Estaba recostado sobre la maleza de la montaña con las gotas de lluvia cayendo sobre mí y viendo como el auto caía violentamente por la pendiente dando vueltas y golpeándose con brusquedad con Rachel y Julian en su interior, también con la comida siendo esparcida por todos lados.
El hombro derecho me dolía pero era soportable así que no me preocupe en lo absoluto. Iba a levantarme y con tan solo moverme unos cuantos centímetros sentí un dolor muy intenso que nunca había experimentado. Un alarido de dolor salió de mi garganta con mucha fuerza mientras una lágrima salía de uno de mis ojos.
Escuché un ladrido cercano y lo reconocí enseguida, Toby estaba cerca y posiblemente con Mariana.
Yo me quejaba del dolor, era demasiado fuerte y no lo podía soportar. Los arbustos que estaban cerca de mí se empezaron a mover y Toby apareció cojeando de una pata pero al parecer no era nada grave. Comenzó a ladrar y a sacar la lengua, daba saltos de la emoción y para mi desgracia una de si su patas se apoyó justo en mi hombro que me multiplicó el dolor por diez. Grité mucho más fuerte del agonizante dolor, Toby se asustó y se alejó un poco, enseguida notó que algo no andaba bien. Acercó su nariz a mi hombro y después me lamió cuidadosamente y empezó a ladrar. Era inteligente y estaba tratando de llamar la atención de Mariana para que viniera a mi posición y me encontrara... pero por otro lado se estaba arriesgando a llamar la atención de algún zombie, pero viendo el terreno en donde nos encontrábamos dudaba que estuviera algún caminante deambulando por allí.
No había señales de nadie, el auto ya no lo veía por los árboles que se encontraban más abajo y a Mariana parecía que la tierra se la hubiera tragado. Toby no paraba de ladrar, volteé mi cabeza con sumo cuidado a mi hombro y lo noté un poco diferente: sobresalía un extremo de un hueso pero sin perforarme la piel, era como una especie de montículo por decirlo así... En otras palabras, mi hombro se había dislocado. Al caer en cuenta de esto, me dio mucho miedo al pensar que tenía que arreglarme el hombro y obviamente poner el hueso de vuelta en su lugar era algo doloroso. Nunca me había pasado algo así, no podía mover el brazo y el pánico sobrepasaba sus límites... los nervios los tenía a tope. La lluvia estaba acabando, fue algo corta.
Después de un corto lapso de tiempo apareció Mariana con sangre saliendo de su cabeza, pero no era nada grave. Me vio tendido en el suelo quejándome y haciendo gestos.
—Mierda, Will... ¿Qué paso?
—¿¡No es obvio?! —Contesté —Me disloqué el hombro... Aaghh.
—¿¡Que?!... Tienes suerte de que yo sepa arreglar eso.
—¿Tu sabes?
—Si, una pequeña historia que después te contaré. Por ahora necesito que te sientes.
—Ni loco, recién trate de levantarme y el dolor no me dejó.
—Tienes que aguantar, porque cuando encaje el hueso será peor...
—Gracias por esa moral... gracias por la advertencia —Dije sarcásticamente.
—Yo te ayudo.
Toby estaba sentado escuchando nuestra conversación y a punto de escuchar los gritos más fuertes que iba a dar.
Mariana puso sus brazos en mi espalda y contó:
—Uno... dos... ¡TRES!
Al levantarme sentí el intenso dolor recorrer por todo mi hombro al igual que en mi pecho. Grité muy fuerte hasta que estuve sentado.
—Muy bien... ahora la parte más difícil.
—Espera, espera, espera... Dame un descanso.
—Entre más rápido acabe con esto mejor.
Puso su rodilla en mi espalda, una mano en la parte delantera del hombro y la otra en la trasera. Mi respiración era muy fuerte porque lo peor estaba a punto de comenzar, cerré los ojos con fuerza y sin esperarlo sentí un empujón y un jaleo a la vez, el hombro crujió y un grito de dolor más salió de mi garganta. El hueso estaba de vuelta en su lugar.
—Bien... ya está. Mueve tu brazo poco a poco sin brusquedad, después déjala en reposo y cuando encuentre tela o algo parecido te vendare para que haga un poco de presión.
—Gracias, pero me hiciste sufrir.
—Era eso o que te quedaras con el brazo jodido.
Toby se levantó y alzó su mirada e hizo una especie de chillido. Mariana volteó para ver que era y observó una columna de humo muy oscura que no era muy lejana. Me percató de ello y enseguida pensamos en el auto y en nuestros amigos.
Bajamos la cuesta un poco resbaladiza y llena de vegetación, llegamos a la zona donde estaban los árboles y la columna de humo se notaba más cerca. Al llegar al auto que estaba volcado vimos que se estaba incendiando y seguramente no iba a tardar en explotar.
Me acerqué para ver señales de Julian y Rachel pero no los vi en ninguna parte.
Las llamas tomaron fuerza y el calor se empezaba a sentir. Mariana se asustó y me dijo que retrocediera. Nos alejamos hasta estar a una distancia segura y nos sentamos para descansar. Miré de vuelta mi hombro y lo tenía hinchado y de color rojo.
—Gracias... te debo una —Le dije a Mariana.