Alguien tomó sorpresivamente a Liliane por la cintura mientras cruzaba el parque que quedaba tras el colegio a toda prisa. En principio se sobresaltó y echó un grito al cielo por el susto, pero cuando observó que se trataba del inoportuno de Ryan quiso asesinarlo.
— ¿Ryan te volviste loco? —replica Liliane todavía conmovida por el trance—. ¿Acaso intentas asesinarme?
— Vamos Liliane no exageres, tampoco es para tanto —replica el juguetón muchacho mientras intenta no despegarse de la cintura de su amada—.
— Estuve a esto, te juro, a esto, de soltarte una bofetada...
— ¿Y qué era lo peor que podía pasar? Que la huella de tu mano quedara impregnada en mi cara. Eso habría sido un privilegio. Marcaríamos tendencia sabes. ¡Qué chupetones ni tres cuartos! Bienvenidas las cachetadas.
— No es gracioso, sabes...
— Vamos amor, relájate. Solo quería darte una sorpresa...
— Mejor dame un beso, ¿sí? Antes que me arrepienta de perdonarte...
Liliane aprieta sus labios húmedos y frescos contra los de Ryan, mientras se sumergen en una experiencia que se asemeja a lo celestial, a lo mágico. Ella decide interrumpir el beso para continuar con un emotivo abrazo, después de varios segundos de intercambiar saliva.
— Quedamos en encontrarnos en la puerta principal, ¿lo recuerdas?
— Pues sí, así quedamos. Sin embargo, no hubiese sido tan emocionante como ahora. ¿O sí?
— Claro que no, tonto, tienes razón... lo estaba pensando. Dentro del instituto debemos ser más cautelosos. Comportarnos prudentemente.
— En especial tú, que estás convirtiéndote en una figura pública a pasos agigantados. No quisiera que salgas en la portada de nuestra revista de la mano de un perdedor...
— ¡Amor, no digas eso! Tú también tienes muchos admiradores.
— Tenía, dirás. Ahora solo soy uno más del rebaño.
— ¿Ahora quién es el exagerado? ¿Eh? Cierra la boca y apresúrate, que vamos tarde.
Liliane suelta la mano de Ryan antes de doblar la esquina y ambos tratan de actuar naturalmente por la calle, como si de un par de amigos se tratara. Llegan a la puerta principal e ingresa Liliane primero. Ryan se detiene unos segundos y disimula estar desentendido del resto del mundo. Camina a paso lento, pero no descuida el rastro del aroma delicioso que desprende su amada.
Ni bien Liliane atraviesa las oficinas administrativas, escucha la voz melodiosa, pero imponente, de la inspectora Melanie. Ella está pidiéndole a un grupo de jóvenes maleducados que dejen de golpear la pelota mientras sus compañeras de otros salones intentar cruzar el patio principal sin ser lastimadas. Cuando ha logrado su cometido retrocede, da media vuelta y entonces se percata de la presencia inconfundible de Liliane. Le pide a la distancia que se detenga, mientras acelera la marcha.
— Inspectora Melanie, muy buenos días. ¿Algún inconveniente?
— Buenos días, Lili. ¿Has visto a Ryan por si acaso?
— No... —dice mostrándose algo inquieta—. ¿Por qué debería?
— Se les ha visto muy unidos últimamente. Supuse que estarían en contacto.
— Pues se equivoca Inspectora Melanie. Solo somos amigos...
— Pues se están demorando demasiado, sabes.
— Si usted lo dice...
— ¿Alguien les ha comentado alguna vez que hacen bonita pare-ja? Serían la sensación del instituto, no cabe duda.
— Pues siento decepcionarla Inspectora Melanie.
— Hablando de Roma...
Liliane da media vuelta y ve al ingenuo de Ryan caminando tranquilamente a pocos metros de ella. La Inspectora Melanie le ordena con gestos que se detenga y que se acerque y él no pone resistencia.
— Buen día Inspectora Ulloa. ¿Estaba buscándome?
— Necesito que los dos vayan a mi oficina ahora.
— ¿Algún inconveniente?
— No pregunten y obedezcan. A mi oficina, ahora.
— Pero... —susurra Liliane desconcertada—.
— ¡AHORA!
Ryan acata la orden de inmediato y se dirige a paso acelerado a la oficina de la Inspectora Melanie, mientras Liliane lo sigue. Ambos se detienen abruptamente frente a la puerta de entrada y entonces se cuestionan el porqué de tan desagradable indicación.
Editado: 04.12.2019