– ¿Qué es lo que estas haciendo amigo? –
Me gire extrañado a mirar a Brian por la pregunta que había hecho. Estaba sentado en el sofá de mi casa comiendo pizza con extra de queso mientras lo veía mirarme con confusión.
– ¿Acaso no puedes verme? Estoy comiendo pizza – contesté lo obvio. Brian rodó los ojos ante mi vaga contestación y el poco interés que le estaba poniendo al asunto que desconocía.
– No me refiero a eso. Mark me dijo que entraste al salón de ciencias y le pediste el proyector de estrellas que habían hecho hace unos días.
– Lo hice – contesté encogiéndome de hombros despreocupado mientras agarraba otro pedazo de pizza y me lo llevaba a la boca, sintiendo el queso derretirse en mi paladar.
– Si, lo hiciste, por esa chica – afirmó.
Deje el trozo de pizza devuelta a la caja y limpie con una servilleta los rastros inexistentes de comida en mi cara.
– No lo hice por esa chica, no lo entenderías –
– Por supuesto que no lo entiendo. Dijiste que Madison Brooks nos había escuchado en la biblioteca y yo te dije que la olvidaras, no tiene caso seguir intentando con ella cuando ya sabe nuestros planes, pero en cambio, decidiste robarle el proyecto de ciencias al nerd de Mark solo porque esa chica te pidió las estrellas, ¿acaso te sientes mal? –
Brian puso dramáticamente su mano en mi frente para ver si tenía temperatura, a lo que yo lo aparte de un manotazo.
– No es por eso, solo es que.. no aceptare un rechazo de su parte.
– Te has vuelto loco – Brian se dejó caer a mi lado en el sofá después de soltar un suspiro de cansancio.– Realmente te has vuelto loco, no eres el típico chico que le importan esa clase de cosas, lo sabes mejor que yo Allan, eres un maldito con las mujeres pero si ellas dicen que no siempre eres indiferente, ¿porque ella es la excepción?
– No hay excepción, estas imaginando cosas. Iré a ver a mi hermana al hospital así que si vas a seguir diciendo idioteces, mejor no me esperes –
Tome la caja de pizza sin comer y se lo entregué a la mucama, el apetito se me había ido gracias a Brian.
– No son idioteces, nunca te has interesado tanto por alguien. ¿estas enamorado de ella? – canturreó Brian con una sonrisa de idiota en la cara mientras se acercaba a mí con los brazos abiertos. Lo aparté con molestia evitando así el abrazo del tonto de mi amigo.
– No estoy enamorado, ¿que tonterías estas diciendo? Acabo de conocerla hace unos días.
– Entonces es amor a primera vista – siguió diciendo Brian con una sonrisa que quería borrarla en este mismo instante.
– No sigas con esto porque alcanzaras el límite de mi paciencia – advertí para tomar mi chaqueta marrón que estaba sobre el sofá para después salir apresurado hacia la puerta. Brian no decía más que estupideces.
Yo jamás me había interesado en alguien, el amor no era algo que estuviera presente en mi vida. No desde el abandono de mi madre y el ver como mi padre quedó devastado tras su partida, después de ella nada volvió a ser igual, y el amor solo era una simple ilusión para mí. El amor no era más que una simple ilusión que con el tiempo se degrada para después desaparecer, así que no podía sentir algo así por alguien a quien apenas conocía.
Subí al auto negro que mi padre me había regalado por mi cumpleaños número diecinueve para recorrer las calles rumbo al hospital, tratando de alejar esos pensamientos que el tonto de Brian había dejado en mi mente. Pero sabía que tenía razón, esa apuesta ya no tenía validez alguna porque Madison ya lo sabía, no tenía sentido seguir con eso porque ella había descubierto mis planes, pero algo me impedía alejarme de ella, ese sentimiento invisible se mantenía constantemente en mis pensamientos y me decía: no te alejes. Y yo no quería hacerlo. Madison Brooks era más atrayente de lo que imaginaba.
Baje del auto una vez que ya había llegado a mi destino, entregue las llaves de mi auto al chico que se encargaba de estacionar los coches en el hospital para después encaminarme hacia el hospital.
El olor característico a hospital fue el que me recibió a penas se abrió la puerta automática, el ambiente deprimente de hospital me hacía sentir ansioso y no me gustaba para nada tener que venir otra vez. Pero debía hacerlo, porque mi hermana había recaído de nuevo.
Abrí la puerta de su habitación escuchando el rechinido de la puerta al abrirse. Betty me miró con una sonrisa cansada cuando me vio entrar a su habitación, las ojeras en sus ojos se habían incrementado y su piel se había vuelto más pálida que antes. Me acerque hasta donde ella estaba y me senté en el banco a su lado, sosteniendo su delgada mano sobre las mías.
– Brian me dijo que mi querido Allan se había enamorado –
Solté un pequeño gruñido al escucharla. Brian era un vil chismoso y el peor de los amigos.
– No es así – respondí tosco. Betty rió así que me sentí aliviado de verla sonreír. Antes de que pudiera decir algo más a mi hermana, la puerta de su habitación se abrió nuevamente, dejando entrar a una chica de cabellos pelirrojos y escuálida sonrisa.
– Así que nuestro muchacho Allan es un chico grande y enamorado –
Volví a gruñir como si fuera una bestia salvaje, mataría a Brian cuando llegara a casa.
– No es así Gina, tu hermano es un idiota que solo dice tonterías – reproche y ambas chicas soltaron una risa.
Gina se acercó a mi hermana y puso el plato de frutas en su regazo mientras la miraba con cariño. No era un secreto que ambas estuvieran enamoradas de la otra, pero ese era un hecho que mi papá nunca aceptaría, nunca aceptaría que su hija mayor a pesar de tener leucemia, estuviera enamorada de una chica. Benjamín Pemberton nunca lo aceptaría y esa era la razón por la que nunca vendría al hospital, así que preguntar por él no era buena idea, porque sabía que no vendría. Aunque agradecía que a pesar de eso, él seguía dando el dinero necesario para que su hija se recuperara.