Cara se sentía capaz de dejar a un lado sus necesidades básicas y concentrarse en la subrogación. Tener aquel bebé era lo que verdaderamente importaba, y no se iba a dejar distraer de nuevo. Al ser la futura madre biológica, era razonable que Logan fuera a presentarlos como matrimonio en la clínica. Una subrogación en la que la madre suministrara el óvulo estaba prohibida en la mayoría de jurisdicciones, especialmente si había dinero de por medio. Sin embargo, si el procedimiento consistía en implantar en Cara un embrión del donante de esperma y el óvulo de otro donante, el proceso habría sido mucho más sencillo.
En cualquier caso, Cara sólo tenía intención de ser madre de alquiler y no causar ningún conflicto jurídico tratando de hacer valer su maternidad en el futuro. Si se quedaba embarazada por el procedimiento de IA, se aseguraría de que ambos disfrutaran del embarazo estableciendo una estrecha relación de apoyo con Logan.
La clínica elegida era la mejor en tecnología de reproducción asistida, y no solamente coordinaba los asuntos médicos, también se encargaba de los aspectos administrativos de la subrogación. Desde el momento en el que se sometió al procedimiento, hasta el asesoramiento y la terapia, Cara jamás tuvo dudas ni recelos.
Le aseguraron que tendría un embarazo y un parto sanos y seguros. Y lo más importante, estaba segura de poder establecer una relación de apoyo y confianza con Logan. Nada podía salir mal.
Ya no se sentía menospreciada por haber sido rechazada por Logan tras decidir que no se convertirían en amantes. Él había notado que se encontraba en un momento vulnerable y no había querido aprovecharse.
Cara sintió que su respeto por él llegaba a nuevas cotas, lo que la hizo desear con más fuerza que todo fuera bien.
Era difícil ignorar la atracción que existía entre ellos, pero Cara pensó que Logan estaba decidido a volver al statu quo. O ¿por qué si no se entregaría tan de lleno a su trabajo? Cada vez pasaba más tiempo lejos de ella, en su oficina de la ciudad.
Mientras tanto, lo único que Cara podía hacer era esperar e intentar permanecer ocupada, sabiendo que debían pasar dos semanas hasta averiguar si estaba embarazada.
Aquel día, se sentía rebosante de energía creativa, deseando una completa liberación. Por primera vez en días, el lienzo se iba perfilando exactamente como ella quería. Había estado trabajando toda la mañana, y decidió tomarse un descanso cuando le empezó a sonar el estómago. Apenas era la una de la tarde y había desayunado bien, ¿cómo era posible que tuviese tanta hambre?
Optó por tomar algo rápido y regresar de inmediato al estudio. Sonrió, preguntándose qué pensaría Logan de aquel cuadro. Normalmente callaba su opinión, pero a ella le gustaba cuando de vez en cuando le ofrecía sugerencias. Deseaba con todas sus fuerzas que no tuviera que mantenerse tan alejado de ella , aunque probablemente era lo mejor. Lo que había latente entre ellos era demasiado volátil como para interactuar de forma casual.
Cara abrió la puerta del estudio y ocurrió la cosa más inesperada - se chocó contra un ancho y sólido pecho. Una mano la ayudó a recuperar el equilibrio. Sorprendida, miró al rostro de Logan.
-¿Qué... qué estás haciendo aquí?- preguntó sin apenas aliento. -Quiero decir …
-Quieres decir tan temprano, o en la puerta de tu estudio? Quería verte. Hace tiempo que no nos... vemos.
Cara se sintió nerviosa como una adolescente al ver a Logan de forma tan inesperada, y con la obvia intención de verla. Se habría mostrado mucho más alegre si no se acordara de repente de que era su vientre de alquiler. Por supuesto que querría saber cómo estaba de vez en cuando.
-Estás distinto. Te has afeitado la barba- dijo, o mejor dicho, acusó. Él sonrió, como si pudiera leer sus pensamientos. Cambiando de postura en el sitio, añadió: -Me gustaba. Aunque si era del todo honesta, lo prefería así aún más. Tenía más aspecto de galán, sobre todo con aquel traje estampado que solamente él podía lucir tan bien.
-A mí también. Pero me apetecía un cambio. Espero que te acabe agradando. No estaría bien que desapruebes mis gustos.
Cara se sonrojó al pensar que, de alguna manera, a Logan le importaba su opinión. Aunque podría estar burlándose de ella, y estaba comportándose como una tonta.
-Voy a comer algo. ¿Quieres venir o tienes que ir a algún sitio?- preguntó, pasando a su lado y dirigiéndose a la cocina.
-Me estaba agobiando con las reuniones y me he escapado. Meg se estará preguntando dónde estoy- dijo Logan con una carcajada. -Será mejor que la llame en un rato para que esté tranquila.
Cara rió ante la idea de la eficiente y fría Meg en un aprieto por culpa de su jefe. Sus ojos se iluminaron y le dijo a Logan que estaría encantada de ser su cómplice y ayudarle a escapar.
-Te estás convirtiendo en una mala influencia, señorita Stiles. No estoy seguro de qué hacer al respecto- murmuró Logan.
Aquella voz sensual que la hacía derretirse estaba allí en plena forma, y Cara se relamió, barajando la posibilidad de responder: "Podrías castigarme".
Pero no le ofreció aquella atrevida invitación, por supuesto, que no vendría a cuento y además la haría querer abofetearse por sobrepasar los límites. En su lugar, le dijo a Logan que le prepararía un delicioso almuerzo para compensar sus malas artes.
Él ya había cocinado para ella, y aquella era su oportunidad de devolver la cortesía, añadió. Quería intentar una de las sofisticadas recetas que le había enseñado Gina, que sólo requería de cuatro ingredientes y era muy rápida de preparar
- perfecta para un almuerzo ligero.
-Espero que te guste.- Cara colocó el plato delante de él. Tras mezclar crema agria con atún en conserva y una mezcla de sopa de cebolla, lo había extendido todo sobre unas galletas saladas y decorado cada una de ellas con un jalapeño. Cara estaba feliz con el resultado, y sonrió ampliamente al ver lo impresionado que parecía Logan.
#2926 en Novela romántica
amor promesa secretos peligro, embarazo enamoramiento celos dolor, contrato matrimonio
Editado: 30.09.2021