Estábamos desesperados en aquel cuarto sin saber qué hacer, con solo pensar que esos tipos les habían puesto las manos encima para hacerles daño nos provocaba matar a todas las personas que hacían parte de ese grupo... de todas formas teníamos ganas de matarlos a todos.
Los gritos de Mariana y Rachel se iban alejando lo que nos desesperaba aún más. Julian respiraba muy fuerte y se podía sentir su enojo. En mi cabeza pensaba como salir de esta situación pero las probabilidades de rescatarlas y escapar eran mínimas. Era algo parecido a estar encerrado en un ejército pequeño con soldados en todas partes y vigilancia en cada rincón.
—Eh Julian, tranquilo, creo que tengo una idea —Le susurré al oído —Debemos hacer mucho silencio o que no nos sientan aquí adentro, eso les dará curiosidad y no resistirán a revisar, pero tenemos que estar en los lados de esa puerta.
La idea para Julian parecía contener un poco de lógica, por fuera sonaba descabellado pero pensándolo mejor podría funcionar... Solo había que tener algo presente y era la paciencia pues no se sabía cuánto iba a tardar la curiosidad de los guardias. Era muy difícil tenerla porque nuestras compañeras se encontraban en un gran peligro.
Julian tomó un suspiro y nos quedamos en los laterales de la puerta como estaba planeado. Respirábamos por la boca para hacer menos ruido e intentábamos movernos lo menos posible. Al cabo de 20 minutos se escuchó un pequeño diálogo:
—¿Por qué tanto silencio?
—No lo sé, tal vez escaparon... o se suicidaron.
—No seas tarado, ¿Cómo se van a suicidar si no hay nada peligroso adentro?, además dudo mucho que hayan escapado porque no hay ni un solo agujero en las paredes o en el techo.
—No lo sé pero esto no pinta nada bien.
Al parecer eran dos personas que estaban cuidando la puerta. La conversación siguió:
—Es mejor revisar si no nos queremos meter en problemas.
Uno de ellos empezó a golpear la puerta diciendo:
—Oigan... ¿Están ahí?... ¡OIGAN!... Es mejor revisar, si estos pendejos escaparon nos vamos a meter en un lío muy serio.
La puerta se abrió y los guardias entraron muy rápido dándonos la espalda. Julian y yo nos miramos y con solo la mirada sabíamos que hacer. Dimos dos pasos sin hacer ruido y con un movimiento rápido los desnucamos. El traqueo de sus cuellos fue como música para nuestros oídos, el odio era tanto que disfrutábamos cada segundo con el plan recién llevándolo a cabo.
Los cuerpos cayeron tomamos las armas y los cuchillos que ellos llevaban en su cintura. Debíamos ser lo más sigilosos posible ya que al más mínimo ruido extraño alertaríamos a los que estuvieran cerca. El uso de cuchillos era lo más recomendado ya que las armas no tenían silenciadores.
La casa por dentro era muy grande lo cual no aparentaba, las paredes estaban peladas y muy apagadas de color. Se sentía mucho el olor a cigarrillo. Buscábamos algún indicio de donde podrían estar Rachel y Mariana, esa era nuestra prioridad. Llegamos a un pasillo con 2 habitaciones en cada lado. Parecían dormitorios así que no nos interesó en lo absoluto pues no habría nada importante.
Julian tomó la delantera y yo detrás de él. Los pasos de las personas se sentían cerca, nos estábamos acercando a una parte de la casa muy transitada por ellos. Teníamos que poner cuidado porque un solo fallo nos podía costar la vida. Llegamos a una puerta el cuál daba entrada a un patio bastante grande con una fuente en la mitad; obviamente la fuente no servía. Caminamos agachados hasta un pequeño muro en el cual descansamos y vimos el panorama para ver qué camino seguir. Los nervios que sentíamos eran demasiados y yo siempre miraba hacia la espalda. Lo que los videojuegos me habían enseñado era en cuidar la retaguardia pues en algún momento dado uno de los integrantes de los Cuervos Rojos podría pasar y vernos.
Al frente de nosotros se podía ver a uno de los tipos caminar hacia la derecha, hasta que la radio sonó y le dieron instrucciones. Solo se pudo escuchar cuando el tipo dijo "¿Me necesitan en el cuarto de reuniones? iré para allá".
—¿Cuarto de reuniones?—Murmuró Julian.
Sea lo que sea algo nos decía que teníamos que seguirlo. Lo seguimos por unos 20 segundos hasta llegar a una puerta con un hombre parado en frente de ella. Nos escondimos en la pared y uno de ellos preguntó:
—¿También te llamaron? espero que sea algo importante porque no llaman a cualquiera a esta habitación.
El otro sujeto acento con la cabeza y entraron. Julian y yo nos acercamos a la puerta para escuchar lo que iban a hablar. Después una voz conocida empezó a hablar... Era la de Matt.
—Los hemos llamado a ustedes porque son nuestros mejores hombres y creo que se merecen una recompensa por su excelente servicio. Cada uno de ustedes va a sacar un papel de esta bolsa con un número. En ésta rifa se van a escoger a dos de ustedes para que pasen un buen rato. Como ustedes saben hemos atrapado a 4 personas; dos de ellas mujeres. No hemos visto mujeres des hace un buen tiempo así que ya se imaginaran la recompensa.