Capítulo 12.
Relación.
Adrián.
Hay una posibilidad del 99 % de que mi rostro este desfigurado por la sorpresa de las palabras de Gema y el 1 % sobrante es que este desmayado o teniendo un sueño súper random mientras estoy dormido tranquilamente en mi cama. Sin embargo, la estupefacción en los ojos de Alexandra me hace darme cuenta que no estoy en un sueño, ni mucho menos estoy inconsciente en algún lugar.
Esto es real. ¡Real de verdad!
Gema sonríe como psicópata, antes de meterse un bocado a su boca de la crepa que era de Alexa. Giro a ver a Alexandra, sin embargo, cuando me topo con su mirada siento la sangre de mi cuerpo acumulándose por completo en todo mi rostro, desvió la vista rápidamente, bajando la mirada para que no vean mi sonrojo.
Gema se empieza a reír, alzo la vista encontrándome con ella riendo, claramente burlándose de mí.
Alexandra se aclara la garganta. – Oye Gema ¿No crees que estas exagerando? Según yo solo le íbamos a pedir que fingiera que le gusto, pero no tenías que ir a esos extremos. – Le dice alzando la voz, Gema le da una mirada aburrida, mientras sigue comiendo la crepa despreocupadamente. Si tan solo Alexandra supiera que de verdad me gusta, que haría cualquier cosa por ella, no necesita pedirme ayuda porque ella sabe que la ayudare.
Me pierdo de la conversación que están teniendo, es claro que estoy loco o soy un subnormal, cualquier persona que se enterara de semejante secreto ya hubiera salido huyendo a otro país, pero yo por alguna extraña razón no siento miedo, porque ya conozco un poco del loco mundo en el que viven, incluso aun cuando rechazan todas mis creencias respecto a la ciencia y las explicaciones lógicas, este mundo me parece familiar, será el hecho de que soy un idiota que vive enamorado de Alexandra o de verdad soy así de comprensivo.
Un dolor de cabeza me impide seguir pensando, una imagen se presenta ante mis ojos, cegándome la vista que tengo de Gema y Alexandra.
¿Ruinas? ¿Personas en el piso? ¿Eso es sangre? ¿Soy yo?
La imagen desaparece de mi cabeza lentamente, dejándome en blanco, ¿Qué era es? Eran ruinas con cientos de cadáveres en el piso, pero había alguien que era muy parecido a mí.
- ¡Adrián! – Grita Alexandra golpeando la mesa frente a mí. Muevo la cabeza de un lado a otro. – Llevamos como una hora intentado hablarte idiota. – Cuando me perdí en mis pensamientos ¿Qué estaba pensando?
- Perdona. – Sonrío con timidez al ver su rostro lleno de fastidio.
- ¡Agh! ¿Qué no sabes hacer otra cosa que no sea sonreír? – Frunzo el ceño ¿Qué tiene mi sonrisa? Alexandra desvía la mirada de mí unos segundos antes de acomodarse en su silla. Su expresión cambia de un momento a otro, la preocupación se hace notar en sus facciones. – Ya hablando serios, esto no es un juego, ni mucho menos uno de los raros sueños que sueles tener, Adrián esto es real y peligroso. – La miro fijamente a los ojos esperando que continúe, ella desvía la vista de mis ojos. – Además, no siempre estarás ahí para mí. – Susurra por lo bajo.
- Tonta, ya habíamos hablado de esto. – Susurre más para mí que para ella, en qué clase de mundo vivía Alexa, jamás la dejaría sola, ella es una persona muy especial para mí. – Eres una de las pocas personas en las que decidí poner toda mi confianza, me quedare después de que me digas que me aleje y que me odias, después de que me digas que te doy asco, incluso ahí me quedare, nunca me alejare de ti, me quedare a tu lado hasta el día de mi muerte.
Alexandra sonríe enfrente de mí, sus ojos adornados por lágrimas que no deciden si salir o no. Gema a su lado sonríe con ternura, una emoción poco común en ella y la Sra. Paula nos ve con calidez en sus castaños ojos.
- Eres el mejor de este jodido mundo Adrián, grábatelo en la cabeza. – Siguiente a eso se levanta de su silla y caminando hasta plantarse frente a mí, me giro hacia ella, sin embargo, antes de lograrlo por completo, ella me jala en un abrazo incomodo, pero igual de especial que todos los demás.
Alexandra pone su barbilla encima de mi cabeza y me aprieta más contra ella, siento mi cara arder al percatarme de lo cerca que estoy del pecho de Alexandra, la testosterona tiene la culpa de las reacciones que estoy teniendo, antes de que haga algo primitivo, me separo de ella, nunca he sido una persona con pensamientos lujuriosos, el hecho de ser un dotado me hacía controlar todos esos pensamientos que llegaban a mi cabeza, al parecer un dotado tampoco puede resistirse a las reacciones que una persona siente cuando está cerca de la persona que le gusta.
Una vez recogimos la mesa y me ofrecí a lavar los platos fallidamente, porque la madre de Alexandra se negó rotundamente. Nos reunimos en la sala, Alexandra sentándose a un lado de mí, Gema enfrente de nosotros y la Sra. Paula en el sillón individual que está a mi derecha.
- Entonces ¿Aceptas? – Pregunta Gema sonriendo burlonamente viéndome fijamente, frunzo el ceño al no entender su sonrisa, ella mira a Alexandra unos segundos y regresa la mirada hacia mi levantando una ceja. Dejo de respirar ¿Acaso ella sabe que…?
Es imposible, siempre soy muy discreto es casi imposible que ella note que estoy tan perdidamente enamorado de Alexandra.