El corazón del playboy |#1|

Capitulo veinte

 

No supe cuando fue el momento exacto cuando Madison y yo nos separamos.

Solo recuerdo salir del aula de teatro siendo arrollado por el sin fin de estudiantes que salían al unísono y en ese momento de revuelo, la perdí de vista.

Me separe de su lado y tuve el impulso de buscarla hasta que lograra encontrarla, pero me detuve.

¿Qué rayos es lo que estaba haciendo ahora?

Esta no era la primera vez que mi mente se convertía en un rompecabezas sin fin solo por las emociones que no puedo mantener al margen. Desde ese día en el hospital, mi perspectiva hacia Madison Brooks cambió. Lo primero que hice al verla fue abrazarla, como si ella fuera ese refugio que tanto había necesitado. El sentimiento era inexplicable, ¿como podía desarrollar dependencia de una persona en tan pocos días? No tengo una respuesta para ello, o quizá ya tenía una respuesta pero no quería aceptarla. Pero por mas que mi corazón peleara por tener el control de todo, mi mente siempre me repetía que el amor no era bueno, que no hacía mas que lastimarte. Yo no podía aceptar el amor, porque no quiero ver a alguien mas marcharse de mi vida y dejarme solo.

No iba aceptarlo. Porque no quería ver que Madison se marchara tal como mi madre había hecho.

Trate de ignorar ese sentimiento punzante en mi pecho. Seguí mi camino sin tener un lugar en mente al que ir, simplemente me deje guiar por mis pies, escuchando solo el rechinido que hacían mis vans color negro al impactar contra el suelo liso del colegio.

– ¡Allan!

Di media vuelta al escuchar la voz de Brian a mis espaldas. Él venía corriendo hacia mi, cuando llego a mi lado se apoyo en sus rodillas y dio varias respiraciones con dificultad, tratando de recuperar el aire que perdió al correr.

– Madison – Jadeó.

– ¿Qué le sucedió? – pregunté tomándolo por los hombros al escuchar su nombre en labios de mi amigo.

– Escuche a unas chicas decir que la habían encerrado en una de las aulas vacías.

La voz de Brian a mis espaldas se escucharon como un zumbido en la lejanía, no le preste atención a sus palabras y camine lo mas rápido posible de vuelta a la escuela.

Joder. Esas chicas realmente son un dolor de cabeza.

Sabía que eso podía pasar en cualquier momento, las chicas a veces hacen cosas incomprensibles como encerrar a otras en un aula vacía como si estuvieran montando una película de adolescentes, ¿qué acaso no pueden idearse sus propios planes de manera original? La respuesta es un no, si persiguen como maniáticas a un chico como yo, todo esta bastante claro.

Atravesé los pasillos desiertos. El sonido de mi acelerada respiración era lo único que podía escucharse retumbar en las paredes del colegio. Todos los estudiantes se encontraban disfrutando el festival a fuera del campus, es por eso que ellas habían aprovechado el momento para tenderle una trampa a Madison.

Ni siquiera me tome el debido tiempo para pensar en el como pudieron atrapar a Madison, me parecía incomprensible el pensar que la hayan encerrado tan fácilmente y que ella no hubiera puesto resistencia alguna.

Seguí la corazonada que decía que abriera el aula de ciencias. Y así lo hice, poniendo en práctica mis habilidades de taekwondo que había adquirido en mi niñez, derribe la puerta frente a mí, escuchando el chillido femenino proveniente del salón vacío.

– ¡Estas demente! ¿Acaso estas grabando alguna película de acción? ¿Como se te ocurre derribar la puerta así sin más?

Madison me miró enfurecida mientras bajaba su mirada hacia la puerta de madera que yacía tirada en el suelo.

Me esperaba sus lloriqueos por estar encerrada o incluso un recibimiento heroico por mi gran hazaña, pero sabía que no debía de esperar nada de eso. Se trataba de Madison Brooks. Ella jamas se sentía intimidada por nada. Pero imaginarse esa situación no esta de mas.

– Deberías de decir gracias.

– Estaba a punto de salir – se defendió señalando el ventanal.

– Esta cerrado – contesto lo obvio.

– Por algo estaba apunto de estrellar esa silla contra la ventana – dijo tan seria que provoco que soltara una carcajada.

– Es lo mismo que derribar la puerta – respondí divertido.

– Una ventana cuesta menos que una puerta – se encogió de hombros.

– ¿Como fue que lograron dejar encerrada a la gran Madison Brooks?

Madison se sonrojó levemente, pude notarlo antes de que apartara su mirada de la mía con una velocidad impresionante.

– No te interesa – refunfuño para caminar hacia la salida.

– Soy el responsable de eso, así que claro que me interesa.

– ¿Qué es lo que harás con eso? – preguntó señalando la puerta tirada en el suelo, cambiando drásticamente el tema.

– Pagarlo con el dinero de mi viejo.

Madison blanqueo sus ojos para después murmurar un: debí suponerlo.

Ambos salimos del salón en completo silencio. No hablamos mas sobre el tema del encierro, como si éste no hubiera sucedido. Ella no me culpó y yo no seguí insistiendo en que me dijera la razón por la que se dejó atrapar tan ingenuamente.

Caminamos entre los extensos pasillos de la escuela hasta que Madison se detuvo frente al baño de mujeres.

– ¿Planeas entrar conmigo al baño de mujeres? – inquirió alzando su ceja derecha.

– Planeo esperarte aquí. No quiero que vuelvan a encerrar a la indefensa Madison Brooks.

Madison me fulminó con la mirada, a lo que yo sonreí. Nunca habían malos días si Madison estaba a mi lado.

La rubia entró al baño de mujeres y cerró la puerta blanca detrás de si. Me recargue en la pared a lado del baño en la espera de Madison, no tuve que esperar en completa soledad porque a los pocos segundos de que Madison entró, Brian hizo su aparición.

– ¿Encontraste a Madison? – preguntó una vez que llegó a mi lado.

– Si, ahora esta en el baño.




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