Los atributos de Eva son antagónicos a los de Matías. Mientras que este último se considera bello, luminoso y bueno, a la primera se le percibe fea, oscura, maléfica, lisonjera, burlona, fanfarrona y sobre todo vanidosa. Me refiero yo Tania sobre Eva
Eres muy perceptiva Tania, ojalá fueras así contigo misma. Le sugiero yo Mara su padre Mírate un momento Tania que ves en mí, como si fuese un espejo, no temas a decirme lo que salga de ti, se transparente. Se que estás llena de rabia, porque nunca fui el padre que deseaste:
Lo horrible de tu semblante, tu frente altiva y llena de soberbia, los ojos fieros y encendidos a guisa de cometas, la boca como sangrienta y arrabiada que está respirando amenazas y estragos. Eso es lo que veo en ti papá. Continua Tania
También ferocidad y bravura. Eres un ser muy temido, no solo por las tentaciones a las que expones a las personas en Reino del Deseo sino porque se cree que llegabas a agredir en forma física a tus oponentes. Culmino yo Tania
Eso mismo eres tú Tania, solo ves en los demás lo que tú eres. Se que interfieres en la relación de Eva y Matías su novio. Despréndete de todo eso eres bella, etérea, lo que quiero que seas es inalcanzable. Pero si lo quieres vivir vívelo.
Tenté yo Tania a Matías y a Eva y ocasioné su expulsión del Reino del Deseo, logré que los alumnos la vieran como perro feroz, inventé que lanzaba “bramidos feroces” hacia los compañeros del Reino y echando “fuego de azufre” por la boca y los ojos.
Después de mi expulsión del Reino del Deseo junto a Matías compramos un perro negro “que andaba tras nosotros haciéndonos gestos; tenía los ojos como brasas y de la boca echaba llamas. Parecía como una bestia dulce. Su nombre Faye "el bien". Matías realizaba unas embestidas demoniacas que tuve que soportar, soy un poco sadomasoquista. Yo Eva.
“Adórame a mí y no adores a ese”, refiriéndose a Mara. Arguyo yo Matías Al replicarle la monja ¡mira qué lindo está!”, siempre te ha gustado. Conservas el rosario de la Madre de Dios, tu boca Eva es como la puerta de entrada del infierno o como el infierno mismo. Ese no era el Reino del Deseo sino el Reino de las sombras. Tu piel morena Eva, el color negro es un atributo del infierno y simboliza el mal.
Estoy enferma Matías mi espíritu será arrebatado y llevado […] por un camino muy triste y de mucho trabajo, hasta un lugar de muchos tormentos”, es decir, al infierno. La catatonia no me deja Matías. Yo Eva.
Ora mucho Eva para distraer al demonio con tus oraciones, el Demonio se aparece bajo el aspecto de una sirvienta negra que la llamaba sin cesar, de parte de la prelada. Pero reconocerás al “padre de la mentira” y continuarás tus rezos con mayor ahínco. El demonio asimismo se le aparecía en visiones eróticas a santa Rosa de Lima, como un hombre robusto y musculoso.
Me estás tratando de decir que parezco santa, digo yo Eva.
Eres culpigena, por eso te sientes demoníaca, solo eres una ser humano, como cualquiera que comete errores Eva, solo Dios es perfecto. Se le aparecía semidesnudo e hincado, abraza a la santa. Su tamaño, el color rojizo de su piel, la fealdad de su rostro y sus orejas puntiagudas, semejantes a cuernos, delataban su identidad. Para incitar a alguien a caer en el “pecado de la carne”, el Demonio se aparecía como bello mancebo o como atractiva mujer; y como Dios, la Virgen, un ángel o un clérigo, si pretendía alejar a una persona de la religión. Santa Rosa pudo librarse de él tú de igual modo.
