Un gran lobo blanco corre por el bosque, respira de manera errática y sus ojos parecen perdidos, ausentes. Porque lo están.
El lobo no sabe porque corre ni porque va en aquella dirección siguiendo un aroma a flores. Solo sabe que su instinto le dice que debe hacerlo, que no debe parar hasta encontrar la fuente de ese olor que revoluciona su organismo.
El cansancio no parece afectarlo, tampoco sus heridas y la decadencia de su estado. Nada le impide seguir corriendo entre los arbustos alterando la estabilidad del bosque, ni siquiera le preocupa haber entrado en el territorio de una manada desconocida, que probablemente lo esté buscando ahora.
El aroma se intensifica a cada paso que da, sus ojos rojos se encuentran erráticos observando su alrededor.
Un depredador en su máxima expresión.
DORIAN
Me levanté temprano en la mañana para poder realizar todas mis tareas pendientes. Como alfa de la manada debo asegurarme que todo marche bien a pesar de que nosotros seamos un grupo prácticamente minúsculo en comparación al resto de manadas.
Aun me encuentro sorprendido de que Kassia haya aceptado vivir con nosotros sin conocernos, sin dudar en nosotros. No nos cuestionó el hecho de ser pocos, ella simplemente nos aceptó.
Desde su llegada, hace ya tres años, las cosas han mejorado entre nosotros y es que a pesar de estar formándose como guerrera parece aceptar su esencia original y siempre está atenta a todos nosotros, calmando nuestras ansiedades y miedos.
Ella era lo que faltaba en nuestra manada para estar completos.
Tyler ingresa a mi oficina luego de golpear la puerta y se sienta frente a mi.
—Ya hable con Ramiro, dijo que saldrá en unas horas —me entretengo observandolo. A Tyler siempre lo entretuvo las peleas que se forman entre Josh y el médico, ya que este asegura que Ramiro se cree demasiado. A mi parecer, puede que algunas actitudes no me agradan del todo pero él es quien nos provee de lo necesario y quien nos atiende cuando tenemos heridas de riesgo que nuestros organismos no son capaces de curar —Llegará aproximadamente en dos días.
—Vale.
Mi respuesta parece no dejarlo conforme cuando ve que me levanto y salgo de mi oficina.
—¿Vale?¿Qué es esa respuesta?
—¿Qué más quieres que te diga? —lo observo con expresión burlesca.
—Es que...es una respuesta muy sosa.
—Ty, me dijiste que llegará pronto. No hay más que pueda decir al respecto.
Parece frustrado cuando se da media vuelta y se marcha dejándome solo en medio del pasillo.
No puedo culparlo, desde que desperté esta mañana una sensación extraña me acompaña y no me permite bromear con él como acostumbro hacerlo.
—No puedes estar siempre de esta forma Dorian —me dijo hace casi tres años, cuando Kassia tenía poco tiempo viviendo con nosotros.
—¿De qué forma?
—Para empezar, no puedes estar con esa cara de amargado siempre —pareció pensar acerca de lo que dijo y luego agregó —Es más, tu rostro es el menor de los problemas.
—Oh bueno, gracias —mi tono fue sarcástico, casi pareciendo un gruñido.
—A lo que me refiero, es que debes controlar tu esencia. Eres el alfa, si pero siendo tan imponente siempre intimidas a Seb y a Kass.
—Lo sé, solo que a veces no puedo evitarlo. No me doy cuenta que lo hago.
Desde entonces he intentado comportarme de manera más amigable ya que ellos dos son los más suceptibles de todos nosotros y es entendible que se sientan incómodos a mi alrededor pero son parte de mi manada, todos son una parte fundamental de ella, quiero que se sientan bien en su hogar, con migo, con todos nosotros.
Cuando estoy bajando las escaleras para ir a la cocina una presencia extraña se hace presente en mi interior.
—¡Tyler, Josh, Amapola! —grito así sobresaltando a todos —Hay un intruso en el bosque, viene a nosotros.
De forma apresurada salimos al jardín que da con el comienzo del bosque, dejando atrás a Seb y Kassia, en la seguridad de nuestro hogar.
El tiempo apenas es suficiente para que un gran lobo blanco con una luna negra en su frente, aparezca de entre la maleza gruñendo y destilando un sofocante poder que incluso a mi me sorprendió.
Saltó hacia nosotros, mostrando los dientes de forma amenazante y apresando entre sus fauces todo lo que lograse atrapar.
Sus ojos eran de color rojo, uno tan profundo que te provocaba escalofrios. En un principio creí que solo era alguien que había decidido enfrentarnos en un ataque suicida, pero ahora comprendo que en realidad aquella persona está perdida en su lobo que se comporta de manera salvaje sin dejar un mínimo rastro de humanidad en sí mismo.
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Editado: 06.12.2021