Te vi desde mi asiento. Estabas leyendo de nuevo el mismo libro, parecías concentrada y preferí no hablarte.
Pensé que te molestaría. Entonces puse más atención y lo vi, una lágrima cayendo hasta las páginas del libro.
Te dije "hola". Me respondiste con un sollozo.
Te abracé. Me empujaste.
Te seguí. Y tú escapaste.