Tentaciones y acosos diabólicos Matías y yo Eva, tentados por la serpiente, comiendo de la fruta del árbol prohibido, razón por la cual fuimos expulsados de México. Las tentaciones eran artilugios mediante los cuales el Demonio trataba de imponerse sobre las fuerzas del bien, representadas por Dios, y obtener adeptos para el infierno.
Era considerado un aliado de la muerte, “porque sabe que no puede comer otra caza que la que ella mata”. Me expreso yo Matías. Las tentaciones también podían ser pruebas a las que Dios sometía a sus elegidos para constatar su virtuosismo, su fidelidad y amor. Yo Matías
Me siento sucia Matías, nunca me ha gustado que me toquen. Me mostraba yo Eva
Según Pedro de Salmerón, “la virginidad y pureza de cuerpo y alma, cuanto mayores combates padece, tanta mayor cualidad adquiere en los ojos de Dios; un diamante o rubí cuando sale del mineral a donde se cría no tiene tanto valor como cuando sale de las manos del lapidario, después de golpeado, cortado y cercenado por todas partes”. La suciedad es parte de la vida Eva, yo Matías el Demonio tienta especialmente a las personas que son más próximas a Dios, entre ellas las monjas, los clérigos, los ascetas, los ermitaños y las beatas, tu mi austera Eva y que no permite que las tentaciones sobrepasen lo que podría aguantar: Le explico yo Matías
“No permito ser tentada más de lo que puedo”. Repito contenta y aliviada yo Eva Jesucristo me ha dejado sola con los demonios que me atormentan con tanta rabia, no te he dejado […] le repito yo Matías si él no te hubiera asistido con los auxilios de su gracia, no hubieras por ti sola resistido a tus enemigos y hubieras quedado vencida por ellos. Él estaba contigo y se estaba deleitando y dándole grandísimo gusto verte padecer por su amor. Yo Matías
Hablas Matías como si fueses Jesús, acaso te has atrevido o habla a través de ti...
Eres uno de los personajes más acosados por el Demonio como Isabel de la Encarnación, la mencionada monja carmelita de Puebla, considerada santa por sus contemporáneos. Se decía que Dios había dado licencia a los malignos para “combatirla en el alma y en el cuerpo” con el objeto de probarla, como lo había hecho con Job. Su martirio comenzó desde que era niña y se intensificó cuando ingresó al convento de carmelitas descalzas. Durante seis años no podía alzar la vista y mirar ninguna imagen porque “los demonios le tiraban los ojos con tanta fuerza que parecía se los querían sacar”. Asimismo era frecuente que en masa la atacaran físicamente, ya sea como animales feroces o como soldados, “unas veces a caballo con lanzas enristradas hacia ella y otras a pie en forma de gladiadores y etíopes horrendos”. En ocasiones, andaban encima de su celda o debajo de ella, “con picos y barretas daban en las paredes queriendo echarla abajo” y todo esto acompañado de notable estruendo. Le causaban innumerables tormentos, mismos que soportaba con gran paciencia, ya que los interpretaba como pruebas de Dios. Solían sujetarla y lanzarla hacia arriba, como si fuera pelota, y la azotaban contra el techo o contra las paredes. En ocasiones, el Diablo la traía de “cabeza alrededor como una perinola y alzándosela y bajándola hacia el pecho y las espaldas con tanta prisa y violencia, que era menester tenerla las religiosas y echarle agua bendita”. Además, le causaba enfermedades múltiples: “mal de quijada, de estómago, de pulmón, de cerebro, le quitaba la respiración, le roía la llaga de los riñones, […] le apretaba las sienes y la cintura y le masacraba el corazón”. Sor Sebastiana Josefa de la Santísima Trinidad “se postraba a dar gracias a su dulce Esposo del beneficio recibido en padecer aquello poco y verse libre del tormento”, después de que el Demonio le “oprimía todo el cuerpo” y de que sus huesos quedaran hechos pedazos. La carmelita Marina del Santísimo Sacramento tenía “visiones horribles” y los demonios se le presentaban en forma de animales fieros que la hacían huir de su celda.