Hace varias horas que estoy despierta, hace varias horas que todo lo que mis ojos ven me parece magnifico al punto de asustarme; puedo percibir mi alrededor con una inusitada claridad. Veo los contornos precisos y definidos, el techo de la habitación donde me encuentro es realmente detallado, la madera perfectamente cuidada e impecable son dignas de admirar, las pequeñas líneas de la madera me parecen lo más hermoso del mundo. Desde mi ubicación logro observar con lujo de detalles objetos que se encuentran en la lejanía, oí con nitidez el cantor de los pájaros, el viento soplar con delicadeza fuera de la casa y los ladridos de unos perros en la lejanía pero que, por una extraña razón, suenan cercanos. El aroma a limón inunda mis pulmones, así como la habitación, exquisito y relajante.
Mis sentidos se agudizaron.
Por lo que puedo deducir tomaron la decisión de hacerme una transfusión de sangre, según palabra de mi hermano no pasaría nada, Eliseo había sido alguna vez medico así que él se encargó de hacerla. Mi brazo está vendado y una incómoda vía permite el acceso de la sangre a mi cuerpo, levanto mi mirada y noto una bolsa casi por la mitad de sangre, tan solo quiero quitarme ya esta dolorosa aguja.
Para ser franca no entiendo lo que me sucede y no encuentro una respuesta lógica al por que noto mi alrededor diferente, mi cuerpo se siente distinto, arrugo una nariz y relamo mis resecos labios. Entonces lo decidí, decidí quitarme esta molesta vía de mi brazo y levantarme de una vez, me incorporo lentamente suspirando, cierro y abro la palma de mi mano, es extraño no me duele la herida, tampoco parece ser que sangra, curiosa retiro las vendas, seguramente me quedará una cicatriz. Pero... ¿Qué? ¿No se supone que en esta mano Xavier me ha mordido? Rápidamente mi mirada se posa en la otra, pero tampoco hay rastro alguno de un mordisco, ¿Qué es esto? ¡Es una locura! No puede ser real, debo estar soñando aún, ¡¿Cómo es posible que la herida haya desaparecido tan rápido?! ¿Cómo es posible que no quede rastro alguno del mordisco que Xavier me ha proporcionado? No puedo entenderlo, me estremece tan solo pensar en la loca idea que tal vez la transfusión de sangre ha sido la culpable de esta locura, mi estomago se contrae, quiero vomitar, es ilógico que una herida se regenere así de rápido, es simplemente ¡Imposible!
Arranco la aguja de mi brazo mordiendo mis labios con fuerza, ¡Eso si ha dolido! Rápidamente presiono la herida con un dedo, no obstante, el intenso dolor que sentí al quitarla desapareció rápidamente, ¿Qué le está pasando a mi cuerpo? Asustada aparto el dedo, mi cuerpo tiembla ante la inexplicable situación que estoy viviendo, abro los ojos sorprendida y mi respiración se entrecorta: la pequeña herida de la aguja ya no está, mi brazo no posee marca alguna.
Alguien tapo con una sábana el espejo que se encuentra en la habitación de Xavier, exasperada, totalmente alterada y asustada, decido apoyar mis pies en el suelo para así revisar mi reflejo, aún sigo teniendo las vendas en mi cuello, ¡Necesito corroborar que la herida sigue allí! ¡Necesito verla! Al apoyar mis pies en el suelo, inhale una bocanada de aire el cual se deslizo silbando por mi garganta, llenando mis pulmones vacíos; comprendí en ese momento la falta de necesidad por respirar. No necesitaba aire, pero aun así respiraba para saborear el exquisito aroma a limón.
Escuche a alguien tararear una balada desde el primer piso, la abuela Lisa tal vez o Catalina. Distinguí el tenue ritmo delicado mientras una persona cantaba a todo pulmón una hermosa opera más no provenía de la casa, durante un momento me sentí confundida, y luego el sonido se desvaneció por completo con el chirrido de las llantas de un coche que doblaba por allí.
No puede ser, ¡No puede ser real! Estamos en el campo, ¡No debe haber caminos en kilómetros de distancia! Llevo mis manos a mis mejillas aturdida, ¡Soy capaz de oír sonidos que provienen desde kilómetros de distancia! ¡Esto es inhumano! ¿Cómo es posible? ¡No le encuentro sentido a lo que está ocurriendo! Un humano común no es capaz de oír lo que yo, mucho menos ver con tanta claridad mi alrededor.
Cierto, no eres humana.
No, no, no, ¡NO! Esto no es verdad, solo fue un mal sueño, soy humana, ¡Soy una humana! Me levanto con movimientos torpes de la cama provocando que me tambaleé un poco desconcertada y choqué entonces con una cajonera tirando unas fotografías que Xavier poseía, mi respiración se volvió agitada, todo comenzó a darme vueltas otra vez, sin embargo, mi mirada se mantenía fija en el espejo, en el maldito espejo que fue cubierto por una sabana. ¿Por qué? ¡¿Por qué han cubierto ese espejo?! ¿Qué me están ocultando?
A pasos bruscos me acerco al espejo, y con manos temblorosas tomo la fina tela de seda blanca que lo cubre, esta se desliza por mis dedos y el susurro casi inaudible que provoca me estremece. Mis manos se ven distintas: finos y huesudos dedos pálidos con largas uñas. ¿Dónde quedaron mis uñas cortas y mis regordetes dedos?
Trago saliva realmente nerviosa antes de mirar mi reflejo.
Lo primero que noto es mi cabello, exageradamente largo, ¿Cuándo me ha crecido tanto? ¡Siempre he tenido el cabello corto hasta los hombros! La tonalidad rubia ceniza, casi apagada se ha desvanecido dejando hebras doradas que caen con delicadeza hasta mis muslos. Mi rostro pálido me sorprendió: los pómulos delgados, la barbilla fina y puntiaguda. ¡Donde quedaron mis mejillas rellenas y pecosas! Las ojeras y los parpados violetas resaltan mis grandes ojos grises los cuales observan entre asustados y sorprendidos, mis labios pálidos carnosos que usualmente se encuentran mordidos y paspados, ahora son lisos y suaves. No, esa no soy yo, ¡Absolutamente no soy yo! ¡Ese no es mi reflejo!
El miedo me dominó provocando que retroceda torpemente del espejo para terminar cayendo al suelo, la mujer pálida me observaba aterrada y confundida a través del espejo, su cuerpo tiembla; mi cuerpo tiembla.