VALERIA.
Luego de mi salida con Elliot la noche de ayer no he querido salir de mi habitación para solo recordar su sonrisa y lo reconfortante que es su compañía cuando estamos juntos. Es irónico que me haga feliz una persona que no es mi novio, pero Elliot es diferente y es lo que me hace regresar a él.
Elliot es divertido aunque a veces amargado, es muy lindo de corazón y mente, físicamente es guapo y me trata bien, me aconseja desde su experiencia y lo agradezco. Si termino con Henry más nunca vería a Elliot en cambio si continúo con la relación lo vería siempre, me haría reír como usualmente hace cuando estamos juntos.
Pero Elliot tiene algo que siempre me hace enfadar y es su inseguridad que siente consigo mismo, se auto elimina antes de que pueda decirle algo o se subestima incontables veces solo por sus malas experiencias del instituto y de la universidad. Y me molesta tanto que siempre piense que no es lo suficientemente atractivo como para gustarle a alguien.
Elliot es un gran chico y deseo conocerlo más a profundidad sin que se cierre a mi o a lo que pueda surgir Pero también existe Henry, sigo siendo la novia de su mejor amigo y es algo que no se puede cambiar por nada del mundo. Sigo amando con todo mi corazón a Henry, creo que por Elliot siento algo como pena, siento pena por sus malas experiencias que lo volvieron un inseguro.
De pronto mi móvil suena, aún acostada lo agarro con mis manos viendo de quien trata. Una sonrisa aparece en mis labios.
—¿Y la barrera que pensabas poner entre los dos? —. Lo molesto un poco escuchando su linda sonrisa.
—Me preguntaba si quisieras acompañarme a la playa, no quiero ir solo y pensé que tal vez tu…
—En quince minutos estoy lista. —. Me apresuro a decir haciendo que suelte una carcajada.
—Ya voy por ti. —. Y cuelga la llamada.
No era mi intención meter en problemas a Elliot con Henry pero me sentía sola, estaba triste por la notable indiferencia que está trazando Henry entre nosotros.
Salgo volando de mi cama para darme una ducha larga y poder buscar con un poquito de calma el vestido veraniego y un sombrero para que nadie me vea con Elliot, busco una bolsa donde guardo mi billetera con dinero y mi móvil por si a Henry le nace llamarme para saber de mi o de mi funeral.
En la planta baja estaba Hilario leyendo sus libros de los sábados como siempre hace cuando no tiene nada de trabajo.
—Padre saldré con unos amigos, vuelvo más tarde. —. Digo a sus espaldas aún en el pie de las escaleras.
Él se da vuelta viéndome con una ceja alzada, prontamente estaría regalándome una sonrisa baja.
—Diviértete mi vida.
Y en eso el claxon del auto de Elliot atrás mi atención haciendo que una ridícula sonrisa aparezca en mis labios, por lo que rápidamente me despido de mi padre con la promesa de no tardar tanto en regresar. Cierro la puerta a mis espaldas para comenzar avanzar hasta el auto, Elliot no baja y fue por mi petición. Mi padre conoce a todos mis amigos y si lo ve y no reconoce comenzara a investigarlo y honestamente no quiero problemas.
—Sigo pensando que pasaría con la barrera.
Él vestía con una camisa arremangada a sus codos era de color blanco, con unas bermudas color caqui y sus deportivos blancos. Y sus lentes de sol negros que nunca faltan, no sé porque los utiliza si sus ojos son de un hermoso color.
—Te juro que me arrepiento de no haberla puesto pero luego recuerdo que anoche me dijiste que seguías triste.
—No quieres verme triste. —. Susurré sonrojada sin mirarlo, sentía mucha pena.
—Es mi pecado.
Se que para él no es fácil verme a escondidas de Henry pero quiero hacerle entender que podríamos ser buenos amigos y que no habría problemas en vernos de vez en cuando justo como ahora.
A continuación Elliot detiene su coche en el estacionamiento de la playa especialmente en la parte donde están los barcos y minis yates muy lindos. Él abre mi puerta y me ayuda a bajar del auto para guiarme por el puerto en dirección a un hombre que se encargaba de los barcos y esas cosas.
—Señor Elliot, ya lo estaba esperando. —. El hombre bajo y regordete manda a qué traigan el yate mediano de color blanco.
—Oh guao. —. Elliot ríe de mi ante mi sorpresa.
—Te dije que no quería venir solito, es mucho para mí.
Lo vuelvo a mirar y aunque no pueda verlo a los ojos por los lentes puedo sentir su tristeza y melancolía.
Ay Elliot…
Él me ayuda a subir al yate y prontamente estaría dándome un recorrido por el mismo mientras que me dice que es de su familia pero que nadie nunca lo utiliza por estar ocupados trabajando en la empresa y todo eso, por eso le invitó y porque no quería estar solo en su casa hoy.
—Gracias por invitarme. —. Le digo cuando ya estamos en la parte trasera sentados en un sofá viendo como cada vez más nos alejamos.
—Hoy no fue mi día y eso que apenas comienza. —. Evade mi mirada a toda costa.
—¿Qué ocurre, Elliot? Me preocupas. —. Quise tomar su mano entre la mía pero él la aleja escondiéndola en su bolsillo.
—Hoy estuviera de aniversario con mi esposa. —. Suelta con voz desvanecida y estrangulada, haciendo que algo dentro de mi se remueva.
—Lo siento…—
—No digas que lo sientes, odio que la gente me vea con lastima. —. Suelta tajante al interrumpirme.
—Yo no le llamaría lástima.
Elliot simplemente evade mi mirada y el tema de conversación por otro que no venía al caso.
Hablar de su esposa y de como fue su relación le seguía doliendo y es una pena, él está estancado en algo que no existe.
Doy todo de mi para hacerlo reír y en varias ocasiones lo consigo, le pido que bajemos al mar a nadar para distraer la mente de cosas que no tienen importancia y aunque dudó mucho a la final terminó aceptando.
Estábamos en medio del mar jugando nosotros dos solos con solo sus guardaespaldas viéndonos desde el yate asegurándose de que todo vaya bien y no intente matar a su jefe ahogándolo.
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Editado: 09.11.2024