El Soldado Mediocre

El ruido del metal y el sudor que estabiliza la temperatura de los cuerpos, anuncian que el entrenamiento militar diario ah comenzado.

Todos los días de la semana las fuerzas armadas eran sometidas a un duro entrenamiento, con el fin de incrementar sus fuerzas.

Los oficiales guiaban de cerca el progreso de sus hombres, conocían todas sus habilidades y talentos tanto como sus bajas y defectos.

Por ende se los ejercitaba de dos maneras, la funcional, que consistía en mil metros de trote, seguido de treinta flexiones de brazos y treinta abdominales, tenían que repetir tres veces todo este circuito. La segunda, era un entrenamiento armado, comenzaban con el arco y la flecha, luego con las lanzas y jabalinas y finalmente con espadas y escudos.

Su progreso físico, antigüedad y cumplimiento de labor era lo que condicionaba su ascenso. 
En toda la dotación, el general encontró a cinco soldados que cumplían los requisitos para su primer ascenso.

Ellos eran:

Frederic, con cinco años en la fuerza, se había convertido en uno de los mejores hombres, y en toda una pesadilla para los bandidos que se atrevían a levantar su espada contra él.

León, con cinco años en la fuerza marcó su progreso con mucha inteligencia en las labores de interrogación, espionaje e infiltración.

Parxs, con seis años de antigüedad y una cicatriz que atraviesa su rostro, era tomado como uno de los soldados más honorables, ya que esa marca fue a consecuencia de defender a los ancianos del consejo de un ataque anarquista, los protegió estando de civil sin portar ningún tipo de arma, esta insignia de valor lo perseguirá por siempre.

Litul, con seis años de formación, es el más hábil tirador, uno de los mejores jinetes y el más rápido a pié.

Finalmente, Maratón, ocho años en la fuerza, sin ningún logro o habilidad destacable es elegido para hacer el examen de ascenso por su antigüedad.

—Caballeros — dice el General Crock, desde el escritorio de su oficina —supongo que saben porqué están aquí. Seré breve, ustedes cinco son los escogidos para pasar al siguiente rango, pero solamente uno podrá lograrlo. Quienes estén dispuestos a dar el examen de actitud física e intelectual para su ascenso que den un paso al frente.

El suelo se vuelve víctima de cuatro pisotones. Pero la mirada del General solo se clavó en el hombre que permanecía inmutable en su lugar.

—Soldado Maratón ¿No es cierto?

—Si señor — responde con actitud.

—Leí su historial, lleva ocho años con nosotros ¿No es cierto? — parecía que disfrutaba mencionar esas tres últimas palabras.

—Así es señor.

—Es la primera vez que veo a un soldado con su antigüedad rechazar una oportunidad así. ¿Puedo saber por qué?

—Estoy conforme con mi puesto actual señor — dice de manera rígida, como si no estuviera interesado en mantener una charla.

—¿Usted sabe que este ascenso trae consigo más responsabilidades y un aumento de sueldo?... ¿No es cierto?

—Así es señor — más calmado —pero en este momento estoy satisfecho con mis responsabilidades y mi salario de actual.

—Vaya — dice mirando a los demás —pocas veces vi en mi vida a una persona que no quiera avanzar. En esta ciudad es difícil encontrarlas. Bueno soldado, puede retomar sus labores.

Maratón saluda a su superior y se retira de su despacho. Sin pensarlo mucho, a su parecer, había tomado la decisión correcta. Él era solo, no tenía esposa, tampoco hijos y sus padres se habían marchado hace tiempo, no tenía nada porque luchar, por eso salió relajado a continuar con su día, igual a los días anteriores pero sin igual al siguiente.

Nunca estamos preparados para que nuestras pesadillas se vuelvan realidad, y la pesadilla de la humadidad está por despertar.

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Eso ah sido todo, espero que estén teniendo una buena semana, y no rechacen un ascenso en su trabajo, no sean como Maratón.

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