)
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¿Me duele la cabeza? ¿Es normal?
Mi propia mente se estaba torturando en busca de respuestas a mi malestar. No, me respondí, no es algo normal, a los vampiros no nos duele la cabeza. Claro que en ocasiones, cuando sobre esforzamos nuestro don, tenemos un pequeño malestar, pero nada similar al que está sufriendo mi cabeza en estos momentos.
Bueno, si tomamos en cuenta todos los acontecimientos de los últimos días, supongo que es normal que mi cerebro esté cansado.
Hace un par de semanas, mi familia me había llamado, bueno, específicamente Esme había hecho todo lo posible para llenar mi buzón con miles de llamadas. Cuando me resigne a responderle, su maternal voz me digo que era urgente que volviera con ellos a Forks. Al principio me negué, no podía mostrarme delante de mi familia y actuar como si nada hubiera pasado. No era tan valiente.
Cuando la familia abandonó Forks…bueno, lo ideal sería decir, cuando yo los obligué a dejar Forks, no solo perdieron el lugar que era lo más cercano a un hogar, también perdieron a la persona que hacia eso posible.
Isabella Swan.
Esa hermosa y tierna humana que se convirtió en el centro de nuestro universo, porque sí, no sólo se volvió el amor de mi existencia, también se ganó un pedazo del corazón de toda mi familia. Para Carlisle y Esme era como una hija, para Emmett era su hermanita menor, Alice la amaba tanto cómo yo, por supuesto no de la misma manera. Rosalie y Jasper eran casos un poco extraños, ella decía odiarla, aunque sé que muy en el fondo de sus pensamientos, la apreciaba. Jasper… mi rubio hermano, aunque ahora mismo tiene ganado todo mi odio, no lo quiero culpar, para todos era difícil convivir con el aroma de la sangre de Bella, sin embargo, le tenía rencor. Él me dio la excusa perfecta para dejarla y que siguiera con su vida humana.
Me interné unos días en la selva de Brasil, después de eso, no podía seguir junto a mi familia y soportar los constantes insultos y reclamos mentales que me dedicaban. La idea era poner a prueba mis instintos, sobre todo probarme cómo rastreador, pero el dolor me seguía consumiendo, no podía evitar pensar en esos ojos chocolate, esa sonrisa tímida, sus mejillas sonrojadas. Estar sin ella no era fácil.
Esme sabía que era difícil para mí, y por eso entendía mi deseo de estar lejos, aunque le recordara que había casi perdido un hijo más. Por eso cuando en su llamada me dijo con desesperación que necesitaba que volviera, comprendí que era algo serio. No podía arriesgar a mi familia más de lo que ya había hecho.
Al llegar a Alaska, me encontré con varias situaciones; La novedad de que habían recibido una carta de los Vulturis en la que se nos invitaba a toda la familia a un baile, y también apareció un extraño joven de cabello castaño que decía ser hijo biológico de Esme. Zackiel, conocía a la perfección a mi familia, conocía nuestra historia y conocía nuestras debilidades.
Sabía que era imposible que un hijo biológico de Esme estuviera con vida, sobre todo después de saber y vivir de cerca su historia. Pero resulta que ese joven si lo era, y para la edad que suponía tener, debía ser inmortal. Pero su apariencia humana, su corazón latiendo, su sangre, me mantenían confundido. Su mente era extraña para mí, a veces podía leer su mente, aunque normalmente eran insultos constantes hacia mi persona, pero otras veces, era cómo si no hubiera nadie en su lugar.
En nuestro viaje a Volterra, otra incógnita sobre Zackiel surgió. Al presentarnos frente a los Vulturis, él dejó de parecer humano, y tenía la apariencia y aroma a uno de nosotros. Aro por supuesto quedo encantado de conocerlo, pero otros invitados se robaron la atención. Los Stengels
Cuando volé de regreso a Alaska, me encontré con varias situaciones, la novedad que Esme tiene un hijo que ahora estaba viviendo con mi familia y al parecer conocía todo de nosotros. Mi familia me mostró una carta de los Vulturis que nos invitaban a asistir a un sospechoso baile.
En Volterra estaban varios de nuestros amigos, y todos estábamos pasando un rato amigable hasta que aparecieron ellos. Los Stengels.
Unos humanos con capuchas moradas que intimidaban a cualquiera que pusiera su mirada sobre ellos. Su manera de moverse, de andar sin miedo entre vampiros, era admirable, además que parecían tener una sincronización perfecta con su líder, un movimiento y ellos sabían que hacer. Cuando nos permitieron ver su rostro, me di cuenta que todo lo que había hecho, los años de sufrimiento, fueron en vano.
Frente a mis ojos, en una sala llena de vampiros, estaba Isabella Swan.
Segundos después, todo cambió. Zackiel se fue con los humanos, los Vulturis nos dejaron ir a todos con bastante agradecimiento y sin trucos para lograr reclutar a unos cuantos de nosotros. Y mi familia y yo volvimos a Alaska con miles de preguntas. Preguntas que se intensificaron cuando un hombre extraño, se aparece en nuestra casa y secuestra a Esme. Preguntas que siguieron revoloteando por nuestra mente cuando vimos aparecer a Bella y enfrentarse al hombre sin miedo alguno.
De solo pensar en todo eso hace que mi cabeza se sienta confundida.
Ahora estoy lidiando con mi propia mente en el living de nuestra antigua casa en Forks. A mi alrededor, mi familia está cómodamente escuchando a Bella, quien habla sobre la existencia de ángeles, demonios, brujas y no sé cuántos seres más. Como siempre, haciéndome replantarme todo lo que he vivido y conocido en los años que he existido. Provocando en mi interior, una enorme duda sobre qué tanto la conozco.
La creía humana, pero es hija biológica de Esme, y su verdadero padre es un arcángel. Ella es un ángel con rango alto, es todo lo contrario a la Bella que nos mostró.