Llovía. Llovía tan intensamente que Liliane apenas podía enfocarse en algo, tirada allí sobre la carretera. Hace unos segundos había sentido un sacudón violento, una especie de golpe interno, como si de pronto su alma estuviese de vuelta en el cuerpo después de tomarse unas vacaciones en las playas del infinito. El corazón le latía tan rápido que parecía desbordarse por su garganta, mientras que la cabeza le daba mil vueltas.
Quiso gritar, arrastrarse, ponerse de pie, sin embargo, carecía de fuerzas para tan siquiera mover un dedo. Comprendió que el final de su miserable existencia estaba cerca y que lo único que podía hacer era resignarse. No tenía soberana idea de donde iba a morir y se imaginó que por lo menos disfrutaba de la última vista panorámica consciente. Se arrepintió de nunca haber influido en el cambio radical de comportamiento de su madre, de nunca haber expresado que amaba mucho a su padre, de nunca haberse atrevido a confesarle su amor secreto a Logan y de nunca haber enfrentado a Scarlett. Pero sobre todas las cosas, se arrepintió de nunca haber sido simplemente ella, la original. No la Liliane de papá y mamá, de Logan, de Melanie, de Scarlett, de sus amigos o familiares. Había perdido demasiado tiempo preocupándose por los demás, intentando convencerles de que era una chica simpática, cuando en realidad lo era: tenía amigos como cualquiera, un chico que estaba interesado en ella (por más que la haya fregado después de besarla) y unos padres un tanto imperfectos que, a pesar de las circunstancias, le recordaban que la amaban, cada mañana.
Nunca se dio tiempo para planear su futuro, para plantearse metas, sueños o ilusiones a largo plazo, para escuchar la música que le gustaba, disfrutar del cine que le atraía o leer los libros que le fascinaban. Jamás se le permitió vestir con la ropa que estaba de moda, comer algo delicioso (pero chatarra) de vez en cuando, u ofrecer su punto de vista con respecto a temas considerados “tabúes”. Soledad o Enrique jamás se sentaron a charlar con ella sobre chicos, sexo o drogas. ¿Era tan difícil? Se preguntaba de vez en cuando. Y lo poco que aprendió, fue a través de experiencias de amigos, redes sociales o internet.
— Liliane, ¿te encuentras bien? —una voz masculina susurró en la distancia, con desesperación—. Por favor, responde...
Enseguida alguien la coloca boca arriba y la protege de la lluvia con su cuerpo. Siente que la carga entre sus brazos y corre. Pasados unos segundos la tempestad ha dejado de caer sobre ella, aunque el frío es persistente. Acto seguido le arrancan la chaqueta del uniforme, empapada, y en su lugar la recubren con un cálido abrigo.
— ¡Quédate! ¡Quédate por favor! ¡Te ordeno que te quedes! ¡Lo siento!
Aunque Liliane aún conserva la vista borrosa, ahora puede reconocer la voz. No es Enrique, obviamente, pero parece haberla escuchado en algún lugar. ¡Logan! Las conexiones en su cerebro empezaron a activarse. ¡Logan! Los latidos de su corazón se aceleraron. Logan, ¿por qué? ¿Por qué Scarlett?
— ¡Melanie, por favor, necesito que venga con su coche por la carretera que conduce a casa de Liliane, en el bosque! ¡Es urgente!
Logan enseguida la abraza con fuerza, para transmitirle algo de calor. Frota sus manos hasta que se tornan cálidas y las coloca encima de aquellas mejillas un par de veces. Ella todavía no pronuncia palabra alguna, pero respira. La lluvia en el exterior de la cabaña ha bajado en intensidad y los relámpagos se han ido. La neblina abandona el bosque y luego se esfuma, dando paso a la claridad.
— ¿Por qué? ¿Por qué? —balbucea Liliane—.
— ¿Lili? ¡Lili! —exclama Logan conmocionado—.
Liliane alcanza a abrir los ojos y le ofrece una sonrisa débil a su salvador. Ahora sí que puede observar cada línea de su rostro, mientras le viene a la mente lo del beso en el salón.
— Scarlett. ¿Esa maldita perra besa mejor que yo?
No escucha respuesta, entonces mira fijamente a Logan en busca de explicaciones. Él ni siquiera se atreve a regresar la mirada, pero agacha la cabeza.
— Lo siento...
Ambos se funden en un caluroso abrazo, mientras Liliane intenta acariciar el cabello del muchacho. De pronto, el sonido de la bocina de un auto retumba en la carretera y se detiene: es Melanie, su profesora favorita. La nueva Inspectora del instituto. La única a quien consideraba más que a una amiga, una hermana mayor.
— ¡Salí inmediatamente recibí tu llamada Logan! ¿Qué sucedió aquí? —preguntó la mujer exasperada—.
— Encontré a Lili tirada en la carretera, en medio de la tempestad —respondió Logan conmovido—. Estuvo a punto de morir...
Editado: 04.12.2019