Capítulo 4.
Sentimientos negativos.
Alexandra.
Nuevo día.
Estaba lo suficientemente feliz como para levantarme de mi cama sin pensamientos negativos, al fin había acabado ese extraño sueño ¿Jesús de vuelta?
¡sí, claro!
Hice mi rutina con facilidad, salí rumbo al instituto sin preocupación alguna, ya estaba mentalizada, sabia lo que me esperaba al llegar, sin embargo, ese día tenía un ánimo bastante positivo, pasé por el jardín que mi madre que tanto se empeñaba en cuidar y dar vida, una luminosa luz resplandeciente llamó mi atención. Una flor blanca resplandecía, era una rosa, los rayos del sol la hacían brillar con intensidad, su brillo era embelesador, me acerqué hasta la flor, la observé con admiración, era preciosa, olfateé su aroma deleitándome con el perfume que se esparcía por el aire.
Sonreí, hoy estaba feliz, eso era extraño viniendo de mí, le resté importancia y seguí mi camino, pero todo el estado “Zen” por el que pasaba ese día se fue.
No fue un sueño. ¡No fue un maldito sueño! ¡Todo fue real!
Jesús estaba afuera de mi casa recargado en la barda de la misma, como todo un chico malo, sus ojos cerrados denotando concentración como si estuviera perdido en su propia mente, su rodilla izquierda flexionada apoyando la planta del pie en el muro que separa mi casa del exterior, su cabello despeinado y alborotado.
Él se dio cuenta de mi presencia, giro su mirada en mi dirección, su rostro se iluminó y fue adornado por una sonrisa arrasadora, dejo su posición de chico malo.
- Hola Alexandra. – Me dijo.
- Hola. – contesté con una sonrisa forzada. - Vámonos antes de que se haga tarde. – Mi voz tomo la usual monotonía, Jesús arrugó las cejas y su rostro se deformo en tristeza. “Lo siento, de verdad lo siento”. Pensé ya no podía arreglarlo, él debe pensar que no es agradable para mi tenerlo cerca, aunque sea mentira.
Durante el camino al instituto no pude dejar de pensar en lo que me esperaba al llegar.
¡Un maravilloso día en el instituto! No lo creo.
***
Desprecio.
Odio
Envidia.
Malos pensamientos y malos comentarios.
Todos esos sentimientos juntos se hallaban en la calle principal del instituto, esto es lo que siempre me espera al llegar aquí, solo un montón de malos pensamientos, todo el camino me mentalice e imagine los escenarios posibles, pero vivirlo es peor que imaginártelo.
¡Lo bueno que estaba mentalizada!
Mentiría si dijera que no me afectan las palabras que escucho, las miradas que me dan, siempre he pensado que todas las personas tenemos sentimientos solo que algunos deciden ocultarlos para no salir lastimados, yo lo hago para que esas mismas personas que me ven mal, las que me dicen cosas hirientes e incluso aquellas personas que alguna vez me agredieron, para que todas ellas, estén bien, para que ellos vivan en paz, pero lo malo de ser personas que no han pasado por alguna desgracia, es que no valoran lo que tienen. O al menos la gran mayoría.
- ¿Alexandra? – moví la cabeza en señal de atención. - ¿Por qué nos ven de esa manera… tan desagradable? – Solté una risa sarcástica, a él no lo veían de la misma manera, a él lo veían con curiosidad, con admiración aquellos que sabían que había pasado el examen e incluso algunos con un deseo asqueroso en sus rostros.
Lo mire divertida. - A ti no te ven mal. – Sus cejas se arrugaron. La pregunta era clara aun sin decirla en voz alta ¿Por qué te ven a ti así? – A la que ven de esa manera tan desagradable es a mí, hay personas envidiosas que no soportan el hecho de ser menos inteligentes que alguien, la más inteligente soy yo y eso a muchos les duele en el alma, personas irracionales que no aguantan el hecho de no tener a un amigo súper inteligente, sociable y lindo, yo soy amiga de ese chico, es Adrián el que te hablo ayer. – Sonreí porque ahora él era una de las razones. – y bueno la ultima es que hoy llegue contigo, prepárate para ser atacado de preguntas de chicas que dirán amarte con todo su corazón y de chicos interrogándote acerca de mí.
- Lo siento, no sabía que llegar conmigo fuera algo malo. – su expresión se endureció, su boca formo una línea recta, su rostro se ensombreció, perdía su luz.