Sambrish, 2010
El cementerio estaba desolado y se escuchaba el cantar de los pájaros como si estuviesen prediciendo algo malo que pasaría. Sonaban desesperados, mientras que una lápida era empujada desde adentro, al parecer alguien quería salir de allí. Luego de dos golpes la tercera fue la vencida y la lápida cayó haciéndose pedazos al instante. Una chica con pelo rojizo y vestida completamente de negro salió del sepulcro, no se veía absolutamente nada alrededor, solo a ella. Su rostro aún no era visible pero sorpresa fue la que se llevó Adele al ver su parecido con aquella mujer. Su corazón empezó a latir más rápido de lo normal, al instante que esa chica le dio una mirada atemorizante acompañada de un cambio de color en sus pupilas, de rojo intenso a naranja fuego y se abalanzó sobre ella.
Adele se incorporó rápidamente en la silla soltando un grito de horror. Todos en la clase se voltearon a mirarle y esta un poco avergonzada se disculpó, pero a la instructora no le pareció suficiente.
—Estoy cansada de decirle que la clase no es para dormir señorita Miller. —Se escuchó enseguida la voz de la profesora de física, seguido de la campana que daba por terminado el día laboral de escuela.
Todos se pusieron en pie incluyéndole. Salieron de allí rápidamente y Robert junto a Adele habló diciendo:
—Salvada por la campana. —Adele río por el dicho de su amigo y el junto con ella. —Mañana te hablo, tengo cosas para hacer.
Dicho esto la abrazó y beso su mejilla en forma de despedida para luego irse corriendo hacia el parqueo, mientras que a Adele le tocaría esperar.
Caminaba por los pasillos inundados por el ruido de risas y pasos apresurados.
Después de la muerte de Will hasta su vida social había cambiado, ahora era la niña huérfana de la escuela. Huérfana porque ahora su madre era como si no existiera. ¿Y sus amigos? Pues en vez de apoyarla en un momento tan difícil decidieron unirse al resto y mantenerla aislada, ¿por qué? No lo sabía, tal vez ellos tenían sus razones. Todos la habían abandonado, todos menos Robert.
La escuela ya estaba desolada y no tenía nada que hacer, se sentó en aquél muro que quedaba en frente de su clase al instante en que daba un pequeño review al sueño que acababa de tener. Fue algo sumamente extraño; y perturbador podría decir, pues después de todo es algo sumamente raro soñar cuando alguien se queda dormído en la escuela. Más que un sueño parecía una visión, ¿pero de que? Aún sumergida en sus pensamientos se puso sus audífonos.
La música estaba en aleatorio, y como si de algo extraño se tratara justo cuando empezó a reproducirse Give me love-Ed Sheeran empezó a llover.
La canción apenas iba por la mitad, cuando alguien vestido completamente de negro se acercaba a ella.
Esta estaba totalmente ajena a la situación, pues estaba bastante distraída con el sonido que sus audífonos le proporcionaban, y fue solo cuando aquella persona se encontraba frente a ella que noto su presencia.
Sentía que su corazón saldría de su pecho en cualquier momento, su única reacción fue soltar un grito de susto.
—Tranquila, soy yo. —dijo Robert al instante que se sentaba a su lado, ella no escucho nada, pero rápidamente notó que era él.
—Menudo susto el que me has pegado, te agradecería que no lo volvieras a hacer—dijo a la vez que se quitaba los audífonos. —¿No se supone que deberías estar en casa?
Le preguntó, y mientras que esperaba respuesta se acomodaba el cabello.
—Debería, pero he vuelto. Supuse que aquí estarías.
Adele hizo un mohín ante la respuesta de su compañero de clases y enseguida dijo.
—Supongo que ya es de esperarse ¿no? Tu padre muere y tu madre se convierte en una irresponsable total. Algo bastante común.
Adele se encontraba bastante dolida y un poco decepcionada, por lo que ahora mismo no era de gran fascinación hablar de su familia.
—Duele mucho, quizá es una manera de ella expresar el dolor que dejo su partida—fue lo que dijo Robert tratando de arreglar la perspectiva de Adele acerca de su madre
— ¿Irresponsabilidad? No lo creo.—esta conversación ya la estaba incomodando bastante, así que antes de que Robert dijese algo más esta se apresuró a decir.
—Hablar de mi familia y las cosas que han pasado durante estos meses no es algo de lo que me sienta muy orgullosa, ¿podríamos hablar de otra cosa?
Ambos se quedaron un momento en silencio mientras que Robert buscaba en su agenda mental que podrían hacer él y su amiga.
—A ver ¿Qué te parece si vamos a Bomdas y hablamos más calmados? Sabes que detesto verte así Adele. Haré lo posible por que te sientas mejor.
—Me parece excelente...—Adele continuaría hablando pero la bocina del auto de su madre la interrumpió.
—Pasa por mí a las cinco, te quiero un mundo, eres el mejor. —dijo mientras que tomaba la mochila y besaba su mejilla.
No dijo nada más y se dirigió al auto, luego abrió la puerta y saludo al entrar.
No tardaron mucho en llegar a casa. El camino completo la pasaron en silencio, pues desde aquel día habían dejado de ser familia, sobre todo porque Will era quien los hacia sentirse una.
Una vez en casa, las cosas volvieron a repetirse como si de un DVD se tratara, justo lo que hacían cada día: entrar por la puerta juntos porque no había más opción y una vez dentro dividirse como si se tuvieran repulsión.
Adele se metió al baño para tomar una ducha y al salir se colocó un pantalón corto de pijama junto a una blusa de tirantes, amarró su pelo rizo en una coleta y fue caminando escaleras abajo con destino a la cocina.
Preparaba un sándwich mientras que veía a su mamá sentada en el sofá. Miraba a la pared como si nada a su alrededor le importara. A pesar de que ya ha pasado todo un año de la muerte de Will, para ella ha sido algo fatal, ha estado bastante deprimida al punto tal de dejar a sus dos hijos mayores a cargo de todo en la casa, incluyendo a sus dos hermanas menores.