Mi madre me levanto temprano y me envió a pasear al perro.
Fui al parque. Entonces te vi, estabas mirando un árbol en el cual se notaba que llegaba el otoño.
Me dieron ganas de tomar una fotografía. Estabas muy bonita en ese instante, sentada en el piso, con tu mirada puesta fijamente en esa planta.
Vicent ladró sacándonos a ambos de nuestros pensamientos.
Caminaste hacia mi, me abrazaste y yo te correspondí a duras penas, pues Vicent no paraba de correr por el lugar.
En tu rostro se notaba un brillo de alegría, uno que hacia tiempo no tenías.